-Estela, se acabó, te tienes que ir de mi casa. Te permití quedarte una noche más tras la que me liaste en el bar, y ya llevas tres. Así que lo siento mucho pero... adiós.
-Enrique, ¿cómo puedes hacerme ésto? Veo que sólo era un simple juguetito sexual para ti. ¿Y dónde dejas estas tres noches de lujuria y sexo desenfrenado, en las que nos amábamos entre sábanas. -gritaba, pretendiendo que se enterase algún vecino- ¡No, Enrique no, deja mis pechos!
-¿Pero qué dices?
-Pero no me vas a ayudar con la maleta, ¿o qué? ¿Estas son formas de tratar a una estrella INTERNACIONAL? -remarcó la última palabra.
-Perdona, señora.
-¿Qué es lo que has dicho, 'tasista' de pacotilla? ¿Me acabas de llamar.... señora?
-Sí, lo siento, seño... rita. -se corrigió con la voz quebrada, acechado ante la mirada de aquella señora.