Esta tarde terminé de ver la tercera temporada de 'Damages (Daños y perjuicios)'. En líneas generales, la temporada me ha gustado mucho. Y es que ha debido ser una muy buena temporada para conseguir gustarme los días después de ver el final de "Six Feet Under. A dos metros bajo tierra" (final, o joya, del que hablaré cuando en la sección de reviews de esa serie lleguemos al capítulo en cuestión). Como decía, si ni siquiera la resaca post-SixFeetUnder ha hecho que me desilusione esta temporada, los guionistas de 'Damages' lo han hecho muy bien. Ahora sabemos que la serie ha renovado por dos temporadas más en la cadena DirectTV, pero cuando se emitía esta tanda de capítulos, la continuidad de la serie pendía de un hilo, cancelada por FX y en busca de alguna cadena que quisiera rescatarla. Eso se ha notado en muchos aspectos de la recta final, y sobre todo en el 3x13, que bien podría haber servido como un final de serie. Pero no; es un final de temporada, y a Patty aún le quedan muchas cosas por contar... o no.
Vamos a hacer un breve análisis de esta 3ª temporada, repasando lo bueno y lo malo (términos que en esta serie nunca están claros) y descubriendo por qué que el título de la serie cobra sentido en esta temporada.
A partir de aquí hay spoilers, claro.
'Familia' ha sido uno de los conceptos clave que hemos visto esta temporada, ya sea con Tom luchando por mantenerla a flote, Ellen desconectada de la suya, Joe intentando protegerla hasta las últimas consecuencias... o Patty sin ella.
Y uno de los responsables de la calidad de esta temporada es precisamente una familia: los Tobin. Después del descalabro en la temporada anterior en los apartados "trama principal" (demasiado liosa) y "malos" (la desaprovechada Claire Maddox, el soso Dave Pell o el caricaturizado Walter Kendrick... se salva, por poco, Purcell), los guionistas se han puesto las pilas, trayéndonos una trama clara (pero no por ello falta de complejidad) y unos "malos" que entran en el terreno que tanto gusta en esta serie: las áreas grises, en palabras de Frobisher. Para dotar de complejidad a los personajes antagonistas es necesario que se pueda establecer una comparación con los protagonistas, algo que veíamos en la T1 con las tácticas de Fiske y Frobisher, no tan distintas de las de Hewes, y que en esta T3 hemos vuelto a ver con la analogía Tom/Joe, entre otras cosas.
Empezamos a ver a los Tobin como una familia inocente a la que le había tocado un padre infiel y criminal, y acabamos viendo que Louis Tobin no era lo primero, y que lo segundo no lo fue por enriquecerse, sino por salvarle el culo a su hijo. Y que la familia Tobin no es, para nada, inocente. Que todos sus miembros están llenos de problemas, y que la avaricia irá corrompiéndoles hasta llevarle a cometer actos terribles, actos cuyas víctimas acaban siendo Danielle y Tessa Marchetti, y nuestro Tom Shayes. Quién nos iba a decir que el asesino de Tom iba a acabar siendo el aparentemente inofensivo Joe (toda la rabia que había ido acumulando estalla en el momento en que le mata con sus propias manos, y desde aquí un aplauso para Campbell Scott, que supo reflejar esa violencia contenida durante todos los episodios), que además hizo que su hermana Carol, con problemas de depresión, matara a Danielle, poniéndola al borde del suicidio y también mandó matar a su recién descubierta hermana (o eso creía él que era). Al menos Joe no la conocía apenas, pero quién nos iba a decir que la en un principio frágil "abuelita" Marilyn Tobin (espléndida Lily Tomlin, que os sonará por ser la cómica hermana de McCluskey en 'Desperate Housewives (Mujeres desesperadas)' ) sería capaz de mandar matar a su propia nieta (a la que ella sí conocía), y de manipular a su hijo para que encargase el asesinato, ocultándole que Tessa no era su hermana, sino su hija.
Todas estas acciones acaban provocando el desmoronamiento de la familia Tobin, desde el ya mencionado intento de suicidio de Carol hasta los suicidios consumados de Louis y Marilyn, pasando por la vuelta al alcoholismo, y encarcelamiento, de Joe. Curiosamente, el único que sale bien parado en el círculo familiar es Leonard Winstone (aka Lester Wiggins, interpretado de forma magnífica por Martin Short), que ve cómo para esa familia que creía tener él no es tan importante. [Un inciso: me ha parecido cutre la trama de la doble identidad, en el sentido de que para ser abogado de una familia así digo yo que, como mínimo, habrá que tener la carrera y saber bastante de leyes].
Aunque parezca que Ellen es la protagonista, Patty Hewes siempre ha sido la dueña y señora de 'Damages'. Y la verdad es que los guionistas se centraban en perfilar muy bien a Patty y al malo de turno (bueno, lo del malo en la T2 no tanto), y si acaso a Ellen, pero a los secundarios los dejaban algo de lado. Por eso, la muerte de Tom ha sido la excusa perfecta para darle más protagonismo y mostrarnos cómo es la vida de esa personaje, su psicología, y cómo le afectan los cambios. Si hubiesen matado a Tom en la T1 o la T2, prácticamente no le habríamos echado de menos: era la mano derecha de Patty, pero poco sabíamos de él, y no tenía mucho carisma. Pero el acercarnos más a Tom ha sido un acierto para que de verdad nos importase su muerte. Y Tate Donovan se ha esforzado para dar con su personaje todo lo que no ha podido darnos en las otras dos temporadas.
Además de Tom, se ha echado mano de una trama secundaria protagonizada por el antagonista de la T1, el megalómano Arthur Frobisher, que, cegado por el tema de la redención, no se da cuenta de que sigue teniendo las manos sucias en cuanto al asesinato de David Connor, el prometido de Ellen. Esta trama se cierra de una forma torpe con la innecesaria reaparición de Wes. Pero también es cierto que gracias a eso hemos disfrutado de la escena con los falsos Hewes, Frobisher y Fiske (clavadito este último, e impagable el momento que Frobisher le dice que lo está haciendo muy bien, pero que le ponga algo más de pluma, porque Fiske era gay) o aquella en la que Frobisher suplica por su vida. En fin, siempre es un placer ver actuar a Ted Danson y a Zeljko Ivanek (también El Magistrado de 'True Blood').
En el apartado de tramas secundarias que no han funcionado del todo incluiría lo relacionado con la familia de Ellen, que tenían sentido porque provocan que Ellen le haga la famosa pregunta a Patty en la season finale, pero que iban y venían por arte de magia, tanto los líos de su hermana como los descubrimientos sobre sus padres.
La mayoría parece estar de acuerdo en que se ha abusado de los recursos oníricos y simbólicos esta temporada. Muchos han acabado hartos de los caballos de Patty (que podría protagonizar su propio 'Equus'), de las visiones románticas de Ellen o de las visitas de Ray Fiske a Frobisher. A mí el uso de estos elementos me suele gustar si, o bien tienen una explicación lógica, o bien responden a un monólogo interior de los personajes (o bien es una serie fantástica, claro). Pero en esta ocasión creo que sí, que se han excedido. También es cierto que se hacen pesados porque sufren del mismo defecto que los flashbacks y flashforwards de esta serie: se repiten muuuucho (¿cuántos acabaron hasta las narices del disparo de Ellen en la T2?).
Y ya que estamos con los puntos negativos, en el capítulo final hemos visto algunos (Tom vagabundeando medio muerto por las calles de New York hasta llegar a su apartamento, en el que casualmente está Joe) derivados de la forma apresurada en que se cierran todas las tramas. Y es que, aunque la temporada me ha gustado mucho, el último episodio no me ha parecido tan bueno como había leído.
Pero, volviendo al tema de los sueños, ¿dónde encaja el arquitecto, también conocido como Frank Lundy (broma para los fans de 'Dexter')? ¿Eran alucinaciones de Patty? ¿Era simplemente algo simbólico? ¿Era el mismo en los 70 y ahora, y estamos ante un nuevo Richard Alpert? Pues supongo que lo averiguaremos en la 4ª, pero yo apuesto por lo segundo. Si os fijáis, desde el primer momento en que aparece "Lundy", lo hace cuando vemos a Patty reflexionando sobre las decisiones que ha tomado, y sobre su soledad. Uy, he nombrado a Patty... pues sí, amigos, vamos con ella.
Sin embargo, estos sueños han servido para que veamos a Patty (Glenn Close se supera cada temporada) más vulnerable que nunca, allí donde no puede fingir su invulnerabilidad: en sus sueños (parece que estoy hablando de Freddy Krueger). Y conecto así con el tema que decía al principio de la entrada: los daños. En la T1 veíamos a Patty dar rienda suelta a su carácter maquiavélico incluso en su propia familia (el secuestro y posterior internamiento de su hijo sirve de ejemplo), en la T2 veíamos consecuencias, cómo la poca familia que tenía Patty se derrumbaba, sobre todo con su divorcio (sólo por este escenón vale la pena ver esa temporada), pero parecía que Patty podía seguir como si nada. Las consecuencias se notaban en su vida, sí, pero no en ella. En esta temporada, eso se acabó. Intentó sustituir a su familia por Tom, que vio su nombre en el letrero, y por Ellen (de ahí que le doliera tanto saber que la estaba usando), a quien a su vez intentaba reemplazar por Alex Benjamin. Pero cuando se dio cuenta de por qué tenía realmente a Alex, y de que lo que le gustaba de Ellen era su moral y no su ambición, se deshizo de ella (no me gustó cómo se llevó la trama de Alex, todo sea dicho).
Y, al final de la temporada, Patty, que no deja de acordarse de que provocó el aborto de su hija Julia para que no se interpusiese en su camino profesional (quizás hubiese sido interesante pincelar más el contexto social que lleva a que una mujer tenga que hacer eso si quiere tener una carrera así), se encuentra divorciada de su marido, con Tom muerto, Ellen que le abandona y con que su propio hijo, Michael, la odia y ha intentado matarla. Eso sí, con estos tres casos (Frobisher, UNR y Tobin) ganados, y muchos más antes. "¿Mereció la pena?" le pregunta Ellen en esa escena final. Patty no responde. Pero todos sabemos su respuesta.
Como siempre, gracias por leerme, y espero que os haya gustado la entrada :)
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