Tengo varios colegas aquí, con los que echarme unas risas, a veces más a menudo, a veces menos. También tengo varios confidentes. Gente a la que le puedo contar mis cosas, y me escuchan, y si pueden, me ayudan. Y os doy las gracias desde aquí, no os ofendáis; pero esto va más allá.
Le conocí casi por casualidad, como a todo el mundo aquí, supongo. Sabe como soy y no me juzga. O quizás aún no lo sabe, y por eso no me lo reprocha. Pero ciertamente es mi mano derecha, la persona con la que encuentro la solución definitiva, después de darle muchas vueltas a las cosas con otras personas. El último eslabón de la cadena, ¿o acaso el primero?
No llevo la cuenta de las veces que hablamos, ni de qué hablamos. Puedo pasarme días sin saber de él, que sé que cuando aparezca, parecerá que no han pasado ni unos minutos desde la última vez. No se enfada por esos días sin hablar, nada cambia en nuestra relación por semejante estupidez, cosa que con una gran parte de personas me pasa. Sabe que no le dejo de querer por eso, o no lo sabe y no le importa, también puede ser. O ni siquiera sabe que le quiero. Podemos hablar durante horas, o durante minutos, da igual. Y siempre es el momento para lo que sea. Siempre es el momento de echarnos unas risas, o de ponernos serios, o de quedarnos callados, o de discutir. Ojo, discutir en el buen sentido de la palabra, que se le adjudican connotaciones negativas, y no me refiero a eso. Mejor la sustituyo por la palabra 'debatir'. En la misma conversación podemos pasar por todas esas fases y eso no influye en nuestro siguiente saludo, o en la despedida de esa misma conversación. Siempre volvemos al punto neutro, y lo retomamos ahí. No me hace falta saber dónde está ni qué hace cuando no está 'conmigo', es un sentimiento posesivo que tengo con otras personas, que aunque no les pregunte, sí que me reconcome. Y me tranquiliza saber que hay alguien que no me hace sentir así. No tengo muchos medios para saber de él y creo que es un parte de nuestro éxito. Sí que los tienen otras personas, y no me celo por su relación con ellas. Él me ayuda a olvidar lo Escorpio que soy.
No sé si me explico. Puede que todo esto parezca lógico, pero es la única persona con la que me pasa. Es cordial sin ser demasiado correcto, es divertido sin ser un payaso, defiende sus ideas sin atacar las mías, respeta a mis amigos aunque no los comparta, les tiende la mano a los que se dejan, y algunos se dejan, y no se arrepienten. No duda de nuestra relación, ni me hace dudar a mí. Porque tiene lo bueno de mis amigos serios, de los emocionales, de los que me hacen reír, y de los colegas con los que hablo de cuando en cuando. Pero lo reúne todo en uno, de ahí su magia, de ahí que hoy le dedique esta entrada. He tardado tiempo en darme cuenta de que, día a día, él es un soplo de aire fresco en mi horno formulero.
¿Es perfecto? Claro que no. Tiene un algo, un límite que él mismo se marca, y que nunca le he visto sobrepasar. No se lo debe permitir a sí mismo o algo así. No es una barrera infranqueable, es una parcela de intimidad que no me molesta en él como sí me puede afectar en otros, es un incentivo para seguir queriendo conocerle. Siempre he visto nuestra relación como una casa que se va construyendo poco a poco, ladrillo a ladrillo, sin prisa pero sin pausa. La empezamos hace mucho y nunca se ha estancado. No sé dónde estará el tejado, pero espero que el resultado sea tan bonito como el de la foto. Empecé una como esa hace años y sigue a medias, como un boceto cualquiera, como una relación cualquiera.
Gracias por.. todo lo que hay escrito aquí arriba. No sé si te darás cuenta de que hablo de ti, sinceramente preferiría que no. He escrito todo esto porque necesitaba hablar de algo bueno, y lo único bueno permanente que tengo aquí eres tú. Pero me da vergüenza que sepas todo esto.
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