Pocas veces te van a pedir a gritos '¡ayúdame!', por lo que hay que saber mantenerse en silencio y estar alerta para oír esas llamadas de ayuda, esa vocecilla que dice 'me agota de esta situación', 'sé que tú puedes hacer algo'.
¿Por qué no? Porqué no mirar hacia adelante, pensar en lo que tienes, lo que no, lo que perdiste, y lo que podrías tener. ¿Por qué sí? Porqué seguir viviendo en el pasado, y dejar que éste condicione tu presente y futuro. Porqué acumular malos recuerdos, rencor, todas las cargas negativas que nos exigen un desgaste psicológico y físico (sí, también), que nos impiden reconciliarnos con nosotros mismos. Es hora de arrepentirse, prepararse para el cambio y confiar en que las cosas pueden ir bien. Hoy sé que el destino, al que echamos la culpa de nuestros tropiezos, depende en gran parte de lo que nosotros estemos dispuestos a ofrecer, a apostar y, sobre todo, a DAR.
Dos acontecimientos recientes me han llevado a escribir esto hoy. Nunca más tendré miedo a intentarlo, ni miraré hacia otro lado. Nunca volveré a decirme 'no merece la pena', ni a pasarme meses (e incluso años) atormentada por mis propios demonios; porque al fin y al cabo, yo soy mi peor enemiga. Pero estoy dispuesta a perdonarme y empezar de nuevo. ¿Y tú?
Equivocarse nunca importa, vuélvelo a intentar (..), lo que en realidad importa es no renunciar jamás; pues tal vez estés a un solo paso.
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