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Un regreso estelar, un Mariano Rajoy invertido y un aquelarre de adolescentes enfurecidos.

Jueves 25 de Diciembre de 2014 22:41
 

-Pero no me vas a ayudar con la maleta, ¿o qué? ¿Estas son formas de tratar a una estrella INTERNACIONAL? -remarcó la última palabra.

-Perdona, señora.

-¿Qué es lo que has dicho, 'tasista' de pacotilla? ¿Me acabas de llamar.... señora?

-Sí, lo siento, seño... rita. -se corrigió con la voz quebrada, acechado ante la mirada de aquella señora.

Estela agarró la Samsonite y comenzó a alejarse, ante la mirada atónita del taxista, que no daba crédito a que se fuera sin haberle pagado. Salió detrás de ella.

-Oye, que son 35€.

-¿35 euros por un mísero paseo de menos de 5 kilometros? ¿Pero tú eres tonto?

-No, señorita, pero ésto está en el quinto coño y ha costado su tiempo traerte.

-Deberías estar agradecido porque yo haya viajado en ese 'tasis' mohoso tuyo. ¡Ya verás la de viajeros 'fas' que querrán ver el 'tasis' donde la gran Estela Reynolds fue una vez! 'Asín', ¡'asín' de 'fas'! -gritó, haciendo un gesto con la mano que expresaba mucha cantidad.

Estela siguió caminando, acercándose a la urbanización, pero el taxista no estaba contento.

-Vale, señorita Reynolds, pero me tiene que pagar.

-Pues vete rebajando, que no voy a darte tanto dinero. Y no es porque no tenga, ¿oyes? Que yo estoy forrada, si me visto todos los días con 'Guchi', pero sé cuándo alguien me está timando. Y tú, me estás timando.

-Esto... 34€.

-¿Un euro de rebaja? ¿No te arruinarás?

-32€.

-No he dicho nada pero en el asiento había restos de cristal, ¡casi me los clavo en el pompis! -le señaló con el dedo- ¿A que te denuncio?

-30€.

-El 'tasis' olía a porro.

-24€.

-Apestas a whisky barato. Estabas conduciendo borracho.

-¿15€? -preguntó con tristeza, pensando que no iba a ganar un duro..

-Vale, pues te los mandaré por Año Nuevo. ¡'Bais'! -se despidió Estela, contenta por haber conseguido timar a aquel taxista acusándola de haberla timado.

Estela continuó su camino hacia la comunidad en la que había convivido: Mirador de Montepinar. La había echado de menos... bueno, en realidad no, se plantó allí porque no tenía dónde caerse muerta, puesto que su nuevo novio, y actual ex-novio, Vladimir Ivanov, o como ella lo llamaba, "mi Putin", la había dejado.

-Hala, otra vez a la comunidad de locos, con la de hombres que querrían pasar una noche entre mis pechos. -dijo para sí, con la maleta en la mano y mirando, frente al portal, al edificio.

Entró en el portal y se encontró a Coque. Éste estaba fregando el portal con poco entusiasmo, y bostezando. Seguramente no habría podido dormir sus trece horitas.

-Buenos días doña Reynolds, ¿cómo usted por aquí? -le saludó el conserje.

-Otro que me pone de vieja. -se quejó en un tono bajo- A fregar, conserjucho. -ordenó a Coque.

Una señora rubia, de ojos azules y un tanto rellenita se despedía, mirando de espaldas, de alguien que subía las escaleras y del que ya sólo podían verse sus pies.

-¡Adiós mi 'jamorrr'! -gritó la señora, que por su acento no parecía ser española.

Como estaba despidiéndose de espaldas, chocó con Estela y el enfado de la vedette, como era de esperar, se hizo plausible. Estela hizo un aspaviento en el aire para contener el equilibrio.

-¡Pero mira por dónde vas, so gorda! Que casi me rompo una uña por tu culpa.

-'Hallo', yo soy Annemie, ¿y tú... quién cojones 'errreees'?

-Y a mí que me importa como te llames. -se dio cuenta entonces de que la Samsonite se había caído al suelo, vertiendo la mayor parte de su contenido- ¡Noooooo, mi Samsonite!

Estela se dio la vuelta y agachándose, pues tenía facilidad (debido a la práctica), recogió todas sus pertenencias. Entre ellas, un tanga rosa.

-¿Y eso? -señaló la extranjera el tanga.

-Pues un tanga, ¿tú no verrrr? -preguntó Estela en tono burlón.

-Sí, yo veo, 'perrro', ¿eso no es de... zorrutas?

-La gorda me intenta atacar con su triste vocablo inventado, pero yo le respondo con mi fina indiferencia. -murmura en voz alta- ¿Y tú de dónde eres, que hablas tan mal?

-De 'Jolanda'.

-Mira, donde las vacas son famosas... Ante mí tengo un ejemplo. -murmuró.

Agarró la maleta y tirando de ella hacia el Bajo A, le pasó la rueda por encima del pie de Annemie, que gritó al instante.

-Perdona, gorrrrda. -dijo burlándose- Es que tu jamón de pierna me ha obstaculizado el paso.

Introdujo sus llaves del Bajo A en la cerradura y entró a la vivienda. Dejó su preciada Samsonite en el primer escalón de la casa y se apresuró al baño, llevaba aguantando desde Rusia. Tenía que hacer popó, no sin antes ver a su aún marido.

-Fermíiiin, mi rey, ¡Fermíiin! Espetero de mi corazón, perdóname por... -se interrumpió al no encontrarlo por ninguna parte, así que dejó la maleta junto a la puerta- Pues me voy al baño, que me han entrado ganas.

Caminó rápidamente por el pasillo hasta llegar al baño, donde se encontró una situación que observó como si de un espectáculo circense se tratase: Javier acababa de salir de la ducha, llevaba una pequeña toalla que le cubría.

-¡Javier, mi rey! Cuánto me alegro de verte, ¡si hasta te he echado de menos! -mintió. para no pasar la Nochebuena entre drogodependientes agresivos y vagabundos mugrientos.

-Es... es... es...

-¿Pero qué te pasa, Pelocho? Cualquiera diría que no te alegras de volver a verme.

-Te.... la... -a Javier se le cayó la toalla, por lo que Estela miró instantáneamente abajo.

-¡Virgen de mi vida! -gritó Estela, llevándose las manos a la boca, sorprendida- Ahora entiendo por qué no te abandonó la niña siendo un muerto de hambre. Oyes, salte del baño, que necesito mi intimidad. -dijo empujándole, mientras le daba la toalla.

Javier se quedó parado, casi sin poder hablar.

-El orf...idal.... -pidió Javi con la voz entrecortada.

-¿El orfi-qué? -preguntó Estela extrañada y sin prestarle demasiada atención.

-¡Mis pas...tillas!

Estela empezó a buscar entre los armarios del baño, para buscar el maldito Orfidal.

-¿Pero dónde coño están las pastillas? Mira que me tienes pelusilla, Javier, qué te tiene que dar un pataflús justo cuando regreso a mi hogar después de sufrir un tormento. -expresó Estela, abriendo los ojos como platos al darse cuenta de que había pronunciado una de las

frases que Fermín constantemente repetía.

-En... cocina... -Javier aún no podía hablar bien.

-¿Pero desde cuándo se guardan las pastillas en la cocina? Si es que... ¡no discurres!

Estela caminó por el pasillo hasta la cocina, a paso lento, hasta que por fin llegó a ésta y encontró el bote de pastillas. Lo cogió y regresó al baño, donde Javi estaba bebiendo agua del grifo. Tragó cuatro pastillas de golpe, muy nervioso.

-¿Seguro que es bueno tomarse tantas de golpe? Que no son sugus, eh.

-Sí...

-Pues venga, fuera del baño, que necesito mi intimidad.

Echó a Javier del baño y tras cerrar la puerta, se sentó en el retrete. Al lado, por casualidad, alguien se había dejado un ejemplar del 'Cuore'. Estela lo abrió y en primera página, salió una noticia de la Duquesa de Alba.

-Qué bajo ha caído esta revista, que ahora salen noticias de cualquier tontaina. ¡Y a mí me denegaron la exclusiva sobre el padre de Lola! -se enfadó al recordarlo- Si es que vaya becarios tienen en las revistas, que no saben distinguir un bombazo informativo de cualquier notizucha barata. ¡Ojalá dejen de comprar esta basura, que no vale ni para limpiarse el culo y esa gentuza quiebre, que seguro que me vendrían llorando! Mi 'esclusiva' les reflotaba la revista, coño. -leyó la noticia- ¿Y cuándo se ha muerto esta señora? Madre mía, lo que me he perdido en mi ausencia. Santa mujer, con esa cara que tenía la pobre. Debía ser la más vieja de España. Aparentaba 120, por lo menos. Vaya problemón tienen algunas, que se van a la peluquería y hala, no saben que el botos no le hace ningún bien a nadie. ¡Yo jamás recurriré a esa toxina barata! -al terminar, se fijó en que no quedaba papel higiénico- ¡Papeeeeeeeeeel, cojoneeeeeeeeeeees!

Tras haber encontrado el papel higiénico en un armarito, salió del baño y caminó por el pasillo hasta la cocina, donde estaba sentado Javier, aún recuperándose del susto, deseando que hubiese sido un mal sueño del que pronto despertaría. Pero al verla caminar por el pasillo sus esperanzas murieron.

-¡Javier, mi rey! ¿Ya estás mejor? -preguntó, fingiendo estar preocupada.

-Sí, gracias... por tu preocupación. ¿Pero qué haces aquí, Estela? -quiso saber, con tristeza.

-¿Qué pasa, una no puede venir a pasar unos diitas en su maravilloso bajo con jardín a pesar de que tendrá que convivir con unos vecinos desequilibrados y un marido espetero?

-Pero le dejaste plantado poco después de casarte con él. Está... dolido.

-¿Dolido? ¿No se estará tirando a otra? -le miró fijamente.

-No, no, no... -dijo Javier, intentando ocultar algo.

Estela agarra la Samsonite y tira de ella hacia la habitación. Javier se queda flipando.

-¿A dónde vas?

-A instalarme. -sonríe, corriendo con su Samsonite hacia el dormitorio.

-¿Cómo? No, no, no. -se negó Javier frunciendo el ceño.

-¿Cómo que no, informaticucho de pacotilla? -su sonrisa se borró al oír la negación del Pelocho.

-Yo ahora vivo aquí.

-¿Y Lola? ¿Os habéis divorciado? -puso cara de alegría.

-No. Lo estamos intentando arreglar. Así que aquí no te puedes quedar -agarró a Estela del hombro y la empujó hacia la puerta, mientras Estela arrastraba su maleta.

-¡Quítame tus sucias manos de encima, Pelocho! No te atrevas a tocar a una estrella, que llamo a la policía y te demando por acoso sexual. ¡Vas a pasar el resto de tus días en la cárcel, entre travestis polioperados y negratas del top manta!

De pronto, suena el timbre. Javier se acerca y mira por la mirilla, se le ensombrece la cara al ver que es Fermín.

-¿Quién es?

-Nadie, el cartero, vete instalándote. Te cedo el dormitorio. -dijo empujándola hacia el dormitorio.

-Vale. Pero oyes, nada de tonterías por la noche, eh. Que si te cuelas en mi cuarto y te intentas propasar, gritaré.

Javier pone la mirada perdida, y mientras Estela se cierra en el cuarto para abrir su Samsonite y comenzar a vaciarla, éste abre la puerta. Fermín golpeó su cabeza contra la puerta debido a que Javi abrió la puerta en el momento en que él introdujo la llave en la cerradura.

-¡Uy coño! -exclamó por el golpe- Ten más cuidaito eh, Javi. -dijo calmado y sonrió falsamente, conteniéndola rabia mientras entraba al Bajo A- ¿Cómo está mi yerno favorito? -comentó sonriente.

-Fermín... ¿cuántas veces te he dicho que Lola y yo nos hemos dado un tiempo? -preguntó retóricamente.

-No, no... pero eso se arregla. -le respondió, sumando una negación con el dedo índice- Me acuerdo cuando llegué una noche del chiringuito, como el 'Jorge Dan' y me tiró la Raluka un jarrón a la cabeza, y aun con el pedo que llevaba lo esquivé. -afirmó orgulloso- Qué fuerza tenía la hijaputa', le dije que se apuntara a las olimpiadas regionales pa' lanzar jabalinas, pero me dijo que no. Total, que al final echamos un 'porvo' detrás del sofá, pero en plan conejo eh... -se distrajo en uno de sus habituales monólogos, pero Javi le interrumpió.

-Fermín, no me interesan esos detalles.

-Uy qué pelusilla me tiene... Bueno, me voy al cuarto a coger mi albornoz, así ya no me pongo más el tuyo. -respondió mientras caminaba hacia el dormitorio en el que se encontraba Estela, pero Javi lo agarró del brazo y le impidió que entrara- ¿Qué haces?

-Nada, que no puedes entrar porque... porque está todo hecho una mierda. La cama sin hacer... -Fermín lo interrumpió.

-¿Cómo que la cama sin hacer? ¿No te habrás traio' a una chati, no? -preguntó frunciendo el ceño y quitando la mano de Javi, que le estaba agarrando el brazo.

-¡Que no, Fermín, que no puedes entrar!

-Uy uy uy, tú te has montao' aquí un picadero de soltero, ¡hijo' la gran puta! -gritó, enfatizando especialmente aquel insulto.

Entonces Javi lo agarró y lo empujó hacia el portal.

-¡Javi, Javi! -exclamaba golpeando la puerta- Como me entere de que te estás zumbando a otra, te corto los huevos y me hago un espeto. -le amenazó en un tono más bajo, mientras que Javi lo escuchaba atónito tras la puerta- Pobrecita mi niña... que se ha casao' con un cabrón... -comentó alejándose de la puerta, mientras Javi resoplaba.

-La mar está fresquibiris, fresquíbiris, fresquíbiriiiiis, y da mucho gustíbirus, gustíbiris... -tarareaba Estela mientras sacaba toda su ropa.

Se dio cuenta de que su tanga había desaparecido, se lo había mangado la extranjera.

-Ha sido la Faleta Rottenmeier. ¡Pues se va a enterar! -prometíó venganza.

La puerta del cuarto se abrió y Javier entró dentro, quería librarse de la vedette a toda costa.

-Bueno... Estela...

-¿Sí? -respondió ella sin mirarle, feliz porque tenía un lugar en el que quedarse.

-Te tienes que ir.

Estela se giró lentamente y clavó su mirada en él. Se acercó.

-Mira, Pelocho... Yo sólo acato las órdenes de un mindundi si son exigencias del guión. Así que, a callar. Y ayúdame a deshacer la Samsonite.

-No. Si es un guión de una película buenísima.. Se llama... -de alguna manera, reunió fuerzas- ...a la puta calle. -enfatizó, haciendo gestos con la mano que "la invitaban a salir".

Tres minutos más tarde, aunque Estela ni siquiera recordaba cómo pasó aquello; se encontraba fuera del bajo, y Javier le había cerrado la puerta en las narices. Ella comenzó a aporrear la puerta con los puños mientras gritaba.

-¡Pelocho! Ábreme la puerta ahora mismo o le digo a la niña que te estás trincando a una guarra por día, ¡eh! Que yo me presento en el ático y me invento una película que es que me dan un Goya. -recapacitó al oírse- No, no, un Goya no, que eso no me sirve ni de pisapapeles. Mejor un Óscar, sí. Quizás debería apuntarme a clases de inglés, aunque eso es para marujas. ¡Si hasta iba Doña Croqueta! Aunque, mira, ahí se ligó a Adrián, el del gas. Pero claro, pagando. Así cualquiera.

La puerta se abrió de nuevo y Estela sonrió falsamente, hasta que vio como su preciada maleta volaba un par de metros y se estrellaba contra el suelo del rellano. Se cerró la puerta de nuevo. Ella fue corriendo hasta su maleta.

-¡Nooooo, mi Samsonite! Que fue un regalo de Juan Carlos después de que tuviéramos un tórrido romance en el Palacio de Marivent. Qué tiempos aquellos, en los que me despertaba en la alcoba real y unas filipinas me traían el desayuno a la cama. No como ahora, que me tengo que arrastrar para poder tener un techo bajo el que cobijarme, unas paredes entre las que depositar mi cuerpecito hasta que llegue el fin de mis días.

Pero a Javier no le dió pena, y las puertas seguían sin abrirse.

-Pues me voy al ático, que seguro que está ahí mi espetero -dijo ella, al ver que no le abría la puerta.

Javier salió al oír aquellas palabras, temiendo que Estela pudiera volver a su vida.

-¡Ascensooooooooooooooooooooor! -gritaba, pero éste no llegaba- Qué asco, de verdad, vaya comunidad. Si lo sé, me compro una de esas colchonetas hinchables y me tumbo en el río, meciéndome por la corriente. Así tendría una mejor muerte que esta agonía de verme obligada a subir esta tortuosa escalera. -tras este monólogo, empezó a subir la escalera hacia el ático, agarrando la maleta.

Javier corrió tras ella, intentando convencerla de que no subiera.

-¡Tú! Puto Pelocho, ¡mira lo que le has hecho a mi preciada Samsonite! -le señala un rasguño- Exijo una indemnización, ¡me costó 400 euros! -mintió descaradamente.

-Vente al bajo, y te los doy.

-Sí, claro. Vete que ahora te sigo. -dijo de forma natural y éste se lo creyó, fue a darse la vuelta y Estela comenzó a subir corriendo.

Javier aceleró el paso e intentó alcanzarla.

-Oyes, qué buen ejercicio para mantener mi idónea figura. ¡Tú no me coges, mojón, que tienes menos resistencia que Falete en una huelga de hambre!

Por fin llegó al ático y antes de que Javier se lo impidiera, llamó al timbre. Cuando Fermín estaba sentado en el sofá, hojeando una revista de coches y mujeres exhuberantes, sonó el timbre. Se levantó a abrir, por supuesto quejándose de que le hubieran molestado mientras "leía" el número de su revista favorita.

-Hay que ver... hay que ver que siempre me tienen que molestar en el mejor momento. Espero que sea pa' darme una buena noticia...

Al abrir, sus ojos se clavaron en la mujer que había llamado a la puerta, y se quedó paralizado. Era Estela Reynolds, había vuelto tras un año de relación con un ruso millonario, por el que abandonó a Fermín.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHH! -la mujer que le hizo caer en una tristeza infinita durante varios meses había vuelto, como solía hacer, gritando- Fermíiiiiin mi amooooooor, ven que te lo como todo. -se abalanzó sobre el espetero y le besó apasionadamente y ante la negativa de Fermín, su enfado se hizo plausible- ¿¡Pero cómo te atreves espeterucho de pacotilla!? O sea, que me cojo un avión desde Rusia, vuelo 7 millones de kilómetros y vuelvo a esta comunidad, que además está en el culo del mundo, ¿para que tú me hagas la cobra? -preguntó visiblemente enfadada.

-Ah, ¿que encima la que se enfada eres tú? -preguntó retóricamente, resoplando y mirando de un lado a otro, intentando apaciguar su ira, que poco tardaría en estallar- ¿¡Cómo se puede ser tan hija de puta!? Me abandonas como a un perro en la feria, te vas con un rumano millonario pa' pulirle la cartilla, y ahora quieres que te dé un morreo...

-Che che che che, cuidadito con cómo me hablas eh, que aquí todos hemos cometido errores -dijo girando la mano con el dedo índice apuntando al cielo mientras sonaban todas sus extravagantes pulseras- ¿Y qué es eso de 'morreo'? ¿Te piensas que soy una de esas adolescentes mojabragas que se pasan el día hablando del Martín Cansas?

-Se llama Mariano Casas, y es amigo de la niña, así que no te pases. Que una vez me dijo a mí que mi negocio podría salir a flote, pero le dije que estaba harto de "echarle billetes" y entonces al decir lo de 'flote' se me vino a la mente la flota de pedalos que monté en la playa, y le pregunté que si eso era bueno pa' montarlo en Madrid, pero claro, aquí no hay playa, como la canción. Y como no la monte en un lago pa' darle de comer a los patos no creo que eso salga bien.

-Fermín, que te vas del tema... -le interrumpió Javi, que se encontraba detrás de Estela.

-Bueno, a lo que iba, que yo estoy mu' feliz ahora mismo con... -se percató de que Javi estaba haciendo gestos, tratando de impedir que contase que tenía otra relación- ...con Lola y Ursulita.

-¿Me estás rechazando? -se lamentó entre sollozos y llevándose la mano a la boca, como solía hacer cuando se emocionaba. De pronto, comenzó a olfatear- Aquí huele a hembra... ¿¡No te estarás tirando a una guarra!?

-¿Y a ti que te importa? Si has estao' un año fuera, sin llamar a la niña, ni siquiera pa' saber cómo está tu nieta...

Estela lo interrumpió al oír la palabra 'nieta'.

-De nieta nada, es hija de mi hija. Yo soy muy joven para ser abuela.

-¿Joven? Si tienes unas arrugas que parecen las grietas de las calles de mi pueblo, aunque ya las están arreglando. Me ha dicho la Raluka que están quedando mu' bonitas y mu' lisitas, ojú, qué ganas de verlas, pero claro, no tengo ni pa' sonarme los mocos, como pa' coger otra vez el AVE. -Estela le volvía a interrumpir.

-¿Cómo que Raluka? ¿No estarás con la gorda esa no? Que te quiere sacar el dinero...

-¿Tú me vas a hablar a mí de sacar dinero? ¡Si cuando nos hemos quedao' sin un duro te has cogío' la 'Sambanita' y te has ido!

Al entrar en el interior del ático no pudo evitar fijarse en la alemana, a la que recordaba por haber robado su tanga rosa y haberla llamado "zorruta".

-¿Pero te estás tirando a la Faleta Rottenmeier, maldito espetero de merendero? -preguntó, visiblemente enfadada- ¿Cómo me puedes haber sustituido a mí, a una musa del destape con el culo como una piedra y unas curvas de escándalo, con semejante esperpento que parece una copia fea de la Ángela Merkel? -hizo una pausa dirigiéndose a la holandesa- Y tú, ya me estás devolviendo el tanga, que sé que me lo has sisado. Venga, trae.

-¿Qué tanga? Yo no robarr nada. -se hizo la loca.

-¿Qué tú no robarr nada? Pero será mentirosa la gorda ésta, ¡ven aquí, hija de puuuta! -le gritaba a la vez que se lanzaba contra ella, tirándola al suelo. Pero pronto la holandesa se puso encima de ella haciéndole una llave que había aprendido en alguna clase de artes marciales- Socorro, Fermíiin, que tengo 200 kilos de masa grasa sobre mi cuerpecito. ¡Auxilioooo!

Fermín, atónito, no había tenido tiempo de reaccionar. Después de conseguir separarlas, Fermín le dijo a Estela lo primero que se le vino a la cabeza.

-Es la chacha, cobra 2 euros la hora. Es que es holandesa y tiene que volver a su país porque su abuelita 'Majarrús'... -Annemie lo interrumpió.

-Mi 'jabuela' se 'liama' Mahault, ¿y qué es 'jeso' de que soy la...

Cuando iba a pronunciar la palabra 'chacha' Fermín la interrumpió.

-La hija, eso, eso, no es la nieta, es la hija. -explicaba como excusa mientras levantaba a Estela del suelo y la sacaba rápidamente de casa para que Annemie no le desmintiese. Femín, démonos una oportunidad, por favor! -suplicó arrodillada.

-Paca, tu tiempo se acabó, ahora soy feliz sin ti. -replicó mientras la mira arrodillada, cerrándole la puerta, mientras estaba con las manos cruzadas y arrodillada en el suelo, y a Javier, que aún no daba crédito tras el espectáculo que acababa de ver.

-Fermíiin, mi amor, perdóname. Me he equivocado. No volverá a ocurrir. -intentó dar pena, todavía arrodillada en el rellano. Javier aprovechó para escabullirse- ¿De verdad me vais a dejar tirada en Navidad, que son momentos para reunirse en familia y ponerse a parir los unos a los otros? ¿Qué queréis, que tenga que arrastrarme a un cochambroso albergue para pelearme contra mendigos y vagabundos pulgosos por un triste plato de sopa? Estela Reynolds jamás caerá tan bajo. -seguían sin contestar- Lola, ¡ábreme! Que te traigo un regalo.

Estando dentro Fermín, su hija le preguntó desde el piso de arriba que quién había llamado a la puerta.

-Nadie, nadie... era el fantasma de las navidades pasadas, pero vamo' que ya lo he mandao' a tomar por culo. -dice mientras se vuelve a sentar para proseguir la "lectura"con normalidad- Uy uy, las tetas que tiene la 'jamerga' esta, me recuerdan a las de la Paca... -se emocionó levemente, recomponiéndose al instante.

Annemie se pasó la mano para limpiarse después de haberse pegado con la Reynolds. Se acercó hasta Fermín, que estaba leyendo una revista.

-Ferrrmino, mi amor. ¿Porr qué has dicho que errra la chacha? -le preguntó, sentándose a su lado- ¿No querias que la zorruta supiera lo nuestrrro? -se fijó en la revista, viendo de lo que era- ¡Oye, Ferrrmino! No te perrrmito que veas eso. ¡La mujer única de vida tuya debo serrr yo, yo! Ademas, ¿cuando nos vamos a casarrr?

Annemie metió la mano dentro del pantalón, para rascarse el culo y Fermín observó como lo hacía y tras sufrir varias arcadas contestó.

-Es que la zorruta era mi novia, y me abandonó hace un año por un rumano 'milloneti' hasta que el otro ha visto que se le acababa el parné y la ha echao' de la mansión de una patá'. Y como la Paca se entere de que eres mi novia te tira por el balcón, pero porque es mu' pasional, que me pegaba unos meneos'. Como la Raluka, una 'esnovia' rumana, rubia, de ojos azules, guapísima, vamo' una modelo... tota' que me vio llegar a casa con un paquete de patatas y como estaba a dieta me cogió del pantalón y empezó a darme vueltas por el suelo, hasta que me revoleó por la ventana. Caí varios metros. -explicando su hazaña, indicaba con los dedos los metros desde los que cayó- Vi mi vida pasar a toda hostia, pero vamo', que era mu' fea mu' fea, porque na' más que vi a la Raluka y a la Paca, bueno, y a las 3000 mujere' que me he empotrao'. Qué vida la mía, cuántas muj... -se interrumpió al percatarse de que Annemie se había quedado dormida- ¡Amelí! -le gritó para despertarla.

-¡Annemie, Ferrrmino, Annemiiiiieeee! -le corrigió al despertarse- Entonces serrrré una 'chiiiachiiia' porrr un díiiia... ¡'Chiiiachiiia porrr 'sourrrpresa'! -se rio escandalosamente.

-'Esahto', qué lista mi novia. -la miró de arriba a abajo- Y qué burro me pones. -se dieron un beso apasionado y Fermín lo interrumpió- Pero dame la revista, que no la he acabao'.

Annemie agarraba la revista, sin soltarla.

-No, no. Ya te he 'dichioo' que la mujer única de tu vida debo ser yo. No estas zorrutas de la rrrrevista. Y aún no me has rrrrrespondido, ¿cuando nos casamos? Quierro que boda sea como la primera que tuve. Vaya ceremonia seerr. -la recuerda entonces- Nos casamos en el monte y después fuimos de caza. Me carrrgué dos jabalís, asi, a porr 'olo.

Fermín comenzaba a sentirse furioso, pues tan solo quería leer la revista.

-¡Que me des la puta revista!... -gritó tirando de la revista-...cariño. -intentó suavizar la situación.

-Ah pero Ferrrmiiiino, si tú querrrer leer revista, yo dar a tiiii revista. No tener que poner asíiii. -le recriminó.

-Uff... -resoplaba, intentando contener la ira- ¿Cómo que nos casemos? Si todavía no me he divorciao' de la Paca. Y como me cueste lo mismo que con la Raluka... qué hija de la gran puta, como me quería sacar el dinero hasta separaos', con lo fea y, y, y lo gooorda que era. Que se bajó un día de la cama y rompió los muelles. Hizo 'puuumba', tota' que se 'vorcó' la cama y me di con el pico de la mesilla. Tres puntos de'sustura'. -contaba mientras señalaba la cicatriz- Con lo bonita que me había quedao' la casa, con su 'jarronsito', su 'arfombrita',... Un lujo, pero claro, eso había que ganárselo "echando billetes". Monté una flota de pedalos que no funcionó, 'asín' que tuve que volver a la barca y los espetos. Y además que yo atraía a las holandesas en la playa con mi 'sesapil', y eso siempre funciona. Si yo era un pícaro de playa, pero la Raluka me quita puntos, normal, seguro que se los comía... -Annemie le interrumpió.

-¿Perrro no errra una modeeelo?

-Sí, sí, pero es que fue 'anorésica', y to' lo que había perdío', lo ganó en los últimos años. Que se iba a salir de España y no le iba a hacer falta coger el avión pa' Rumania.

Estela bajaba las escaleras hasta el portal.

-Qué deterioro.. Yo, que he compartido lecho con los mejores amantes de todo el planeta, con empresarios influyentes y magnates del petroleo. Yo, Estela Reynolds, una actriz de talla internacional, una musa del destape; humillada y rechazada por un espetero -dirigió la vista hacia el cielo, alzando las manos- ¡¿Pero por qué sigo aquí?! ¿¡POR QUÉ!?

La vedette, triste y sola, se acercó al sofá, en el que recordaba que las viejas se sentaban a menudo, para cotillear. Dejó la maleta a su lado y se tumbó en el sofá, estirando las piernas. Colocó las manos sobre sus ojos, para aguantar una lágrima que estaba brotando. De pronto, se reclinó en el sofá y abrió la maleta, buscando un bote de pastillas. Sólo encontró uno de Paracetamol, y se echó unas cuántas en la mano. Las observó durante algunos segundos.

-Un triste final para las memorias de Estela Reynolds. Suicidarse con una sobredosis, justo en Navidad, abandonada por su familia y rechazada por un mindundi. -suspiró triste- Mis Memorias serán un "bes seler", como el libro de la Esteban, pero yo no ganaré un duro, pues estaré muerta... Lógicamente.

Miró de nuevo las pastillas, pero antes de que pudiera decidir algo escuchó unos pasos. Era Enrique, y preguntó a Estela que qué le ocurría, y tras ésta haberle contado todo lo acontecido finalizó su monólogo con unas plegarias.

-Enrique, siempre he estado enamorada de ti, hazlo por nuestro amor imposible, como el de la Pantoja y Julián Muñoz. ¿Qué quieres, que me quede en la calle, a merced de cualquier depravado transeúnte? ¿Que vean como ha deteriorado Estela Reynolds, que ha pasado de los más altos lujos a tener que mendigar por un techo en el que cobijarse, teniendo que felar miembros de camioneros por un mísero mendrugo de pan que llevarme a la boca? Déjame quedarme en tu casa unos diitas, por favor. -dijo arrodillándose y cruzando las manos.

El concejal, haciendo gala de su solidaridad, se conmovió ante las plegarias de Estela y aceptó la propuesta de la vedette de quedarse "unos diitas" en su casa. Pero, por supuesto, cuando la musa del destape conseguía entrar en una casa, resultaba bastante complicado hacerla salir. Después de deshacer su maleta e instalarse en el bajo del concejal, oyó el timbre. Era Fina, que como solía hacer siempre, había bajado a la casa de Enrique "a tocar un poco las pelotas". Abrió Estela, ya vestida con su típica lencería.

-¿Y usted quién es? ¿Una cartera jubilada? -dijo Estela con cara de pocos amigos.

-Bueno... más o menos... -contestó Fina con una sonrisa maquiavélica dibujada en la cara- Vengo a traerte la correspondencia, vedette venida a menos. -aquella sonrisa volvía a aparecer.

-Qué miedo me está dando la vieja esta. -comentó para sí Estela- ¡Y de venida a menos nada! Lo que pasa es que Norma Duval fue mi mano negra en el mundo de las boas y los corsettes. -explicaba- Bueno, ¿qué correspondencia viene usted a darme? ¿No será la factura del sablazo que le he metido a la tarjeta del ruso cabrón? -preguntaba inquietada.

-¿Qué tal te ha caído la nueva novia del espetero?

-¿Qué nueva novia?

-Pues la holandesa con sobrepeso.

-Uh, ¿mi Fermín se está tirando a la Faleta albina? Pues la Angela Merkel se va a cagar, y esta noche pienso presentarme en la cena. -dijo Estela haciendo un gesto con la mano que explicaba que iba a ser mucho el por culo que iba a dar.

-Hala, a pasar una noche buena. -replicó Fina caminando hacia el ascensor, y hablando sola como de costumbre.

-¡Y usted a ver las telenovelas! -gritó a Fina, y ésta, estando dentro del ascensor, le respondió con una mueca de odio.

Estela se quedó mirando a aquella señora, sorprendida de que supiera tantas cosas. Y con una de sus comunes caras de repulsión cerró la puerta.

Pasaron unas horas, y la cena de Nochebuena había llegado. Estela se despidió de Enrique con un "¡Adiós mi Rubalcaba!" y subió al ático con uno de sus extravagantes vestidos y repleta de sus numerosas joyas de bisutería barata de las que ella solía decir que eran regalos de jeques. La "actriz y vedette" llegó a la vivienda donde había convivido junto a su hija y su aún yerno, que también había subido para pasar la Nochebuena en familia, puesto que se sentía solo en el bajo y sus ganas de volver con Lola cada vez eran mayores por lo que aprovechó esa cena como un acercamiento hacia la actriz. Estela hizo sonar el timbre y fue recibida por Lola.

-¡Hijaaaaaaaaaaaaaaa! -gritó Estela al volver a ver a su hija, a la que no veía desde su secuestro en Colombia- Pero qué guapa estás con el pelo otra vez largo, me recuerda al de hace alguna temporada...

-¡Mamáaaaaaaaaaaaa! -gritó al igual que su madre, sumándose a un abrazo muy cariñoso- Ay, gracias, tú también estás muy guapa, el frío de Rusia te ha sentado genial, te ha quitado todas las arrugas.

-¿Qué arrugas? -replicó Estela apartando a su hija de mala manera, y echándole una mirada fulminante.

-Bueno, las arruguitas que tenemos todos, mira, mira yo. -intentó arreglarlo Lola con su típica voz dulce, señalando una pequeña arruga al lado de su nariz.

-No abramos el cajón de mierda tan rápido, que la cosa había empezado bien. -recriminó Estela con una falsa sonrisa.

-¿Y... qué haces aquí?

-Que he dejado al ruso porque echaba de menos a tu padre, -mintió- el frío de las llanuras le dejó la minga sin movilidad alguna.

-¿A papá?

-No, coño, al ruso. Bueno, que vengo aquí para pasar la Nochebuena en familia, aunque no sé si querrá tu padre, porque esta mañana me echó de mala manera, y el gilipollas de tu marido también, ¡fueron muy crueles! Querían dejarme a merced de vagabundos salidorros y adolescentes alcoholizados sin objetivo alguno en la vida, mi chocheta correría peligro y siendo mi útero un vergel no es de buen gusto que el hijo que naciese de mis entrañas tuviera la misma edad que tu hija... Úrsula.

-¿Te echaron? Pues no pienso dejarte solita, esta noche la vas a pasar con nosotros. -dijo Lola invitando a Estela a pasar con sus brazos.

Estela entró a la estancia y observó con su frecuente cara de asco como la holandesa comía con ansias un pollo rebozado. Javier y Fermín observaron atónitos como su peor pesadilla había llegado y preguntaron la causa de su presencia. Lola por su parte, le recriminó a ambos el trato que su madre había recibido en estas fechas en las que la familia debía permanecer unidas, y acabó su discurso con un "Pasemos la noche en paz".

-Pásame el mando, vamos a ver las tonterías que dice el nuevo rey -le ordenó Estela a Vicente, que, como de costumbre, estaba viendo la tele.

-No, vamos a cenar.

-¿Y?

-Pues que hay que hablar, no quedarse empanados viendo la tele. -explicó Javier.

-O sea, que al mojón de tu padre le dejáis poner un partiducho de fútbol, un deporte insulso y ajeno de toda gracia, pero yo, que con toda mi buena fe os pido que por favor, me dejarais escuchar a Felipito Quinto, soy ignorada.

-Mami, el pollo lo ha cocinado Annemie, ¿a que está bueno? -intervino Lola para cambiar de tema.

-Pues hombre, siendo la chacha y comiendo aquí de gratis, qué menos que cocinar ella... -Estela disimulaba que no sabía que la holandesa era novia de Fermín- Aunque mi Coq au vin hubiese estado mejor que esta mierda, que sólo con mirarla me engorda.

-Pues bien buena que está la mierda. -replicó nervioso Fermín.

-¿Cómo que la cha... -la pregunta de Lola fue interrumpida por una patada de Fermín- ...Aaaah, sí, la chacha, es que claro, tanto tiempo lleva que ya parece mi segunda mami.

-¿Cómo que tu segunda mami? O sea, que la gorda esta te prepara un pollo rebozado típico de restaurantuchos extranjeros sin clase alguna y ya es tu segunda mami. ¿Y quién te ha criado, quién dio su vvvvvvida por ti?

-Criarme a ratos.

-¡Ajáaaaa, ya has abierto el cajón de mierda! -exclamó Estela, dando un golpe en la mesa y remangándose las mangas de su vestido.

-Ya estamos con el cajón... ¿pero es que no se oxida? -dijo Javier, siendo ignorado por todos.

-No, es que estoy harta de que te vayas cuando te venga en gana y encima esta vez, justo cuando te habías casado con papá y ahora quieras que te ponga el pin de madre y esposa del año. ¿Es que te piensas que somos de piedra o qué?

-Estela Reynolds no piensa tolerar ésto, Estela Reynolds se va a acabar esta mierda rebozada y se va a ir para la casa de algunos de sus amigos, ¡que los tiene 'asín', 'asín'! -gritó, sumando un gesto que expresaba gran cantidad.

-A mí el pollo me recuerda a la comida de Gregoria, tiene el mismo rebozado. -dijo Vicente entre gritos de Estela y Lola.

-¡Que os calléis ya, coño! -explotó Javier, tirando el tenedor al aire, aunque al darse cuenta de que había reaccionado cual energúmeno recogió el tenedor del suelo y se sentó en la mesa- Vamos a ver 'La noche en Paz' que están haciendo un sketch Cristina Medina y Ricardo Arroyo.

La cena transcurrió con tranquilidad, hasta que un comentario de Annemie desató la locura.

-Pues 'io' en 'Jolanda' tenía un chalettttte.

-¿¡Y qué haces liada con un espetero hija de puuuuuuta!? -exclamó Estela, lanzándose sobre la mesa y agarrando del pelo a Annemie a medida que gritaba.

Se enzarzaron en una pelea de la que les costó salir. Cuando entre Lola, Fermín, Javi y Vicente consiguieron agarrar a Estela, los dos primeros la "lanzaron" fuera del ático.

-Lola, con lo que yo te quiero, ¿cómo puedes hacerme ésto? -recriminaba Estela arrodillada en la puerta de la vivienda.

-Mamá, vete un poquitín a la mierda. -dijo irónica Lola cerrándole la puerta.

-¡A toma' por culo Paca! Que te vas a quedar sola, que ni tienes amigos ni na'. -exclamaba Fermín tras la puerta.

-Perrrrrdona, pero yo tengo amigos hasta en Italia. -contestó Estela.

-Po' los tendrás a tos' allí, porque no viene ninguno a verte. -afirmó Fermín.

-Qué ataque más gratuito... ¡pues ahora vas a ver la cantidad de amigos que tengo!

Estela caminó hacia el ascensor, pero al ver que no llegaba tuvo que bajar las escaleras soltando su habitual "Puta escalera". Al llegar al bajo, el plan que había maquinado comenzó. Entró en el cuarto de Fran, que aún estaba intacto tras su marcha y hojeó una agenda que tenía como propietario al hijo de Enrique y comenzó a mandar mensajes a todos los números que en ella había escritos, anunciando una fiesta en el bar 'Max & Henry' con entrada gratuita y barra libre. El recinto alquilado por Fermín en poco tiempo se llenó, y cada vez más adolescentes llegaban, formándose un "móvil-móvil" que dio salida a las bebidas que ocupaban la estanteria del bar, pero no de la manera que cualquier propietario quería. Con aquella música con alto volumen y lanzando botellas vacías de alcohol volar a las dos y media de la mañana, los adolescentes hicieron aflorar los peores sentimientos a los vecinos, y en especial a Fermín, ya que vio que todo el barullo provenía de su bar.

-Uy, uy, uy, la que me ha liao' la hija' la gran puta. -dijo Fermín desde su balcón, refiriéndose a Estela.

-Ay pero cómo va a liar mamá todo ésto. -replicó Lola, aunque sin esperar respuesta, puesto que Fermín se encaminó al portal.

El espetero bajó al portal, al igual que todos los vecinos, y llamaron a la puerta de Enrique... bueno, llamar poco. Más bien aporrearon.

-¡Presidente, que se nos llena ésto de yonkis! -gritaba Fina.

Durante todas las quejas y reclamos de los vecinos, llegaron Antonio, Enrique y Coque.

-A ver, tranquilidad, ¿qué pasa ahora? -preguntó Enrique, angustiado por la idea de que se sumaran más problemas a la comunidad.

-Pues que se ha llenado el bar de adolescentes borrachos que te están robando las bebidas. -contestó Nines.

-¿¡Qué!? -exclamó Enrique.

-Y tú en la calle... ¡presidente dimisión! -gritó Judith.

-Estaba en la despedida de soltero de Antonio. -replicó Enrique enfadado.

-Efectivamente, vecinos, estáis todos invitados a la ceremonia que se va a celebrar el día 28 en el jardín de Enrique a las siete de la tarde. -Antonio publicitó su boda.

-Ah, muy bien, la comunidad se desmadra y tú de putas. -le recriminó Javier.

-Que no estaba de putas. -contestó Enrique.

-Uy qué mentiroooosoooo. Si se ha ligado a una mulata que tenía unos pechitos que eran bomboncitos, uffff, ufffff. -mintió el Rancio e hizo su particular berrido, causa de una excitación.

-Antoooonioooo. -expresó Berta entre sollozos.

-Que no mientas. -replicó Enrique.

-Coquito, ya hablaremos tú y yo. -dijo Nines a Coque, que también venía de la fiesta.

Todos los vecinos se dirigieron al bar, donde la música estaba a gran volumen y abundaban los adolescentes ebrios. Aunque no eran los únicos, pues una Estela borracha estaba subida a la barra cantando el fresquibiris.

-Fermín, ¿tengo o no -hip- tengo amigos? -le dijo Estela, tropezando en la barra por la cogorza que llevaba.

-Será hija de puta. -respondió Fermín.

-Vedette molesta, te ordeno que eches a toda esta chusma de la comunidad o serás rnamonestada. -amenazó Antonio.

-Eso lo digo yo. -se quejó Enrique.

-Uy, qué miedito, mira, mira como tiembl... -Estela cayó de la barra al fingir que temblaba.

-Ea, ahora a dormir la mona. -dijo Fermín entrando al bar- Che, che, vosotros. -intentó llamar la atención de los adolescentes- Ehhh, ehhhh. Nada oye, que voy a tener que apagar la música. -apagó la música y fue atendido por todos los adolescentes, pero no de la manera que él quería, pues todos, enfurecidos, se acercaron a él, y no con cara de buenos amigos- Presi... que es su turno de hablar. -reculó Fermín y empujó a Enrique al interior del bar.

-Eh, bueno, soy Enrique Pastor, concejal de juventud y tiempo libre en el Ayuntamiento. Me gustaría saber la razón por la que se ha montado tal barullo en mi recinto. -se presentó Enrique un tanto acojonado.

Uno de los adolescentes se acercó a Enrique, se puso a un palmo de su cara y se dispuso a "dialogar", o al menos eso esperaba el concejal. Y a medida que el silencio por la falta de música (que Fermín había interrumpido) aumentaba el enfado de éste.

-Yo soy Carlos Ruíz, adolescente y cumpleañero y le aconsejo que vuelva a poner la música.

-Creo que se está usted equivocando, la música que nombra está perturbando el feliz descanso de los vecinos. Y está perjudicando al actual propietario de este local por el hurto de licores y bebidas, Felipe... Trujillo -añadió antes de que éste le protestara.

-Fermín, Fermín Trujillo. -corrigió Fermín.

-Espetero y -hip- mindundi -añadió Estela, con una copa en la mano.

El joven llamado Carlos alzó las cejas.

-Ahh, así que ese es el problema -se giró y le hizo una señal a uno de sus amigos para que se acercase- No pasa nada hombre, nosotros no somos ningunos delincuentes. Siempre pagamos nuestras consumiciones. Lo único que, ahora no dispongo de mucho dinero. Acepte un poco de esto.

El amigo de Carlos se sacó de su indumentaria varias bolsas.

-¿Qué prefieren, éxtasis, anfetas, heroína...?

-Cuidado, Enrique, que los pastilleros estos te buscan la ruina. -avisó Javier.

-¡Aquí no queremos drogadictos, que llenáis de jeringuillas el portal! Y suficiente tenemos con un conserje yonki -gritó Fina mirándolos a todos.

-¡Uy, qué agresiva es la cartera jubilada, ¿no? -comentó Estela, pero después se quedó mirando a uno de los presentes y se acercó hasta él- ¡Ven aquí, guuuuapetón! -el joven la rechazó- Oyes, no me ningunees, eh. ¿Pero tú sabes quién soy, cenutrio barbilampiño?

-Pues una friki. -contestó "el guapetón".

-¿Qué cartera? Si Manoli ya vino ayer.

-¿Friki? ¿Quién te crees que soy, una niñata de esas que te tiras en el baño durante el recreo? Pues no, soy muuuucho más, me voy a por otro de tus amigotes que seguro que desearían pasar una noche entre mis pechos.

-¿A qué esperas? -dijo el amigo de Carlos agitando las bolsas- Venga, que no tengo todo el día.

-Lo siento, pero yo no consumo estupefacientes, y dado que yo soy el propietario de este local, aunque no actual dueño, os exhorto a abandonarlo.

-Mira tío... ¿Cómo has dicho que te llamabas?

-Enrique, Enrique Pastor, concejal de juventud y tiempo libre y presidente de esta nuestra comunidad.

-Vale, Enrique... No te importa que te tutee, ¿no?

Carlos rodeó el cuello de Enrique con su brazo y prosiguió sin esperar respuesta.

-Yo te entiendo Enrique, pero entiéndeme tú a mí también. Si yo les digo a mis amigos que tenemos que irnos a otro sitio, no les va a sentar nada bien. Verás, mis amigos son un poco... impulsivos. Cuando les enfadas, les da por destrozar cosas y alguien podría salir herido. Y no creo que quieras ser el responsable de eso, ¿verdad, señor presidente?

-A ver, presidente, déjeme hablar. -Rebeca apartó a Enrique y se interpuso entre él y el adolescente con el que disputaba- No sé si sabes, Carlos Ruíz, que el hurto, desde su reforma en noviembre de 2003 en el artículo doscientos treinta y cuatro CP será castigado, con pena de prisión de 6 a 18 meses. Bueno, y las amenazas tampoco ayudan.

-¿Y ésta quién es, la abogada stripper? -dijo uno de los adolescentes, provocando las risas de sus amigos.

-No, soy la que os va a poner una demanda que te vas a cagar. -respondió Rebeca.

-Anda, quítate la camiseta, guapa. -dijo el adolescente entre risas.

-¡Pero serás baboso, niñato. -respondió Rebeca, apartando la mano del chaval.

-Estate quieto -le ordenó Carlos a su amigo para luego mirar a Rebeca- Disculpa a mi colega, lleva demasiado tiempo a pan y agua. ¿Por qué no nos vamos a un lugar más... íntimo y me explicas los artículos de la constitución? -dijo guiñándole un ojo a Rebeca.

-¿Pero qué dices? -respondió Rebeca ante la proposición indecente- Vamos, ya lo que me faltaba, tirarme a un nini.

-Bueno, no sería la primera vez... -añadió Judith, seguida su frase de una carcajada.

Rebeca miró a Judith con una cara que lo decía todo. Mientras tanto, la disputa entre Enrique y el adolescente Carlos continuó, y no fue precisamente a mejor...

-Venga, a toma' por culo de aquí todos. -ordenó Fermín, aunque mucho caso no le hicieron.

-¿Pero qué dice el viejo este? -replicó uno de los adolescentes.

-¿Viejo? A que te... -Fermín fue a pegar al adolescente, pero no contó con que el adolescente (por muy borracho que fuese) le arrearía un puñetazo mas fuerte del que él esperaba, algo que incitó a los vecinos a defender a Fermín de aquellos adolescentes enfurecidos.

-¡No, mi Fermín! -gritó Estela a la vez que se acercaba a empujones hacia ellos. Bastante mareada, estiró la pierna y como si fuera un balón, le arreó un patadón al adolescente agresivo- ¡Toma paaaatá'! Ufff, parezco Lina Morgan que en paz descanse, ah no, que no está muerta. -dijo Estela, notándose en esa frase que estaba borracha.

Los vecinos y los adolescentes se enzarzaron en una pelea de la que rápidamente salieron, pues notaron que no tenían ninguna oportunidad de "ganarles". Los triplicaban en número (o eso pensó Estela, porque veía borroso y no podía contar una mierda), aunque no en edad, pues les sacaban unos cuantos añitos a todos.

-Hala, a descansar, que los viejos se van muy pronto a la cama -contestó Carlos cerrándoles la puerta del bar.

-Uy, niñooooo, ¡yo soy muy joven!

-Verdad, aún no te hacen descuento en el autobús, pureta. -gritó tras la puerta.

Judith, se quedó "de morros", como solía hacer.

-¿Y ahora qué hacemos? Que yo tengo sueño -preguntó Vicente, visiblemente cansado.

-Pues a ponernos todos unos tapones, no hay otro remedio. -respondió Leo.

-¿Tapone'? Yo no me he puesto tapone' en mi vida, ni cuando me roncaba la Raluka en 'er' cogote y mira que roncaba fuerte, que me despertaba con el cuello caliente de, de, 'der' aliento que me echaba -Fermín, a punto de contar una de sus interminables anécdotas, se vio interrumpido por Antonio.

-Ni hablar, ese aquelarre de adolescentes enfurecidos ha despertado la ira de un mayorista, no saben con quién se la están jugando esos camellos.

-Vaya mierda de presidente, si lo sé, voto al Rancio. -comentó Maite mientras se alejaba hacia el portal.

-Qué vas a votar tú, ¡muerta de hambre! Si ni eres propietaria. -le respondió el pescadero, a pesar de que le estaba apoyando.

Después de que la mayor parte de vecinos se dirigiera a sus casas para intentar dormir, Antonio, como era de esperar, ideó uno de sus "planes geniales" para sabotear la fiesta de los adolescentes, pues en estas fechas tan especiales aumentaba el consumo de marisco, y él tendría que levantarse a las 5 de la mañana para repartir. Aunque claro, si trabajaba el día de Navidad era precisamente para poder estafar a los desesperados y los tontos que dejaban las compras para el último día. Para llevar a cabo su "plan genial" pensó en los vecinos más conflictivos, o los más fáciles de engatusar. Es decir: el tonto, el bicho, la vieja maldita y el espetero, este último porque, además, era el actual dueño del bar que los adolescentes borrachos estaban destrozando. Y la anterior, porque con tal de joder a alguien se apuntaba a un bombardeo. El plan era sencillo, sólo tenían que gasear el local para que a los adolescentes les fuese difícil respirar y tuvieran que irse de Montepinar, una comunidad en la que siempre había paz y tranquilidad... bueno, casi siempre...

-¿Y ésto cómo va? -preguntó el conserje refiriéndose a un extintor.

-Anda que... vaya conserje, cómo haya un incendio la llevamos clara -Fina se quejó con su particular voz, y fue ignorada por todos.

-Tomad, ponéos estos trajes. -ordenó Antonio, que había traído unos nuevo disfraces, de aquellos que usaba con su mujer.

-¿Y por qué me voy a poner yo eso? -preguntó Fermín.

-Para el espetero el de torero, para la vieja el de cupletera, para el tonto el de explorador, para el bicho el de abeja maya y para mí, el de conquistador español. ¡Soy el Hernán Cortes de Montepinar!

-¿Cupletera? ¿Eso qué es, una bebida?

-Pues la peineta te la pones tú, calvorota. -replicó Fina.

-Señora, que es una misión comunitaria, vamos a llevarnos bien, eh... -contestó Antonio resoplando.

-Tenemos que ser una piña.

-Yo la como para el tránsito, me la recomendó el médico. -comentó Coque, ingenuo como siempre.

-No, para eso vienen mejor los kiwis... ¿De qué me suena a mí ésto? -preguntó Fermín, con la mirada perdida.

-A ver, los amantes de la fruta que se reúnan luego. Que os dispersáis. -interrumpió Nines.

Después de coger los pocos extintores que había en los rellanos, y otro del garaje, se adentraron en el local como si fueran un grupo de guerrilleros liderados por Antonio, disfrazados y armados con extintores y mucha valentía (y estupidez, eso en mayor cantidad). Al entrar, Fermín observó a "la Paca" roncando encima de la barra.

Al mismo tiempo que este particular grupo de terroristas asaltaba el bar, otros tantos vecinos más "civilizados" (Enrique, Rebeca y Sor Quisquilla, a ratos) llamaban a la policía, alegando que unos adolescentes enfurecidos estaban perturbando la tranquilidad que habitualmente se respiraba en la pacífica comunidad. La policía, como era de esperar, tardaría en llegar, pues Mirador de Montepinar era más díficil de encontrar que el poblado de Los Pitufos, sumado a que eran altas horas de la madrugada y además, era un día festivo.

-¡Por Montepinar! -gritó Antonio seguido por los demás integrantes.

-Cantudo... ¡puuuta! -decía en sueños la vedette.

Nines, que iba detrás del pescadero, apretó el extintor y sin quererlo, un chorro se estampó contra la cara de la vieja.

-Hostias, si es que con la careta no veo.

-Enana, me vas a dejar ciega... -fue la respuesta de Fina.

-Bueno, primera baja de la batalla... -dijo Antonio, sonriendo al ver a la vieja- ¿Aunque usted ya está acostumbrada a estar recubierta, no? De nata de extintor, de mierda...

-Mejor oler a extintor que a peces podridos todo el día. Pescadero, te vas a enterar. -Fina prometió venganza, y la cumplió- ¡Yonkis, el que va de conquistador se llama Antonio Recio! -gritó y después le habló al Recio en voz baja- Te vas a hartar a pagar denuncias, cornudo. ¡Y la primera la mía, eh! Que me debes 500€.

-Esperarse, que ya no somos una piña, sin una porción, la fruta pierde todo el encanto. Es como cortarle las orejas a un conejo, o el rabo a Nacho Vidal.

-O quitarte a ti los espetos. -dijo Estela desde el suelo, pues se había despertado con el barullo.

-Tú a dormir, que bastante has 'hesho' ya... -replicó Fermín.

-Joder, me quieren sacar el dinero de todas partes. Entre la boda, la vieja esta...

-¿Cómo va el extintor? -preguntó de nuevo el ingenuo Coque.

-'Asín'. -dijo Fermín, mientras accionaba el extintor, sin contar con que estaba apuntando hacia él, llenándose así la cara, al igual que Fina.

-¿Ésto es una cámara oculta o qué? -preguntó entre risas uno de los adolescentes.

-De cámara oculta nada, os vais a cagar. -amenazó Antonio, accionando el extintor, a la vez que Fermín, mientras que Nines accionaba el extintor de Fina.

-Oyes, pescadero loco, nada de amenazar a mis amigos, que... -se interrumpió ella misma, vomitando sobre el suelo del bar.

Pero los extintores, que estaban medio vacíos, no tardaron en gastarse y nadie se fue del bar, salvo Estela, que quería tomar un poco de aire fresco (o más bien, que se le bajara la cogorza)

-¿Qué pasa ahora? -dijo Antonio angustiado- Pues nada, ¡a tomar por culo! -gritó, sacando el táser que siempre guardaba y electrocutando a uno de los adolescentes.

Al ver que uno de sus amigos caía al suelo inconsciente por la descarga eléctrica, el resto de los borrachos no tardaron en salir corriendo, empujándose los unos a los otros y cayendo al suelo.

-¡Que me he quedao' con tu cara, y con tu nombre, Antonio Recio! -le gritó el que había discutido con Enrique, mientras se alejaba corriendo.

-Sí, pero mira cómo va, seguro que se le olvida pronto. -señaló Fina, con cara de asco.

-Pero qué habéis hecho, ¡habéis espantado a todos mis amigos! -dijo Estela, que entraba en el bar en aquel momento.

Entonces llegaron dos agentes de policía, un tanto enfadados por las horas a las que les habían llamado. Menos gracia aun les hizo descubrir que no había ninguna fiesta en el bar, ni rastro de ningún adolescente borracho. Enrique apareció y al llegar allí, se quedó de piedra al ver que se habían ido del bar.

-Perdonad, agentes, pero les juro que hasta hace un momento había al menos cincuenta en mi bar, armando follón.

-Che, che, che. Mi bar. -puntualizó Fermín mirando de reojo a "Los Pitufos", sin ninguna simpatía.

-¿Sí? Pues vamos a tener que multarles por alteración del orden público y llamada falsa a un servicio de emergencia.

-¿Y cuánto? ¿100 euros? -preguntó Lola preocupada, pues sabía que no sería tan baja cantidad.

-1590 euros. -respondió el policía, mientras escribía en una agenda la "factura".

-Alma ahí! -gritó Amador asustado.

-Amador, que tú no eres propietario, no tienes que pagar. -Leo puntualizó a Amador.

-Hostias, qué susto. -dijo Amador, aliviado.

-Si abonan la multa en menos de cuarenta y ocho horas se le aplicará una rebaja del 20%. Buenas noches.

Los policías se alejaban, hasta que escucharon a Fermín.

-¡Hijos de puta! ¿Encima nos dais las buenas noches? -gritó Fermín a los policías.

-¿Quiere usted otra multa? -preguntó a Fermín uno de los agentes.

-No, no... -reculó Fermín, yéndose hacia donde estaban todos los vecinos.

Los vecinos no sabían cómo pagar aquella multa, y entonces, Coque, como solía hacer, "dio con la clave".

-Oye, ¿y sí os apuntáis al concurso de patinaje intercomunidades? Era el papel que tirasteis todos a la basura, pero creo no hace falta inscripción.

-¿Y cuál es el premio?

-2.000€ -respondió Enrique.

-Nos sobra para pagar la multaza -hip- y además colocar una alfombra roja en el portal, para darle más 'glamur' -dijo Estela.

-¿Cómo nos vamos a aprender una coreografía en un día? Y encima con patines, nos vamos a romper el coxis.

-¿Eso qué es? ¿Se come? -preguntó Coque, que fue respondido por una mirada de sorpresa de Enrique.

-Sí, a ti si que se te han comido el cerebro los porros... -le dijo Fina.

-Clarooooo, el tonto ha dao' con la clave. -contestó Antonio a la propuesta del conserje.

-Yo colaboro encantada en esa mierda de concurso. 100€ -reclamó Estela.

-Claro, claro, encima de que nos han puesto la multa por su culpa viene pidiendo dinero...

-Ésta... ésta es una hija de puta. Y se va a apuntar por mis santos cojone'.

-Me apuntaré si me da la gana, sólo faltaba que tuviera que hacer caso a un mindundi espetero. Y perrrrdona, pero por supuesto me tenéis que pagar. A mí me iban a coger para ser 'Uendis' en Peters 'Pans', el musical. Pero me rompí un tobillo días antes del gran estreno... Lástima.

-Sí, para algo te agacharías cincuentona, que tienes más patas de gallo que un gallinero. -replicó Fina.

-Mira, cartera jubilada, vamos a llevarnos bien.. No quieras ser enemiga de Estela Reynolds.

-Puta y vieja, en la calle ya no te cogen ni los camioneros. -contestó Fina.

-Aaaggg, -expresó Estela entre sollozos.

-Peleas aparte... Mañana quedamos en el portal a las 10 para ensayar la coreografía. -los citó Enrique.

-¿A las 10? ¡No me jodas! -se quejaba Vicente.

-Papá... -contestó Javier a las quejas de su padre.

-Sí, bueno, da igual que ensayemos porque luego sobre hielo nos saldrá como el culo...

-Bueno, como el culo no, de culo. -Coque hizo uno de sus ingeniosos chistes y se rio ante la mirada perdida de los vecinos, que no tardaron en irse a sus casas.

-Tengo yo las rodillas como para bailar. -dijo Fina con su voz temblorosa, entrando en el ascensor.

-Eso, eso, usted a ver a Ana Rosa. -le comentó Antonio.

-Y tú a limpiar pescado, pescadero, que hueles más mal.. -contestó Fina.

-A esta vieja, un día, la meto en el camión y la hago mejillones. -le murmuró Antonio a Berta.

Estela consiguió convencer a Enrique de quedarse una noche más en su casa, alegando que en su estado, y con su cuerpo, podría ser víctima de algún vagabundo desaprensivo. El presidente fue compasivo, pero le dio un ultimátum: Al día siguiente, a la calle.

Llegaron las diez de la mañana, y todos los vecinos estaban en el portal, excepto Vicente. Aunque Lola y Javier también llegaron tarde, tras una larga noche de lujuria y pasión desmedida. Vamos, que mojaron.

-Bueno, pasemos del viejo cojín que tampoco iba a hacer mucho. -dijo Antonio.

-Pues más que tú, pescadero loco. -replicó Estela.

-Oiga, a mi marido no le insulte, que no debería estar haciendo toda esta pantomima.

-Bueno, ya empieza la malfollada desde muy temprano.

-Antooonio. -intentó que su prometido la defendiese, pero éste pasaba totalmente de su futura mujer.

-Podríamos hacer una coreografía infantil, con princesas, príncipes y villanos. -propuso Lola.

-Pues la protagonista tengo que ser yo. A mí me iban a coger para ser Maléfica, pero se lo llevó la 'Jolie', normal, si tiene la boca seca de tanto caérsele 'clis'. Así que tengo experiencia. -afirmó Estela.

-¿En qué? ¿En que se te caigan los clips? -dijo Fina, soltando una risa maquiavélica.

-Señora, vamos a empezar bien el día.

-Si estás tú en la comunidad es imposible, descocada -intervino Berta.

-Lo que es imposible es que tu prometido moje, que lo tienes que tener al pobre a dos velas. No hay más que verte la cara. Antonio, querido, si quieres repetimos lo que ocurrió hace años.

-Uy, ¿qué pasó?

-Nada, nada, está borrrrracha perdida -mintió el pescadero.

-¿Que qué pasó? Pues que le hice ver las ostras y los mejillones, algo que nunca había conocido. Claro, es que entre mi bicicleta, y tú... ehm, ¿qué haces tú? ¿El crucifijo?

-A ver, calláos ya que así nada va a ninguna parte. -interrumpió Enrique la disputa.

-No, si nunca ha ido a ninguna parte. -replicó Javier.

-Qué pesimista eres, Pelocho, no sé como la niña te aguanta.

En media hora los vecinos (excepto Fina, que sólo estaba allí para joder) se inventaron una coreografía de lo más fantasiosa e infantil, repleta de príncipes, princesas, brujas, y por supuesto ranas. Además usaban los disfraces de la obra de teatro que habían representado algunas semanas antes. En fin, que cutre se quedaba corto para describir la coreografía. Era.. una puta mierda. Habían elegido como canción a 'Let it go', de la reciente película de Disney 'Frozen'.

-Ay, cuánto daño ha hecho Disney -señaló la musa del destape al ver aquel panorama- Yo no me pongo esa mierda de disfraces. Que tengo una reputación que mantener.

Estela, entonces, salió del portal para ir a comprarse un disfraz, seguramente elegiría el de la protagonista de 'Frozen', su ego estaba por las nubes. De pronto salieron Amador y Maite, que probablemente irían a ver a Patricia para conocer el estado de sus hijos.

-Mira, qué pringaos', menos mal que no somos propietarios. -dijo Amador, soltando una carcajada.

-Sí, pero al menos nosotros tenemos casa. -replicó Antonio.

-A que te meto, pescadero.

-Déjalo, si es imbécil. -intervino Maite.

Por la tarde, los vecinos de Mirador de Montepinar, estaban en los vestuarios, preparándose para su (pésima) coreografía. Eran los prímeros en actuar, y no pensaban dejar el listón muy alto.

La hora había llegado, no podían remediar hacer el ridículo. Los vecinos entraron a escena.

-Let it 'gooooos'! Let it 'goooooos'! 'Can' 'jol' it 'bas' 'animooooooooor'. -cantaba Estela, disfrazada de Elsa, la protagonista de la película. Aún no había entrado en la pista, por ello todavía seguía en pie.

-'Enga' Paca, entra ya.

-Mira Fermín, parezco la princesa de 'Frousen'. ¿Has visto qué voz tan angelical?

-Sí, sí, ma' dejao'... ma' dejao'. -respondió Fermín, que no sabía qué decir.

-Pero si hasta mi gato Benito canta mejor que tú. -dijo Fina, que había ido a observarlos para reírse de ellos.

-Oyes, que por mí se disputaban 'Toms' 'Guoper', el de Los Miserables, y 'Stivi Spilber' para el remake de 'Mari Popings'. Pero no pude aguantar que se peleasen por mí y no acepte ningún papel.

-Claro, no había boca para tanto material. -contestó Fina.

Estela quiso responder a la vieja, pero un pitido les avisó de que el concurso comenzaba. Pasaron los seis minutos de coreografía y consiguieron lo que esperaban: un dolor de espalda tremendo, unos cuantos moratones y la moral por los suelos, aunque no era lo único que quedó por el suelo.

-Oye, pues no nos ha salido tan mal -comentó Raquel, que había ido por orden de su prima.

-Ignorarla... Es que es rubia.

-Yo he provocado ésto... -Estela habló y fue interrumpida por Fermín.

-Sí, sí, eso lo sabemos todos.

-...y yo lo voy a arreglar. Si nuestra coreografía ha sido una mierda... haremos que las demás sean aún peores.

-Lo veo difícil. -contestó Nines.

-¿Eh?

-Que las saboteemos, coño. -explicó Antonio a Coque.

Tras Estela conseguir la llave de los vestuarios, de la manera que mejor sabía hacer, es decir, agachándose... llevó a los vecinos a estas estancias y entre todos, manipularon los patines, de manera que no pudieran mantenerse en pie ni dos segundos. Además, a El Encinar del Archiduque le cambiaron la canción del radiocasette, para que no supieran sincronizarse. A otros, les tiraron objetos para distraerles. Y uniendo todos y cada uno de los sabotajes, consiguieron llegar a la final, en la que se enfrentaban a la Atalaya del Arcipreste. La final no se celebraba el mismo día, sino dos días después. Pero en lugar de prepararse una coreografía decente, intentaron sobornar al presidente de aquella comunidad, Pedro de la Rosa. Fermín, seguido por los demás vecinos excepto por Enrique que se opuso a tal atrocidad, comenzó a "echarle billetes" al presidente de la comunidad vecina, pero como era de esperar, Pedro se negó a dejarse ganar. Cuando todos se marcharon, llamó a Estela siseándola.

-¿Qué te crees, que soy un perro? -respondió Estela ante el siseo, girándose.

-Vamos a ver, Estrella... -se vio interrumpido por la vedette al oír que la llamaba Estrella, puesto que era el nombre que se le había quedado al escuchar nombrar a Estela por alguno de los vecinos.

-Estela, Estela Reynolds. -corrigió.

-Vamos a ver, Estela, yo soy un hombre ya hecho y derecho, quiero decir que yo soy muy joven pero que he vivido mucho y hablo siempre desde la experiencia. -explicaba Pedro.

-No sabes cuánto te entiendo.

-Y la experiencia me dice que los negocios hay que cerrarlos como Dios manda... -dijo, a la vez que echaba una mirada picarona a Estela.

-¿Eh? -preguntó extrañada.

-Ya sabes... -de nuevo lanzó una mirada picarona hacia la actriz.

-¡Oh, ah, sí, sí. Estela Reynolds es experta en cerrar negocios! -exclamó lanzándose a la bragueta de Pedro.

-¡Pero quitaaaaaa! Qué asco, por dios. -apartó a Estela y sin mirarla se subió la bragueta, asqueado.

-¿Cómo que qué asco? ¿Quién te has creído tú para rechazar a Estela Reynolds? ¡Que Fernando Esteso me chupó un pezón! -le gritó enfadada.

-A ver, Estela, que yo soy gay y con quien quiero cerrar un negocio es con el de la camisetita de tirantas y el pelo así engominado. -dijo guiñando un ojo.

-¿Con mi Fermín? ¡Uh, pero qué te has creí... -recapacitó al pensar que además de conseguir ganar el premio y quedar bien delante de toda la comunidad podría reírse mucho tiempo de Fermín- Pues tacho la cita con Ramona.

-¿Qué? -Pedro no sabía a lo que se refería.

-Ah, pues que es 'jigolós'.

-¿Qué es eso?

-Puto, puto, ¡puto! Si es que hay que saber idiomas, coño. -explicó Estela.

-Pues no sabía yo que... -dijo atónito.

-Sí, de día Fermín el espetero y de noche... eh... Ferminga. Yo soy su chula -mentía Estela ante la cara de sorprendido de Pedro, que no entendía lo que le acababa de decir- Que soy la que cobro, coño. Son 3000 euros, así que venga, suelta la pasta.

-No, no, hasta que no trisque no hay pasta.

-Bueno, bueno, pero que ni pasen 24 horas porque te mando a un sicario y te vuela la casa. ¿Y tú por qué quieres tirártelo, con lo guuuuapetón que eres tú? -dijo mirando a Pedro y pasando la lengua lascivamente sobre su labio superior.

-Pues porque mira, te voy a ser sincero, Felipe...

-Fermín, Fermín.

-No es que sea guapo, pero tiene un no se qué que qué sé yo que me pone a mil. ¿Y que me vas a contar tú? Si eres la que te lo triscas todos los días. -dijo cerrando la boca rápidamente, e intentando cambiar de tema- Me lo imagino pegado a mi cuerpo sudoroso, con esos músculos, ese culo prieto, oooog! -dijo arrugándose la camisa- En fin, ¿de qué estabamos hablando?

Estela se quedó mirándole con cara de asco, sorprendida de que le diese una imagen de Fermín que ella nunca había visto.

-Ah, pues que esta noche a las diez tienes la cita con Ferminga. Hala, a pasarlo bien eh... -dijo yendo al ascensor y soltando una carcajada.

La vedette convocó una junta para informar a los vecinos del plan que se le había ocurrido.

-¿Y esta impresentable para qué nos convoca ahora?

-Pescadero, a callar, que me toca hablar a mí. -mandó Estela a callar a Antonio- A ver, vecinos, como ni la suma de vuestras únicas y vagas neuronas podría idear un plan genial, he decidido que lo voy a hacer yo, gratuitamente, claro.

-¿Tú gratuitamente? A ti en Rusia se te ha congelado el cerebro. -replicó Javier.

-A ver, el presidente de la Atalaya me ha ofrecido... eh... 2000 euros por acostarse con Fermín. Yo, lógicamente me negué, pero me dijo que o lo hacía o nos denunciaba por haber llegado a la final haciendo trampas.

-Hala, espetero, al catre con el presi. -dijo Fina riéndose.

Fermín se quedó atónito, y tras en un principio negarse, todos los vecinos se unieron en un grito conjunto. Hasta que Estela dio con el mazo en la mesa.

-Fermín, esta noche tienes tu cita a las diez. -anunció Estela sonriendo.

-Uy, uy, uy, la que me ha liao' la hija de puta. -contestó Fermín.

-¿Pero dóooonde se ha visto a un político maricón? Qué país.. -preguntó Antonio.

-Es como si Mariano Rajoy fuese invertido. -respondió Berta.

-Ese lo que es es un pájaro. -dijo Vicente.

-Fermín, tienes que aceptar, ¿o prefieres dejar a la comunidad en números rojos? Te comprometiste, yo confié en ti. -dijo Enrique.

-Bueno, pero el que la mete soy yo eh... -contestó Fermín- Lo que tiene que hacer uno por, por, por su comunidad, si es que yo 'vargo' pa' político. Me presenté a las elecciones de mi pueblo, 'E&B' se llamó el partido, significa 'Espetos y Barca'. -contaba Fermín mientras que los vecinos le miraban sorprendido y Vicente roncaba profundamente.

-Se levanta la sesión. -exclamó Estela.

-Eso lo digo yo. -le comentó Enrique- Qué manía con quitarme las frases.

Llegaron las diez de la noche y Fermín se presentó en el piso de Pedro de la Rosa.

-Buenas noches.

-Tú debes de ser... Ferminga, ¿no? -preguntó Pedro con una sonrisa- Pasa, pasa...

Cuando Pedro le dio un beso a Fermín de repente todo cambió, y Fermín empujó al presidente de la Atalaya fuera de la cama, tirándolo al suelo.

-Uy qué asco, si me ha sabío' peor que el coño de la Raluka. -dijo Fermín volviéndose a poner la ropa y saliendo rápido de la casa.

-¡Ferminga! ¿Dónde vas? Que no has terminado tu trabajo -le llamó Pedro, pero éste había desaparecido.

Este hecho enfadó muchísimo a Pedro, pues no soportaba la mentira y el engaño. Y Estela le había engañado. El día del concurso, motivó a sus vecinos con frases como "Hay que machacarlos" o "Hacedles comed hielo".

Antonio, ante la idea de perder y endeudar a la comunidad con 1590 euros, se le ocurrió otro de sus "planes geniales" en una nueva junta en el edificio.

-Vedette moleeesta, tú tienes las llaves de los vestuarios, ¿verdad? -Estela afirmó- Pues tengo un plan genial. Coque, dame los mejores estupefa... estup... esput... ¡drogas, coño!

-¿Eh? -respondió Coque.

-El plan consiste en que uno de nosotros se haga pasar por vendedor de bebidas isotónicas que dentro llevarán un poquito de droga que le traerá a Coque su amigo el moro 'hijoputa'.

-Buf, con la que le liaste la última vez, no sé yo si querrá venir... -dijo el conserje.

-Ponle 20 euros y verás como viene... -respondió Antonio.

Milagrosamente, el moro amigo de Coque le vendió la droga, y Leo, haciéndose pasar por vendedor de bebidas isotónicas, entró en el vestuario y se las repartió a los concursantes de la Atalaya del Arcipreste.

Aquellos que bebieron, que fueron todos incluído Pedro de la Rosa, quedaron drogados e inhabilitados y como consecuente los vecinos de Montepinar se alzaron con el premio: 2000 euros. Estela, en un descuido de los vecinos, intentó huir con el cheque, pero yendo con el vestido de princesa no tardaron en alcanzarla.

-Umm, es que iba a... a cobrar el premio. Iba a daros una sorpresa, mis adorables vecinos. -se excusó Estela.

-No, no... más sorpresas no, bastantes nos has dao' ya... -replicó Fermín.

-Tenemos 2000, pero al menos nos rebajarán la multa... ¿Enrique? -dijo Berta.

-318 euros. Es decir, la cantidad resultante a pagar serían 1201 euros. -calculó el señor delfín.

-Nooooo, pero la rebaja nos caducó ayer. -puntualizó Antonio.

-Claro, pero si el mindundi este se hubiera tirado al "presidente flor" nos habrían dado 3000 euros. -recordó Estela, sin caer en la cuenta de que ella había informado a los vecinos de que Pedro les daría 2000- Por lo menos nos hubieran sobrado milquinientos euritos.

-¿Cómo que 3000? ¿Pero no eran 2000? ¿Qué nos querías hacer el lío? Po'... a mí el lío no eh... a mí el lio no que, que... -lanzó uno de los patines con los que había "actuado".

-Cuidado con cómo me tratas eh, que la tenemos... -contestó Estela.

Los vecinos de la Atalaya, como también ingerieron burundanga que se encontraba disuelta en la bebida isotónica no recordaron nada, ni siquiera su disputa con los vecinos de Montepinar. Por su parte, los vecinos de esta última se quedaron discutiendo frente a la pista de patinaje, pero lo que no sabían la que se avecina...

Con las colaboraciones especiales de...

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