-Estela, se acabó, te tienes que ir de mi casa. Te permití quedarte una noche más tras la que me liaste en el bar, y ya llevas tres. Así que lo siento mucho pero... adiós.
-Enrique, ¿cómo puedes hacerme ésto? Veo que sólo era un simple juguetito sexual para ti. ¿Y dónde dejas estas tres noches de lujuria y sexo desenfrenado, en las que nos amábamos entre sábanas. -gritaba, pretendiendo que se enterase algún vecino- ¡No, Enrique no, deja mis pechos!
-¿Pero qué dices?
Se dirigió al cuarto e hizo la maleta
-Estela Reynolds se va, para no volver. Ah, y por cierto, que voy a repartir una circular con la foto de tu miembro, salchichita de cocktail. -escupió y se marchó.
La vedette, al acordarse de que su hija y Javi se habían reconciliado en Nochebuena, decidió asaltar la casa en la que vivió durante un tiempo: el Bajo A.
Mientras tanto, un taxi aparcó frente a la comunidad, y el hombre que de él salió, no pagó los 40 euros que el taxista debía cobrarle, alegando que le estaba discriminando por llevar una muñeca hinchable y amenazándole con denunciarlo...
-Nada oye, si es que cada vez que vengo nunca me pagan... ¡Pues a tomar por culo, yo me voy!
-¡Eh, eh, eh... Que te me llevas la maleeeeeta! -gritó aquel señor, pero el taxista no le escuchó (o no quiso escucharle)- ¡Pues me he quedado con la matrícula! -siguió gritando, sin conseguir nada a cambio- Qué país de piratas. -miró al infinito- Menos mal que todavía te tengo a ti, Ana Rosa. -morreó a la muñeca hinchable.
El señor era Maxi, había vuelto de su luna de miel con Ana Rosa, y tendría una excusa cuando sus amigos "Los Leones" y su socio Enrique le preguntaran por algún souvenir: Le habían robado la maleta un grupo de terroristas durante su viaje a Colombia, puesto que llevaba objetos muy valiosos y material que pondría en duda la legalidad del gobierno colombiano.
Llamó al timbre del Bajo B. Y le abrió Enrique.
-¡Socio, cuánto tiempo!
-¡Maxi! -exclamó Enrique, y se sumó al abrazo de su amigo- ¿Pero dónde has estado? Ni una nota me dejaste. -le recriminó.
-Pues nada, que aproveché la luna de miel con Ana Rosa para encontrarme a mí mismo, y me encontré por Colombia, la India, Suiza y Andorra. Allí me encontré también a Jordi Pujol. Tenía el dinero en una cueva, y hasta ahí puedo leer.
-¿Y no me has traído ningún souvenir?
-Un grupo de terroristas me robaron la maleta en Colombia. Estaba llena de objetos valiosos y material que pondría en duda la legalidad vigente del gobierno colombiano. Hubiera sido el "Pequeño Maxi".
-Bueno, bueno, lo importante es que has vuelto y...
-Ahora podré volver a intentar reflotar el bar. -interrumpió a Enrique justo cuando el concejal iba a contarle que había alquilado el bar a Fermín.
-De eso precisamente quería hablarte. -dijo persiguiendo a Maxi, que se dirigía hacia el bar.
Maxi entró en el bar y se encontró con sus colegas "Los Leones".
-¡Leones! -gritó Maxi.
Todos se unieron en corrillo y comenzaron a gritar "¡Eh, eh, eh, eh, eh! Leooooooones, Leooooooones, Leoooooooones", mientras que Fermín los miraba sorprendido y Maxi les explicaba a sus colegas lo ocurrido en este año y pico.
-A ver, a ver, dejadme hablar que tengo que yo también tengo que contarle mis aventuras amorosas a Maxi. -interrumpió Enrique.
-Presi, a callar y a dejarnos a los amigos en paz. -le mandó a callar Amador.
-Bueno, y... ¿éste qué hace aquí? -preguntó Maxi mirando a Fermín.
-Presi, es su turno de hablar. -intervino Amador.
-Ah, ahora sí habla "el Presi", ¿no? -preguntó Enrique molesto- A ver, sooocio, es que en tu ausencia pues tuve que alquilarle el bar a este señor... Fe... Fermín Trujillo. -dijo mirando a Fermín, que asintió con la cabeza tras haber acertado Enrique su nombre.
-¿Cómo? ¡Pero sí este bar se llama 'Max & Henry'! Es como si a "Oceans" le quitases "Eleven". No me esperaba ésto de ti.
-Pues entonces supongo que no querrás hospedarte en mi morada. -dijo Enrique.
-Socio, estás perdonado. Vamos, vamos, que tengo que instalarme. ¿Y Fran, aún no ha vuelto? Qué chaval, se tiene que estar trajinando a unas mulatas.
-Maxi, por favoooor. -respondió Enrique ante la imaginación pervertida de su amigo.
Estando dentro de la vivienda, Maxi se instaló en el cuarto de Fran.
-Ufff, aquí huele a hembra.
-Bueno, sí, es que se quedó Estela a dormir unas noches.
-¿Te has tirado otra vez a Estela? -preguntó Maxi.
-No, no, por Dios... -contestó Enrique.
Al mismo tiempo, en el Primero C, los Recio (bueno, más bien Berta) se encontraban inmersos en los preparativos de su boda, que se celebraría ''Si Dios quiere.'' según Berta, dos días después.
-Berta, hazme de comer. -dijo Antonio entrando en casa, feliz por haber acabado de trabajar.
-¡Antooooonio! ¿Te has comprado el traje? -preguntó Berta con una sonrisa en la cara.
-Uy, se me ha olvidado. Bueno, mañana lo compro. Berta, los caneloooooneees. -dijo sentándose en la mesa y expresando desespero.
-No, no hay canelones, llevas uuuuna semana diciendo que lo compras mañana, y ya quedan dos días para la boda. -su sonrisa se borró- Menos mal que te he comprado yo uno, me he llevado dos horas en la cola de la tienda, es que estaban los trajes de rebaja, ¡me ha golpeado una maruja con un bolso! -dijo mostrando un golpe en el hombro- ¡Venga, pruébatelo!
-Bueeeeno, pero me tienes que compensar con unos canelones de txangurro y unas natillitas. Uffff. -resopló mostrando excitación.
-¡Que sí, que sí, que te hago lo que quieras! -su sonrisa se volvió a dibujar.
Antonio salió del cuarto, despreciando el traje que le había comprado su mujer con cosas como ''Pero si parezco un cuuuura". Berta estaba disgustada al conocer que a su marido no le gustó el traje que ella le había comprado, y que le había costado un golpe en el hombro por parte de una señora.
-¿No te gusta el traje? Pero si es muy elegante, se lo he visto puesto al mismísimo Mel 'Gipson', un muy buen señor cristiano católico. -preguntó a Antonio.
-¿Y a mí qué me importa ese señor?
-Bueno pues yo no lo voy a descambiar. O te pones ese, o te compras tú uno. -expuso, visiblemente molesta- Es que siempre estás igual, y se supone que el día que vamos a celebrar es el más feliz de nuestras vidas, pero tú siempre estás quejándote, si hasta despedí a Lydia. Y tú nunca estás contento con nada y yo ya no puedo más, ¡no puedo más! -explotó, pues llevaba mucho tiempo aguantando quejas por parte de Antonio.
Su futuro marido, ante el berrinche que le había causado, reculó y aceptó ponerse el traje.
-¡Gracias Antonio, gracias! -dijo besándolo.
-¡Ay, quita ya! -Antonio la apartó- Y hazme los canelones eh.
Estela había llamado a un cerrajero, y aunque llevaba encima el poco dinero que había conseguido robarle al ruso, no pensaba pagarle. Fermín entraba entonces a la comunidad, venía del bar. Y como era de esperar, se indignó al saber que "su Paca" estaba cambiando la cerradura.
-¿Qué 'hase'?
-Adornando la puerta, no te jode. Pues cambiando la cerradura. -contestó Estela a la pregunta de Fermín.
-Pues ésto ya está eh. -intervino el cerrajero.
-Así me gusta, toma mi número, por si te sientes solo en los almacenes, y nos lo montamos entre tuercas y llaves oxidadas. -le entregó una tarjeta en la que se leía "Estrella Reynos. Musa destapada". Al leer la tarjeta, se dio cuenta de que el dependiente la había cagado, pero bien- Qué poca cultura, si me ha puesto nombre de gitana, de esas que te meten el romero por los ojos... -murmuraba, mientras, Fermín observaba atónito como su ex-pareja vendía su cuerpo a un gordo sudoroso.
-Pues... muchas gracias. Son 50 euros.
-¿Cómo 50 euros? O sea que te regalo mi cuerpo, ¿y encima me quieres cobrar? ¡Estela Reynolds vale muchísimo más que 50 cochinos euros! Me tendrías que pagar tú a mí, cerrajero inútil.
-No, no, si yo ya tengo a mi Juani que me da to' lo que necesito. Así que venga, afloja la pasta o te denuncio. -dijo el cerrajero, rompiendo la tarjeta que Estela le había dado en varios trozos.
-Bueno, toma. -le dio el dinero y el cerrajero se despidió.
-Pues muchas gracias eh, señora.
-Así te rajes con una llave inglesa y te entre el tétanos.
-Uy, uy, uy... A ti el ruso te ha tenío' que tener a pan y agua.
-Pues sí, su miembro cada vez se hacía más pequeño ante el frío de los Cárpatos. Fermín, nunca he sentido tanto placer como contigo.
-Sí, si yo soy un "latin-love". En la playa se me ponían las holandesas en fila.
-Pues que te vaya muy bien con tu foca holandesa. -Estela cerró la puerta, dejando a Fermín con la palabra en la boca.
Fermín se encaminó hacia el ascensor, directo a subir al ático, pero entonces Estela abrió la puerta.
-Fermín, mi amor, quiero mi cunnilingus.
-Que no, que no, que yo ahora estoy mu' feliz con la Amelí.
Estela, ante la negativa de Fermín, se agarró sus pechos con lujuria, y se pasó la lengua sobre el labio superior lascivamente, como solía hacer para excitar a Fermín. Entonces, el espetero corrió hacia ella, y con un "Qué burro me pone" y una sonrisa de Estela se encerraron en la vivienda para "jugar al parchís". Y tras una larga partida, Fermín se despidió de Estela.
-Bueno, yo me voy yendo ya.
-¿Cómo que te vas yendo ya?
-Hombre, yo tengo que seguir con la Amelí, que ya estaba encaminando mi vida.
-Pero serás cabrón. ¿O sea que me has usado como tu juguetito sexual?
-Claro... -se dio cuenta de que la había cagado- Digo no, no, sólo ha sío' un 'porvete' entre amigos.
-Pues ahora mismo me planto en el ático y le cuento todo ésto a la Faleta albina. ¡Te vas a cagar!
-Pero si has sío' tú que me has puesto las tetas en la cara. -cogió su ropa del suelo y se vistió a medida que andaba hacia la puerta, y entonces Estela le lanzó un jarrón.
-¡Que no me tires cosas! Hija la gran puta', que me has roto el jarrón que me regaló mi abuela Petra.
-¡Pero si ese jarrón lo compré yo en el Ikea!
-No, no, el que compraste tú fue éste. -elevó un jarrón que había en la mesita y lo lanzó hacia el suelo, rompiéndolo en el instante.
-¿Pero tú eres tonto? Con el glamour que aportaba ese jarroncito suizo a este salonzucho de tres al cuarto.
-Pero si lo decoraste tú, que no hay más que ver como vas vestía' pa' saberlo.
Fermín se escudó en la puerta de entrada para defenderse de un nuevo objeto, esta vez un cenicero.
-Hijaputa', 'er' cenicero de la boda 'der' Paco y la Sonsoles.
El espetero se marchó de la vivienda, despeinado y con la cara roja. Pero eso no era lo peor, pues había desatado la ira de la vedette. Estela maquinó un plan para dinamitar la relación de Fermín y Annemie. Otro que casi dinamitó la relación de Fermín y Annemie fue Maxi.
El anterior 'bartender' del 'Max & Henry' pidió al actual presidente de la comunidad, y amigo, que le permitiese trabajar de camarero en el bar. La respuesta del concejal fue un rotundo sí, pero no podía aprobar aquel empleo sin la afirmación del actual dueño, Fermín. Así que Maxi subió hacia el ático, para hablar con el espetero.
Fermín llegó a "su casa" y allí le esperaba Annemie, que se había comprado un picardías y lo estaba estrenando.
-Ven aqui, espeterrro, que te voy a hacer verr las estrellas. -decía mientras se bajaba los tirantes del camisón poco a poco.
-No, no, pero vamos para arriba que Lola y Javi se han ido a darle un paseo a la niña. -dijo mientras la observaba de arriba a abajo.
En el piso de arriba la holandesa lanzó con todas sus fuerzas al espetero a la cama, para después comenzar a comerle toda la boca, mientras le quitaba la ropa. A pesar de que los encantos de la holandesa eran bastante inexistentes, el espetero no tardó en calentarse y ponerla mirando para Amsterdam.
-Oh, Ferrrrrmino, Ferrrrrmino, mejor me pongo yo encima. -se cambia y al estar encima, le deja al pobre espetero casi asfixiado- Ferrrmino, eres el mejor novio que he tenidooo. Y no serrr pocos, ¿eh? Que yo en Holanda serrr un bellezón.
-Sí, si entre las vacas holandesas y tú no hay color... y quita ya de encima que me vas a dejar como a un gato atropellao'. -dice mientras empuja a Annemie, que se encontraba sobre él, para ponerse encima- Así, así mejor.
En pleno coito, oyó el timbre sonar varias veces, pero tan centrado estaba en su 'Amelí' que nada ni nadie podía molestarle... hasta que comenzó a oír una voz que gritaba su nombre.
-Es que siempre me tienen que molestar en el mejor momento... -expuso visiblemente molesto- Amelí quita, quita, que no me puedo concentrar con el tío ese llamándome.
-Ferrmino, nunca poderrr disfrutarrr orrrgasmo contiiiiigo.
-Y yo contigo sí, no te jode... -dice para sí.
-¿Qué desirrr?
-Nada, nada, que contigo los 'porvos' son como de otro mundo. -miente.
Fermín se puso una bata y bajó para abrir la puerta, era Maxi.
-¿¡Qué!? -preguntó exaltado a Maxi, que los había interrumpido.
Al ver que su Fermino no había culminado la faena y había bajado las escaleras para abrir a algún vecino pesado, la holandesa aprovechó para ir al baño a ducharse.
-Ferrrrrrrmino, mi jamoooor, me voy a duchaaaaaaar -le gritó para avisarle.
Mientras, en el piso de abajo, Maxi intentaba preguntar a Fermín si podía ser el camarero del bar, pero una serie de catastróficas desdichas no se lo permitió.
Annemie, como no era muy partidaria del agua, no tardó mucho en cansarse y salió de la bañera, para secarse rápidamente. Agarró el secador del pelo, y aún mojada, lo enchufó a la corriente, provocando que saltara un chispazo que la electrocutó durante unos instantes, hasta que se resbaló y cayó sobre la alfombra, inconsciente. Por si eso fuera poco, la casi electrocución había hecho que el secador empezara a sobrecalentarse, y tras un estallido, una toalla que estaba apilada sobre el lavabo comenzó a arder. Además, el cortocircuito perjudicó a la instalación eléctrica de la comunidad y provocó un apagón.
-A ver, mi socio Enrique me ha informado de que tengo que preguntarte a ti si... -se vio interrumpido por un apagón y una mini-explosión.
Fermín escuchó también la explosión.
-Hostias que se ha ido la luz, verás la que me ha liao' la vaca de los Cárpatos. -dice subiendo las escaleras.
-¿Qué tenéis a una vaca de mascota? -preguntó Maxi, mientras corría tras Fermín.
Cuando suben, se asoman al baño, de donde salía un humillo que había impregnado el dormitorio.
-Ay la madre que parió a la Amelia. Tú, cógela de los pies. -ordenó a Maxi.
-Es que tiene callos, me da asquete. Para eso viene muy bien el ajo, lo cortas así troceadito y... -Fermín clava una mirada asesina sobre él.
-¿Tú te crees que a mí me importa ahora como tratar los callos? Aunque va mejor el puerro, en vinagre de vino, le echas así un chorrito y quedan los callos 'puturrú de fuá'. -dijo llevándose el dedo índice y el pulgar a la boca y uniéndolos, como gesto de que quedan muy bien.
-¡Vicepresi, que se te va a hornear la vaca!
-Un poquito de respeto eh, que es mi novia. -replicó.
-No, no, que también tiene su puntito. ¿Crees que podría seducirla?
Fermín hizo oídos sordos a su pregunta.
-Venga hombre, que se me muere. -dijo mientras la cogía de las manos y Maxi de los pies.
Ambos la llevaron a la cama y la tumbaron. Fermín se percató de que la alfombra comenzó a arder, y la tiró por el balcón. Cuando se giró, vio a Maxi sobre su novia haciéndole el ''boca a boca''. Aunque mal, pues le estaba metiendo la lengua hasta la campanilla. Fermín miró fijamente a Maxi, que aún se encontraba sobre su novia inconsciente. De pronto sonó el timbre y el sonido se unió a varios golpes y gritos por parte de Fina.
-Ya está otra ve' la vieja loca. -dijo enfurecido- ¡Y tú bájate ya de ahí! -ordenó a Maxi.
Fermín baja a abrir la puerta.
-¿¡Y usté' qué quiere ahora!? -gritó a Fina.
-Que se ha ido la luz, y todo por tu culpa, espetero de merendero. Que me vais a matar a disgustos.
-¿Y por qué dice que he sio' yo? ¿No puede haber sio' el pescaero loco?
-Eh, eh, pues porque sí, porque se ha escuchado un 'pum'. -dijo como excusa, pues fue lo primero que se le vino a la cabeza, parecía que ocultaba algo...
-Eso es una neurona que se te ha muerto, que el otro día vi un documental de las conexiones 'intraneurológicas'. Y váyase usté' a su casa ya, que está to' el día tocándome los cojone' y yo ya los tengo mu' 'enrritaos'.
Fermín le cierra la puerta, y la deja con la palabra en la boca. Subió y encontró a Maxi de nuevo sobre su novia, pero esta vez palpándole los senos.
-Uy, uy, uy, qué hijo' la gran puta. -dijo exaltado, mientras da una patada a la pared- Ay qué daño me he 'hesho'.
Cogió a Maxi de los hombros y lo tira de la cama.
-Qué fuerza tengo chiquillo, si es que yo en la playa hacía pesas. Cogía un palo de bandera, y lo enganchaba a dos boyas de, de, de siiiete kilos cada una, y ahí me ponía yo, impresionando a las holandesas que pasaban, se les abría to' el tulipán. Era un pícaro de playa. Hasta que llegó la Raluka, que como era puta, me 'eshó' un 'porvo' que me quedé 'asín'. -dijo haciendo una mueca con la cara, símbolo de que se quedó traspuesto- Me tuvo que llevar al hospital porque se creía que me había dao' un 'istuh'. -expuso mientras Maxi estaba en el suelo atendiendo a su monólogo.
-¡Quieto, yo en el cuerpo a cuerpo soy letal! No me conoces, como te haga el molinillo te dejo en el suelo para el resto de tu vida. -explicó Maxi.
De pronto, despertó Annemie.
-Ferrrmino, ¿qué ha pasado? Yo he visto mi vida en segundos. Ay, señor, me voy a la 'ijelesia' a rezarrr un "Jesusito de mi vvvvida". Bueno, voy a vestirme, ¿y por qué no haberrrr 'lus'?
Fue al armario mientras que Fermín intentaba echar a Maxi.
-Bueno, lo que te decía Fernando...
-Fermín, Fermín Trujillo, hostia, que nadie se aprende 'er' nombre.
-Fermín, que me manda Enrique para preguntarte si puedo ser camarero en el bar.
-¿Encima de haberle tocao' las tetas a mi novia? Anda y vete a toma' por culo. -lo echó de "su casa".
-Que yo tengo mucha experiencia gestionando el bar, te lo refloto en un día -decía tras la puerta, aunque Fermín no le escuchaba.
La hora había llegado, eran las siete de la tarde y los Recio, ya vestidos, estaban en el jardín de Enrique, que por cierto, estaba muy bien preparado. Todos los adornos cortesía de Fermín, que tras encontrarse horas antes con Berta llorando en el rellano por pensar que su boda no sería tan bonita como esperaba, le prometió, puesto que le dio mucha penita, llamar a la empresa que iba a financiar la casi ceremonia de unión entre Raluka y él. Cuando quedó con ellos en un descampado un tanto alejado de la comunidad y cuando los trabajadores se dispusieron a enseñarle a Fermín la mercancia, cuyo precio ascendía a 3000 euros, dinero que el espetero no podía pagar ni vendiendo uno de sus riñones, éste se subió al camión y cogió rumbo a Montepinar con un "Adiós cabrones, que casi me dejáis sin dinero cuando la boda con Raluka, menos mal que no me casé". Cuando Fermín llegó a la comunidad, él mismo dispuso los adornos, aunque se vio interrumpido por un señor, que decía traer el catering de la celebración. El espetero, que aún quería ponerse más medallas, a medida que ponía la comida en la mesa ya pensaba en decirle al futuro matrimonio que también les había conseguido la comida y la bebida, y un par de camareros que venían en el pack. Todos los vecinos, a excepción de los pertenecientes a la tercera edad, hicieron el intento de acudir, pero como los Recio no eran de su agrado, sólo pensaban ir al banquete de la que iba a ser una bonita e idílica ceremonia presidida por el padre Alejandro, amigo de Berta.
-Fermín, muchas gracias por todo. -dijo Berta.
-De nada mujer. Mira, mira, hasta os he conseguío' el 'caterín' ese como se diga.
-Será barato, ¿no?
-Antoooonio, no seas desagradecido, que el pobre hombre nos ha regalado su tarde.
-Bueno... regalar no, ya después os paso la factura.
Los camareros, antes de dar por comenzada la ceremonia, sirvieron canapés y copas de champagne a los invitados, entre los que se encontraban las amigas beatas de Berta (entre ellas Clemen), Tinín y su mujer y algunas marujas que componían asociaciones anti-aborto. Los asistentes comenzaron a sentirse indispuestos, algunos de ellos se desplomaron en el suelo. Y en el momento en el que Berta y Antonio atónitos observaban a sus amigos tumbados en el suelo casi inconscientes llegaba la policía.
-¿Es ésto la boda de Antonio Recio y Berta Escobar? -preguntaba uno de ellos, que se encontraba junto a su compañero tras la valla del jardín de Enrique.
-Buenas tardes, viva el Rey... bueno... me gustaba más Don Juan Carlos pero... y viva España. ¿Qué desean, les sirvo unos canapés? -preguntó Antonio.
-Bueno, pues hemos recibido una llamada anónima que ponía en duda el correcto estado del catering de la ceremonia, indicando que contenía droga y visto lo visto, nos lo creemos.
-No, no, perdona, pero Fermín Trujillo nunca ha servido comida en mal estado.
-¿Cómo que Fermín Trujillo... éste no es el que ha robado un camión con adornos para una boda? -preguntaba el agente a su compañero.
Al mismo tiempo que los invitados de la boda se desplomaban en el suelo, en el ático, Lola estaba nerviosa, sin saber dónde estaba el vestido que había elegido para la ceremonia... bueno, en realidad era para ver el "gran trabajo" que había realizado su padre, que por fin iba a llevar dinero a casa.
-Javiiii, ¿pero dónde está mi vestido? -gritaba Lola desde la planta de arriba.
-Y yo que sé Lola, bastante hago con ir a la fiesta para ver el destrozo que habrá hecho tu padre.
-Oye, que se ha llevado toda la tarde fuera eh.
-¡Lola, asómate al balcón! -gritó Javi, que se asomó al de la planta baja- Mira, tengo tu vestido.
-Aaaay, gracias gordi. ¡Pero lánzamelo ya! -exclamó Lola desesperada asomada al balcón.
-Mejor baja tú a por él que la voy a cagar.
-Claro, estoy yo como para bajar, que si me despego de la niña llora como una loca, y tampoco estoy como para bajarla, con lo que pesa...
-Pues no será por el cariño que le has dado... -murmuró Javier.
-¡Que me la tires ya, joder!
Javier lanzó el vestido hacia arriba, con la mala suerte de que se enganchó en el cableado de electricidad que había entre ambos balcones.
-¡Ves como la iba a cagar!
-Bueno, pues intenta cogerlo, que con lo caro que me ha costado no estamos como para tirar dinero.
-Si es que... huevón... huevón... huevón...
Se subió a la barandilla, y consiguió coger el vestido, y cuando lo tuvo en las manos sí que la cago.
-¡Lola, lo tengo! -dijo soltando las manos con el vestido en la mano- ¡Hostias!
Javier, en el momento en el que Fermín corrió porque la policía comenzó a perseguirle, y cayó sobre la pérgola, dejando atrapado en ella a Fermín.
-Me cago en tu puta madre la doña Croqueta, que en paz descanse. -dijo Fermín bajo la pérgola.
La policía se llevó arrestados a Antonio, Berta y Fermín. A los dos prometidos por "drogar a sus invitados" y al espetero por robar los artículos que adornaban la que acabó siendo una triste ceremonia.
-Espetero, me cago en tus muertos. Y la llamadita habrá sido de la puta vieja. -dijo Antonio, ya en el calabozo- Y para de llorar ya, que me tienes la cabeza como el bombo de la lotería. -ordenó a Berta.
Mientras, en Montepinar, Estela había maquinado su plan para destruir la idílica relación de su ex-pareja, dándole "un sustillo" a la holandesa. Para llevarlo a cabo, no sabía muy bien por quién decantarse, así que pidió consejo a su hija, con una sorprendente respuesta. Mientras contaba el plan, Javier, que ya había vuelto del hospital, la observaba desde la cocina atónito, con el brazo vendado por la caída,
-Pues mira, no sé con quién más, pero desde luego que puedes contar conmigo. Uffff, es que no la aguanto, no la soporto, la odio con ese acentito. Si es que la odio más que a Goya, que en paz descanse, y mira que odiaba a la peloestropajo pero es que a la vacaburra esta no la soporto, todo el día chupando del bote y roncando en el sofá, dejando sus babas en los cojines y con esa comida tan asquerosa que hace, que he engordado doooos kiiiiilooos. -se desahogaba ante la sorprendida cara de Estela- Y si te eché el otro día fue porque dejaste a papá muy solito, y por fin había encontrado a alguien que le apoyase, y no le iba a decir que no me gustaba, que bastante ha pasado ya el pobre en este año.
-Bueno, bueno, lo importante es buscar a alguien sin escrúpulos, que no le importe nada ni nadie, y que no sea muy caro de comprar.
-Nines. -afirmó Lola.
Fueron al Primero A a preguntar a Nines si le apetecía realizar la misión por una cantidad que no sea muy cara, puesto que Estela sólo disponía de 400 euros, según ella, "míseros y cochinos". "200 euros" fue la respuesta de Nines, y su prima, que estaba poniendo la oreja, pidió otros 200 por ayudarlas. Nines, haciendo gala de su maldad, dijo que su prima no merecía tanto, y que le dieran 100. Quedaron a las tres de la mañana en el portal, y la respuesta de Nines era esperada.
-Hostias, pues entonces necesito más pasta. 250 pa' mí y 50 pa' mi prima.
-Niiiines... Bueno, algo es algo. -respondió Raquel ante la rebaja.
-Joder, cómo han cambiado las cosas... ¡Te lo tienes merecido, rubia polioperada, por haberme robado a Jacobo en la Nochevieja de hace unos cuantos años!
-Mamá, ¿y tú cómo te acuerdas de eso?
-Joder, porque vaya jacobón tenía, eso era algo difícil de olvidar.
-Yo me apunto, por otros 50 euros. -intervino Maite.
-Hala, pues ya tenemos a la liga de la justicia. ¡Me pido 'Catwoman'!
Lola, también sugirió que le pidiese ayuda a Amador, que estaba sin un duro.
-50 euros es mi última oferta. -ofreció Amador.
-25 y un polvo, ni pa' ti ni pa mí. -respondió Estela.
-Mamá... -murmuró Lola dándole un codazo a su madre.
-Claaaro, claaaaro, no quiero ni con la Cuqui y voy a querer contigo. Que estoy "consolando" mi relación con la Patri. Y además que tú y yo ya lo intentamos una vez y salió como el culo.
-Bueno, pues 35 y... -rebuscó en su bolso- ...un chicle de sandía.
-Los cojones. -fue la respuesta del Cuqui.
-Mamá, dile 50 ya. -sugirió Lola al oído de su madre.
-Bueno, pues 50 euros. Esta noche a las tres en el portal.
-¿A las tres? Pues entonces dame el chicle de sandía.
-Me cago en el paleto este.. -murmuró Estela volviendo a rebuscar en su bolso- Toma.
-¡Olé, olé! -Amador hizo el típico gesto que acompañaba a su coletilla.
Ya eran las tres de la mañana, y el Cuqui no aparecía. Además, Lola, Raquel, Nines, Rebeca y Judith llegaban en ese momento de fiesta, por suerte, las tres que debían hacer la misión se pusieron prendas negras para no enfadar a Estela, que las había avisado horas antes de ello.
-Ésto me pasa por fiarme de los indigentes, si es que habría tenido que ir a lo fácil y pedirle ayuda a Roque. -expuso caminando de un lado a otro en el portal- Y encima la china del mugroso local que hay aquí al lado no me vendió el disfraz de 'Catwoman'. "¡No tenel, no tenel!" me dice la puta.
-Ya estoy, ya estoy, es que estaba cagando.
-¡Oooog, qué asco! Y pensar que te ofrecí mi deseado cuerpo en varias ocasiones...
-Eso mismo pienso yo... -intervino Maite.
-¿Y se puede saber por qué no venís de negro?
-Pues porque no es tendencia esta temporada... -respondió Maite.
-Uy qué mentirosa, pues porque no tiene ropa. -corrigió Amador.
-Pues igual que tú, gañan.
-Ay, con lo bien que estaba en la discoteca con el Gin tonic. -se quejó Lola.
-Oyes, no vengas quejándote que ésto también lo hago por ti. -contestó Estela.
-¿Tú qué vas a hacer por mí? Si no lo has hecho en 30 años...
-Uuuhh, ¡qué ataque más gratuito!
-Venga, las Chicas Gilmore, vámonos que se me despierta el Toñín y lo he dejao' con Coque y las dos veces que lo dejé con él lo perdió.
Todos vestidos con ropas ceñidas y negras, cuales ladrones profesionales se dirigieron hacia la Atalaya del Arcipreste, donde residía la holandesa.
-¿Y en qué piso vive? -preguntó Estela.
-Pues bien empezamos... -comentó Raquel.
-Emmm, creo que en el... ¡Segundo A! No, no, en el... ¡Tercero B! Sí, sí, seguro. Es ese. -respondió Lola.
-Tomad, poneos los gorros.
Los seis integrantes de aquel peculiar grupo se pusieron los pasamontañas y saltaron los muros del edificio. Finalmente (aunque yo diría, milagrosamente) llegaron al piso en el que vivía la holandesa.
-Tú, ¿traíste la radiografía que nos dijo Roque para abrir la puerta? -preguntó Estela a Nines/
-Sí, mira, aquí la traigo.
Los seis intentaron abrir la puerta, pero ninguno supo, así que Nines tuvo que llamar a Coque y sacarle de la cama para que viniese. Así que, "su Coquito", tanto como la amaba, le hizo caso y llegó a la Atalaya. Y cuando Nines le pidió que se quedase allí para no dejarla sola con "aquellos locos" se negó.
-¡Pues te has quedao' sin tu polvo mañanero! -gritó Nines.
-Shhhh, que nos piiiiillan. -intervino Maite.
-Nines, es que no va a dejar a Toñín solo. -comentó Raquel.
-Tú a callar, que eres rubia y encima por la noche piensas menos. -ordenó a Raquel su prima.
Y ya dentro de la casa, Estela guiando al grupo de mala manera, intentó buscar el dormitorio de "la Faleta albina". Estela, después de varios golpes, recibió la llamada de Fermín con un "¿Pero este imbécil qué quiere ahora?", puesto que "al imbécil" se le ocurrió que Estela pagase la fianza con el dinero que le había pulido al "rumano milloneti", y realizó la llamada con un "A buenas horas..." de Antonio. Estela entonces, para demostrar que no carecía de riquezas, pensó en robarle dinero a la holandesa, que estando sola y sin familia alguna, podría pillar algún pellizquito. La fianza era de 3000 euros... sólo la de Fermín. Estela, que no quería dejar claro que no tenía dinero alguno, rebuscó entre todos los cajones, pidiendo ayuda a sus cuatro acompañantes. Por fin, encontró, en la oscuridad, una caja que por el tacto, parecía estar llena de dinero. La cerró y se la llevó en la mano, y cuando había cumplido aquella "sub-misión" se centró en la principal, y tras varios choques y caídas consiguieron llegar a la habitación en la que dormía Annemie.
-Tú, gorrrdanska de los 'coyons', te orrrdeno que dejes al espeterrro que tienes como novio. -dijo Estela despertando a Annemie.
-Nos manda nuestro jefe... emm... 'Gorbachof'... 'Matalascañas' -intervino Amador.
-Emm... nos debe 'muuuuuuuchio' dinerrro y 'muuuuuuchios' espetos que nos prrrrometió. -dijo Lola.
-Y estarrr tirrrándose a la que tú llamarrrr zorrrruta, él utilizarrrrte, no querrrrerte. -confesó Estela.
-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH! -gritó Annemie- Ah, ah, ah... me falta el... ah... airrrrre. -exhaló un último suspiro y quedó inconsciente sobre la cama.
-Hostias, le ha dao' un jamacuco a la gorda. -aclaró Nines.
-Claro, claro, se habrá hartado de tortilla de patata y tiene el colesterol por las nubes. -fue la respuesta de Estela.
-Madre mía, madre mía, y todo ésto por 50 euros de mierda. -dijo Maite.
-Oye que si no los quieres me los das a mí. -le propuso Amador.
Mientras que todos ellos se replanteaban el qué hacer con la holandesa, Fermín y los Recio aún se encontraban en el calabozo.
-Ay señor, cuántas pruebas pones en mi camino. -dijo Berta.
-Oye, que ya que no os habéis podío' casar, os puedo casar yo aquí... -intervino Fermín.
-Qué mal me sale toooodo... -respondió Antonio.
-Claro, por eso, os caso yo en plan hippie. Venga, uníos las manos que voy a presidir la ceremonia.
-Antonio, venga, vamos a hacerle caso. -dijo Berta, de pronto se le había dibujado una sonrisa, con la que intentaba ver un lado positivo a la situación.
Tras una corta ceremonia, se casaron en el calabozo.
-Pero mañana nos tiene que dar validez ante Dios el padre Alejandro, eh. -intervino Berta tras la "ceremonia".
-Claro, claro, tendrá el padre Alejandro muchas ganas de verte. No tengo ganas ni yo y me acabo de casar contigo... -respondió Antonio- Qué mierda de vida... un mayorista encerrado... ¡qué país! -exclamó alzando las manos al cielo-
En la Atalaya, cuando estaban a punto de irse, Raquel comentó que mientras chocaban habían dejado huellas por todas partes, además de un desorden sospechoso y a ésto se suma que Amador había comprobado que Annemie estaba muerta tomándole el pulso en cuello y manos.
-'Nah', que Dios la tenga en su gloria, pero ésta está fiambre. -certificó.
-Pues venga, vámonos. -comentó Estela.
-¿Cómo que "vámonos"? ¿Pero no has oído a Raquel? ¡Que hemos dejado huellas por todas partes! Y encima has dejado todo patas arriba. -dijo Lola.
-¡Che che che che, a mí no me hables así niñata engreída! -Estela comenzó a gritar.
-No si todavía nos pillan los vecinos. -comentó Nines- ¿No creéis que sería mejor pensar qué hacer con la muerta? Aunque en vez de estar aquí jugándonos entrar en la cárcel, podríamos llevarla al camión del "Rancio" que él sí que está en la cárcel.
-¿Quién? ¿El camión? -preguntó Amador.
-Déjalo si es que es tonto. -afirmó Maite.
-Pues venga, a cogerla entre todos. -dijo Estela- Menos mal que hemos venido seis, que si no, no llegábamos ni a la puerta con la vaca holandesa.
Cuando eran las cinco, llegaron a Montepinar con el frío cuerpo de Annemie, y mientras que los Cuquis estaban junto al camión con ella, los demás subieron al primer piso y llamaron a Coque, casi quemando el timbre, para que saliese y abriera la puerta con la radiografía. Y ya dentro, encontraron las llaves del camión y cuando bajaron, metieron el cuerpo de la holandesa dentro y se fueron a dormir, hasta que fuesen las ocho y pudiesen conducir sin peligro de dormirse. Estela, fue a la cárcel para pagarle la fianza a Fermín. Y éste, "obligó" de alguna manera a Estela a que asaltase la casa de Fina para comprobar si fue ella la que introdujo la droga en la comida, prometiéndole "un conni... cunna... un 'seso' ora' de los suyos".. Los dos, llegaron a Montepinar y subiendo por el balcón de Vicente, al que sacaron de la cama, consiguieron entrar a casa de Fina y rebuscaron entre sus muebles, pero no encontraron nada, y lo único que consiguieron llevarse fue un arañazo de Benito.
-¡Puto gato! -gritó Estela.
-Me cago en los muerto 'der' gato y de la puta vieja. -exclamó Fermín.
-¡Benitoooooooo! -llamó Fina a su gato desde la cama.
-Qué oído tiene la cartera jubilada. -murmuró Estela.
-Venga, vamo' que ésta nos mete la escopeta por el culo.
Se marcharon de casa de Fina, y la señora, que se había desvelado al oír a su gato, se levantó de la cama y al llegar al salón comenzó a olfatear.
-Aquí huele a sardina y a perfume barato... pues aquí han estado la vedette venida a menos y el espetero loco. -acertó- Pues se van a enterar... -prometió venganza y soltó una carcajada.
Fermín se fue a dormir, en cambio, Estela debía conocer el estado de su adorada "Faleta albina". Ya eran las ocho, y esta vez, Raquel ideó la manera de abandonar a Annemie. Se le ocurrió que Amador conduciese el camión hacia un bosque, y entre todos la dejasen en el interior de él. Y tal y como lo pensaron, lo llevaron a cabo: Amador al volante y Nines y Estela fueron en el camión, y Raquel, Maite y Lola fueron en el coche de la rubia y persiguieron a los que iban en el camión. Durante el camino Estela comenzó a dormirse, puesto que no había dormido nada, y en una de sus pequeñas cabezadas se cayó sobre la rodilla de Amador, causando que el Cuqui acelerase y tuviesen que saltar del camión, y que éste chocase contra un árbol. El coche que los perseguía, en el que iban Lola, Maite y Raquel, frenó unos metros más adelante. Los tres que en el camión estaban montados abandonaron a la holandesa y al vehículo que estaban empotrados en el tronco del árbol. Un automóvil que pasaba por aquella carretera, como era normal, dio aviso a la policía del siniestro. Y cuando los policías llegaron al lugar del accidente, de pronto la holandesa abrió las puertas del camión, y creyendo que los agentes eran los secuestradores de los que tenía un leve y fugaz recuerdo, comenzó a golpearles con unos centollos.
-¡'Hijospuuuuuta'! ¡'Cabranios'! -insultaba a los agentes, sin que ellos la entendiesen muy bien, mientras que los golpeaba.
-Señoraaaa, estese quieta que somos policías.
-Ay, perrrrdón, perrro he 'estadio' 'secuestratada' porrr unos rrrusos 'cabronsios' mandados por... eh... 'Gorbachofski' 'Matalasuvas'. ¡Sí, sí, ese errrra!
-Guillermo, revisa la guantera del camión para ver si están los papeles. -ordenó uno de los agentes a su compañero.
Cuando el agente revisó la guantera del vehículo, leyó que estaba a nombre de Antonio Recio y dio noticia a su compañero.
-¿Cómo que Antonio Recio? Pero si a éste lo arrestamos ayer, que estaba celebrando su boda.
-Pues no sé... también he encontrado esta cartera, con un chicle de sandía dentro, 50 euros y un D.N.I. a nombre de Amador Rivas Latorre.
En la cárcel, los agentes preguntaron a Antonio si conocía a aquel señor llamado Amador, y tras la afirmación del Recio como "Sí, es el indigente" los policías le informaron del accidente y él les ordenó que "arrestasen a ese hijo de puta". El mayorista les dio la dirección de la comunidad, y Amador fue arrestado con unos "¡Cuuuuuuquiiii, que se me llevan!". Los Recio, por su parte, fueron liberados por los policías por falta de pruebas que los inculpasen, puesto que tampoco podían darle demasiada credibilidad a una llamada anónima que acusaba a un matrimonio "normal" de traficar con estupefacientes. Aunque el caso aún no estaba cerrado y menos ahora que su camión de marisco había sido usado para un secuestro.
Annemie, ya en la Atalaya, había decidido no interponer denuncias a sus desconocidos secuestradores y cortó todo este asunto mudándose a Holanda, y le contó todo lo sucedido y todas las confesiones que oyó por parte de los secuestradores, como las de las deudas o las infidelidades, a su novio. Y aun viendo como Fermín se entristecía por perder a la que podría haber sido la mujer de su vida se marchó en un taxi, dirección a Montepinar, porque aún había alguien de quien tenía que despedirse. Y ya en el lugar de destino, vio a Estela entrando en Montepinar junto a Lola, Raquel, Nines y Maite; y con un "Mirrrra, qué suerrrte, ni siquiera tenerrrr que andar muchiiio" atacó a Estela y haciéndole una llave la dejó en el suelo, mientras las demás "secuestradoras" casi se desmayan al ver como la señora que Amador había dado por muerta se encontraba sobre la líder del grupo golpeándola. La holandesa se volvió a montar en el taxi, y se despidió de Fermín con un "Adiós 'imbésil'", de Estela con un "Adiós zorrrruta" y de Lola con un "Adiós 'anorrrrrésica' y manda al 'pelochochio' a la mierrrrda, que siemprrre me 'hasía' 'bacones' parrrra desayiunarrr y me subía el colesterrriol". Y así, con Estela en el suelo, Fermín sin novia y Amador en la cárcel, acaba este capítulo. ¿Conseguirá el Cuqui salir de la cárcel? ¿Volverán Estela y Fermín... o el espetero estará resentido con la vedette por considerarla la causa de su ruptura con Annemie? Y lo más importante... ¿quién fue el señor que pretendía joderle la boda a los Recio y lo consiguió?
Y de nuevo contamos con la colaboración especial de...
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