reintentado distribuir el régimen de apariciones, prosigue resultando denigrante contemplar cómo Paco Miranda, quien da nombre a la serie, se ve obligado a enfrentarse a esta burlesca competencia que pretende disputarle el título de protagonista.
Que en un capítulo como "Héroes", que deberían ser explícitamente suyo, deba salvar este contratiempo, da fe a la premisa de que la televisión, ahora más que nunca, se rige por principios de comercialidad y no de calidad, como se insiste en hacernos creer.
Es por eso que los últimos capítulos, sobresaliendo el 100, una elegante, planificada y oportuna conmemoración, no han ayudado a limar asperezas, si no más bien a aclarar sospechas. En líneas generales, y precisamente por culpa de los susodichos, ese episodio fue un homenaje que no consiguió hacer justicia ni por asomo a todo lo que 'LHDP' han vivido... pero probablemente sí a lo que les queda por vivir.
¡Oh, no! ¡He puesto a Paco antes que a Aitor! Habrase visto...
Lo cierto es que últimamente me resulta muy costoso. Ya fui testigo una vez, allá por la segunda mitad del Caso Káiser, de cómo la calidad de la serie se hundía irremediablemente a causa de la estúpida intención comercial de sustentar la atención del espectador en una relación, de jugárselo todo a una mano, la cual no era otra cosa que la pareja formada por Sara y Lucas.
Ahora, la historia se repite, con la única salvedad de que han dado el cambiazo en el puesto del caballero, reemplazando a Lucas por Aitor. Y ni siquiera eso se puede afirmar con certeza, ya que el personaje de Mario Casas ha mutado hasta convertirse en una réplica convenientemente matizada del de Hugo Silva, atravesando incluso vivencias que en su día ya enfrentó el propio subinspector Lucas Fernández.
Por culpa de Sara y Aitor, últimamente cada miércoles, jueves, o el día que se tercie según la semana, veo capítulos de apenas 50 minutos, en lugar de los más de 80 habituales.
Cada buen momento que pueda registrarse en un capítulo es desbaratado con la intercalación de alguna escena de los ya mencionados becarios, situando así sus encuentros sexuales, esos que tan a menudo perfilan en los avances, a la altura de las tramas principales y de mayor interés, para que así nadie pueda obviarles.
Es por eso que los últimos episodios, que gozaban de un material espléndido y muy prometedor, se encuentran surcados de variaciones, y podrían ser perfectamente retratados en un gráfico pendular, oscilando repetitivamente entre un medido interés y un aburrimiento soporífero, provocados por estos dos promotores de altibajos.
Y por eso mismo, para compensar a los detractores de esta pareja, dan por hecho que con ocasionales gracietas sexuales y chistes sobre cuernos conseguirán que esta relación, más propia de una telenovela adolescente o del cine rosa, encaje en el contexto general de la serie, errando así con aun mayor vanidad.
Además de eso, amagan a menudo con la redención de Sara, para hacerla retractarse instantaneamente, siendo esta una inteligente maniobra para contentar a ambas facciones (proLucas y proAitor), de la misma forma que el patrón según el cual los becarios deben turnarse el derecho de dar pie al contrario para perpetuar la relación cuando este se arrepiente, internándonos así en un interminable y rutinario bucle que no conduce a ninguna otra parte que la intermitente redundancia de una misma insensatez.
Y de todas formas, mucho más sencillo que pretender aliviar la tensión ahora, lo correcto habría sido no alcanzar nunca estos extremos.
Sin ir muy lejos, me irrita soberanamente la reduccion de aparición con la que cuentan últimamente Kike y Nelson, prácticamente figurantes, para que su tiempo se puede invertir en algo, a su entender, mucho más provechoso, que es la posibilidad de permitir a los becarios explayarse aun más.
En la imagen, dos víctimas afectadas por la gripe aviar
Señales de humo...
Y es que la evolución gráfica de Sara Miranda es digna de mención: de caprichosa compulsiva en las primeras tempordas, pasó a ser una irrisoria parodia de Nikita. A principios de la presente temporada se encontró por primera vez bien ubicada, siendo la sensata heredera del altruista legado materno que había abandonado Lola -que habían forzado a abandonar-. Es una lástima que esta posición se limitase a un puñado de capítulos, para alcanzar posteriormente el término final de esta corrupción que no admite retorno, y que ha culminado con la transformación de Sara en una insociable ninfómana adicta a la infidelidad.
Y por supuesto que sí, eso es innegable: todos y cada uno de los polvos de los becarios han destilado adrenalina...
Y yo no puedo evitar preguntarme: ¿qué ganan con tan insignificantes e irrelevantes escenas de sexo? ¿Tan necesario era seguir la estela de "Fuga de cerebros" para que Mario Casas se sintiera cómodo?
Una tensión palpable entre villano y policía, puntualizada por la mirada turbia de Paco, que se desvanece en tan solo un instante para dar paso a un primer plano de las bragas de Sara;
Catalizador de vergüenza ajena #1
Catalizador de vergüenza ajena #2
PolloTV: tu canal de cocina y bodas
Pase que Aitor proceda ahora de Madrid en lugar de León, como afirmó en su primera aparición, pero... ¿y el origen del nombre de Sara? De ser un insistente regalo de Lucas, el elemento sobrante que intentan suprimir y hacer desaparecer a toda costa de sus archivos pero que paradójicamente nombran cada dos pasos, ha pasado a venir motivado por una película que Paco y Lola vieron la noche en que concibieron a su hija. ¿Se puede saber qué ganan con esto? Simple y llanamente, preparar el terreno para la integración de Aitor.
Los errores guionísiticos, en lugar de tal cosa, se han convertido en una técnica recurrente empleada para solventar contratiempos e inconvenientes. ¿Que surge algún problema? Nada que un buen gazapo no pueda solucionar. Esta será la nueva consigna de Globomedia.
Estoy soberanamente harto de que cada episodio se columpie entre la degradación de los personajes y la deidadificación de Mario Casas, de que los productores solo profesen empatía hacia la minoría a favor de la pareja de becarios y de que no pasen más de 5 minutos sin que nos empapen de su nauseabunda presencia y sus empalagosos intercambios de cacareos.
Por muchos galardones y elogios que acumulen Paco, Mariano, don Lorenzo, Povedilla, Curtis, Kike, Nelson, Rita, Montoya, Silvia, Pepa, y permítaseme añadir a Félix en un alarde de egoísmo, mientras estos dos personajes fuera de contexto se mantengan en la serie, envenenando al resto y las tramas del resto, no habrá nada que hacer.
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