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Análisis: 'Lost' 6x12 - "Everybody Loves Hugo"

Miércoles 14 de Abril de 2010 19:55
 

La polémica primera mitad de la temporada ya fue -por supuesto, en mi opinión (aclaración que se me antoja una de las cosas más estúpidas e innecesarias que he escrito nunca, pero que por motivos prácticos no puede faltar)- muy buena, con capítulos tan notables como la premiere, el 6x04 ó el 6x07; pero ha sido a partir de su ecuador cuando esta final season ha cobrado un cariz verdaderamente apasionante. 'Ab Aeterno' fue decididamente mitológico, 'The Packaje' exquisitamente lostiano y 'Happily Ever After', directamente, orgásmico -adjetivo que va de la mano con la serie-; y ni siquiera el desventurado Hurley y su mala suerte han desbaratado esta gloriosa racha, y es que 'Everybody Loves Hugo' (6x12) es otro episodio de cinco estrellas. Pero como insaciablemente y en un tono apocalíptico se nos recuerda a diario, ¡esta es la última temporada de 'Lost'! Así que... ¡faltaría más! Y dicho esto, vamos a hablar de este sublime capítulo...

Para empezar, comentar que Horowitz y Kitsis (pareja guionista de la serie) ya se han redimido plenamente de haber escrito el apaleado 'What Kate Does' (capítulo que a mí sigue sin disgustarme, aunque es innegociable que es uno de los peores títulos de la temporada), compensado ese desliz con la autoría de dos capítulos geniales como son 'Dr. Linus' y el que hoy nos ocupa, 'Everybody Loves Hugo'.

El protagonista del susodicho –y esto que voy a decir no es ninguna obviedad, porque en esta serie uno nunca debe dar nada por hecho- es Hugo Reyes. El mismísimo. Sé que para muchas personas Hurley ha sido uno de los mayores alicientes de las últimas temporadas, pero yo difiero. La intrínseca comicidad del personaje y el talento de Jorge García para arrebatarnos una sonrisa en el momento más insospechable se estaban llevando últimamente al paroxismo, y a veces –en especial durante la 5ª- personalmente tenía la impresión de estar viendo a una parodia de Hurley en lugar de al verdadero personaje. Pero en el supuesto de que esta percepción mía fuese acertada, en este, el último capítulo dedicado a la figura del -¡qué más da en qué realidad!- multimillonario, se ha subsanado este hipotético error y se me ha recordado que dicho personaje no siempre peca de plano.

Puesto que, a pesar de lo que he dicho antes, el título del episodio ya señalaba al personaje que lo monopolizaría, la confirmación no se ha demorado y el mismo ha comenzado en el flashsideway, con una sucesión de estampas de un Hurley empresarial al ritmo de un discurso, pronunciado por... ¡Pierre Chang!, en el que enumera las hazañas del multimillonario, benefactor de, entre otras tantas cosas, el museo en el que presumiblemente trabajan Charlotte y el padre de Miles. "Todos quieren a Hugo", aseguran tanto el en otra vida protagonista de viejas cintas de vídeo como la madre de Hurley, desdiciendo el título del 2x04 y desvelando que, como ya se intuyó durante sus anteriores cameos en esta realidad, la vida del Hugo alternativo dista sustancialmente de la desdichada existencia que consumía al original. Al encontrarse la isla en el fondo del mar, el influjo de los números no surte ningún efecto en el mundo (y por eso cuando Hurley se encuentra en uno de sus restaurantes y la dependienta pronuncia el número asignado a cada cliente, dos de los tres convocados no lo son ni con un 4, ni con un 8, ni con un 15, ni con un 16, ni con un 23, ni -¡por supuesto!- con un 42. El tercer pedido, que curiosamente era de Desmond, sí era el 42. Pero en todo caso, es un buen porcentaje). "Todos quieren a Hugo", repito que repite Carmen Reyes, pero además añade un matiz: "¿Sabes quién no? Las mujeres". Tan expeditiva como de costumbre, la madre de Hurley ya se ha asegurado de concertar una cita entre su hijo y una tal Rosalita.

Conectando directamente con esto último, nos trasladamos a la Isla para asistir a una emotiva escena en la que vemos a Hurley frente a la tumba de la única mujer que le ha amado, a la que sugiere que le visite alguna vez. Al final quien le visita es Ilana (vaya, cuánto protagonismo está teniendo, ¿eh?), para interrumpirle, obligarle a rememorar la muerte de Libby e informarle de que en cuanto vuelva de la Roca Negra con un cargamento de dinamita se dirigirán todos juntos y en familia a destruir el 316 de Ajira. Ilusa...

Celebro la muerte de Ilana por muchas razones; no sólo su defunción en sí, sino también la forma en que ha perecido. Para empezar, porque a estas alturas (¡doceavo capítulo de la temporada!) aún no había muerto ningún personaje principal, y eso en 'Lost' es, como mínimo, atípico; además, confirma por enésima vez que a los guionistas no les tiembla el pulso a la hora de despachar a un personaje cuando no tiene nada más que aportar, y ahora que Ilana ha abierto la veda, van a caer como moscas...; por otra parte, Zuleikha Robinson era probablemente la peor actriz que ha pertrechado en 6 años el reparto de la serie; también porque corrobora que el final de esta historia estará consagrado a los personajes importantes. Estos son: los originales y alguna incorporación posterior, como pueden ser Desmond y Ben; y sobretodo, porque afianza que es peligroso jugar con dinamita y duplica el valor de la escena en la que la candidatura de Jack impide que uno de estos infalibles explosivos estalle en su presencia. ¿Suficiente? La protectora de los candidatos ha fallecido sin prácticamente poder cumplir la misión que Jacob le encomendó. Ilana no tenía más arco argumental que ese; no necesitaba cerrar ninguna trama personal. Y cuando ha llegado el momento de que los losties pasen a la acción y ella podría llenar ese vacío, ¡BOOM! Además de hilarante y sumamente trascendente, la escena me parece uno de los aciertos más lúcidos de la temporada. Aunque sea una lástima que los trozos de Ilana no hayan alcanzado la camisa (roja, por cierto) de Hurley...

Michael. Debo dedicarle un párrafo a Michael, uno de los –afilen sus cuchillos- mejores –acérquense a mí- personajes de la serie –y despelléjenme sin ninguna piedad-. Como ya se aseguraron, en un resuelto ejercicio de estupidez, de adelantarnos los publicistas de ABC, Michael reaparece en este capítulo. Y me ha encantado que, a diferencia del resto de personajes, lo haya hecho en la trama isleña y no en los sideways. Porque aunque habría sido interesante saber cómo es la vida del bueno de Michael en la realidad alternativa, el hito más relevante de la existencia de este personaje sucedió en la Isla, y tenía una deuda que saldar con Hurley. Lo último que deseo es retomar el sempiterno debate de si estuvieron o no justificados los asesinatos de Ana Lucía y Libby..., pero creo que después de su papel en la 4ª y esta aparición –que no se ha exprimido tanto como me habría gustado-, en la que Michael se disculpa ante Hurley, y Harold Perrineu inspira verdadero arrepentimiento, algunas personas deberían replantearse su postura ante este personaje. Aunque teniendo en cuenta que Michael aprovecha su cameo para, en un alarde de gentileza, revelar qué son los susurros, probablemente mucha gente lo haga.

Por otra parte, los miembros del equipo de Ilana reaccionan ante su patética muerte con la misma indiferencia que la mayor parte del público, hasta el punto de que, en lugar de amedrentarse, resuelven volver a la Roca Negra a por más dinamita. Irónicamente, Hurley, el embajador de la audiencia en la serie, es el único al que la accidental inmolación de la protectora de los candidatos parece afectarle. ¿Para qué habrá recogido las cenizas de Jacob? Me da igual. El caso es que cuando el grupo de reincidentes llegan al barco rebosante de dinamita, se percatan de que han perdido de vista a Hugo, quien surge abruptamente de la Roca Negra con solamente tiempo para gritar a los demás que se alejen, un instante antes de que el mítico barco reviente. Cuándo daño ha hecho la dinamita...

A Richard le da un ataque de histrionismo y Jack le suplica que mantenga la calma, y entretanto, Hurley y Miles mantienen otra conversación sobre cuál de los dos tiene mejores poderes. Parece ser que Michael le indicó que debía evitar a toda costa la destrucción del avión. Pero el obstinado tinerfeño imperecedero no se da por vencido y ahora ordena a Ben (a quien esto no parece molestarle) que acuda a no sé qué estación DHARMA (supongo que el Cisne) en busca de granadas. Es entonces cuando Hurley toma la iniciativa y orquesta el paripé de Jacob para proponer que lo que deberían hacer es ir a hablar con el presunto Locke. Pero Richard, que sabe mucho de corchos, recela y descubre el engaño. "Jacob no le está diciendo lo que tenemos que hacer porque Jacob nunca nos dice lo que hay que hacer". Así que Ricardo expone la situación y reclama voluntarios para destrozar el avión. Si nadie hubiese accedido a acompañarle, estoy seguro de que sin dudarlo habría intentado ejecutar esa misión en solitario, pero Ben se adhiere inmediatamente, y enseguida le sigue Miles, el primero porque quiere corregir el desaguisado que ha dispuesto matando a Jacob, y el segundo porque ha visto al Humo Negro en acción; la actitud de Ben me parece totalmente acertada, mientras que la de Miles se me antoja un poco forzada. Así que el bando de los jacobinos se disuelve en dos subgrupos. Presiento que no volverán a encontrarse...

Y atentos, porque poco después, en dirección al campamento de antiJacob, tiene lugar un gran diálogo que sospecho será la piedra angular sobre la que se edifiquen los próximos episodios: Hurley confiesa a Jack que en realidad no vio a Jacob y actuó por cuenta propia; Jack afirma que es consciente de ello y se resigna por primera vez en su vida a que un problema le excede. Su conciencia arrastra la muerte de Juliet, y está dispuesto a escuchar a otras personas que no sean él mismo. Condesciende que su reinado ya terminó hace varias temporadas y que ahora es el de Hurley.

Siguiendo con el flashsideway, Hugo asiste a la cita convenida con su madre, pero trágicamente la tal Roselita no aparece y nosotros nos quedamos con las ganas de conocer a este apasionante personaje. En lugar de ella, es otra mujer la que se presenta impuntual. Rubia, escuálida y trastornada… se trata de la mismísima Libby. Uno de los regresos que a priori más inverosímiles se antojaban y que sin embargo ha sido posible. Gracias por dedicarnos tu tiempo, Cynthia Watros (que por cierto, fantástica interpretación. Ya podía aprender Robinson). Pues bien, esta simpática señorita ha experimentado la misma sensación de déjà vu que Charlie, Faraday y Desmond con sus respectivas parejas, y está segura de haber conocido a Hurley en otra vida. Sin embargo, antes de poder intercambiar más palabras con Hugo, el doctor Brooks, al que, como no podía ser de otra forma, ya conocíamos (de otro episodio de Hugo, 'Dave' si no me equivoco), y la devuelve al manicomio, que también es la residencia de Libby en esta realidad. Por un momento he sentido pánico: ¿no irán a revelar por qué compartían psiquiátrico ella y Hurley, verdad? No podría volver a beneficiarme de este, uno de mis pretextos favoritos para burlarme de los pedigüeños de respuestas. Por suerte, ha sido una falsa alarma, y en lugar de destapar por qué Libby fue ingresada en el manicomio en la línea temporal original… lo que nos han explicado es por qué lo hizo en la alternativa. Absolutamente brillante.

En fin, Desmond, que ya ha conseguido el manifiesto de pasajeros del 815 y ha comenzado su andadura como el Jeremy Bentham alternativo, no tarda en encontrar a Hurley, a quien azuza en pos de Libby. Así que Reyes 8 acude al psiquiátrico y se las ingenia para visitar a la loca. Esta vez, sin el doctor Brooks merodeando por ahí, Libby le explica que está segura de que en otra vida convivió con Hurley primero en aquel manicomio y más tarde en una Isla, pero él insiste en que no recuerda nada de eso. De todas formas, bien porque intuía que Libby tenía razón o bien porque esperaba que así su madre le dejaría en paz, Hugo y ella acuerdan tener una cita. Un picnic. En la playa. El picnic del que Michael les privó en la Isla, la cita que nunca pudieron tener. Y cuando Libby le besa, Hurley finalmente tiene los consabidos flashes y comparte la sensación de una vida anterior.

Y en un coche, a través de sus flamantes gafas de sol, Desmond observa el momento. Mágica, emotiva y estremecedora escena, una de las mejores de la temporada. Y es que, si los primeros capítulos de la 6ª pecaron de carecer de momentos memorables, estos últimos lo han compensado con creces, brindándonos decenas de escenas que perdurarán en la memoria.

Estoy obviando cosas tremendamente importantes, algo excusable teniendo en cuenta que 'Everybody Loves Hugo' es un episodio rebosante de momentos elogiables, y aún no he hablado del campamento de antiJacob, pero presiento que si sigo extendiéndome esta review terminará siendo impotable, así que disculpadme si paso de puntillas sobre esta parte del capítulo: antiJacob talla y habla con una madera; Sayid vuelve de la Hydra, y conduce a su impostor líder hasta the package; antiJacob y Desmond hablan, y ambos confirman una vez más que son grandes personajes; el primero conduce al segundo hasta un pozo inédito y, tras engañarnos a todos, ¿incluído Desmond?, le arroja al interior. Dudo mucho que el escocés haya muerto, al menos no aún, pero sospecho que esa caída va a determinar su papel en los últimos capítulos de la serie. Por otra parte, una de las escasas cosas que no me gustan de esta 6ª temporada, y que me irrita sobremanera, es el descaro y la impunidad con el que los guionistas se sacan de la manga escenarios desconocidos hasta ahora, cuando otros ya vistos con anterioridad, como el Templo, la Estatua de Cuatro Dedos o las estaciones DHARMA, podrían cumplir perfectamente sus cometidos.

La penúltima escena es épica y extremadamente sarcástica. Hurley ha tenido la aparatosa idea de servirle en bandeja de plata a antiJacob a las únicas cuatro personas que le faltaban para poder abandonar la Isla: los tres candidatos restantes (Jack, Hurley y Sun) y alguien que pueda pilotar el avión (Lapidus). Por lo demás, destacar la mirada ávida de la coreana, buscando sin éxito a su marido entre la multitud, la esforzada sonrisa que Kate le dedica a Jack y el intercambio de miradas entre este último y el usurpador del cuerpo de Locke. Ya de por sí, habría sido un final apoteósico, pero eso no era todo, ni mucho menos...

Es un tanto tramposo que junto al flash principal incluyan otro de otro personaje, pero al ser la última temporada, que para más inri no tiene demasiados capítulos, también me parece comprensible que los guionistas se permitan estas licencias, aunque siempre sea molesto que incumplan las reglas que ellos mismos se han impuesto. El sideway final, con Desmond acechando a Locke, es muy inquietante, al igual que todos los actos del brotha después de su viaje interdimensional. ¿Por qué diantres ha atropellado a John Locke? Lo único que tengo claro es que, sea como sea, el calvo se topará con el hospital de Jack, y quien sabe, a lo mejor este aprovecha para hacerle la operación de columna que le prometió... En fin, colosal cliffhanger.

Otra vez no...

Antes de cerrar, ahora sí que sí, me gustaría comentar un último detalle que me ha agradado totalmente mientras veía el capítulo: la atmósfera. En todo momento, especialmente durante la acción isleña, se respiraba la cercanía del final. Es un ambiente sumamente amargo, pero también necesario, y que nunca se había apreciado con tanta facilidad.

Y ahora sí que sí, esto es todo. En resumen: capítulo genial En un Hurley-tómetro, probablemente el único que podría disputarle el puesto de mejor episodio de Hugo sería el 1x17 'Numbers', que curiosamente, al igual que este, también dirigió Dan Attias, uno de los enormes directores de 'Los Soprano'. Nada, que me cuesta terminar... Tal vez influya que este podría ser el último análisis que redacto de un capítulo lostiano. Esto es todo otra vez. ¡Ah!, y os haya gustado o no la review, y estéis o no de acuerdo conmigo, por lo menos espero que me reconozcáis el mérito de no haberos intentado hacer reír a costa del sobrepeso de Jorge García...

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