Otra cosa muy distinta es encontrar interés alguno en "Los diarios de Carrie", una insípida y desprovista de alma, serie de catastróficas ñoñerías en las que el espíritu Bradshaw queda vilipendiado para disgusto de todas. Así pues, no hay derecho o buen gusto alguno en disfrutar de dicho desvarío televisivo.
Con la moda como excusa, y algunos simbolismos simplistas a base de zapatos y complementos, la serie evidencia que calza unos objetivos desproporcionadamente grandes para tan endebles piececitos. Pues, intentar que sigamos los pasos de la excesivamente cursi en matices, Carrie adolescente, mientras ésta parodia hasta llevar al ridículo la figura de su alter ego adulto es tarea non grata.
Y es que el pastiche de clichés y series adolescentes que la reformulada serie emplea en su empeño de disfrazar las estereotipadas versiones teen de Samantha, Charlotte o Miranda en ese psicótico grupo de adolescentes que componen el desfasado grupo de amigos de Carrie es... ¿cómo decirlo? humillante para todos. Así pues, esta vez habrá que decir aquello de que el zapato no ajusta, pues resulta ridículamente incómodo, por ser más una chancleta que un zapato.
De inicio impactante (ya en el primer capítulo se ofrecen decapitaciones varias), la ficción mantiene el ritmo durante todo momento, ofreciendo el placentero sentimiento de atracción y curiosidad ante lo que nos narran con tanto esmero y cuidado. Pues si bien resulta tan limpia en formas como las decapitaciones mostradas, la obra se gana nuestra simpatía gracias a la fascinante atmósfera de misterio y fantasía que recae en las escenas una vez llega la noche al pueblo de Sleepy Hollow.
El problema, intuyo, será que llegará el momento en que personajes y trama acaben cayendo en lo monótono y repetitivo de una serie más encaminada a alargar una trama que a concluirla con éxito. Pero, y hasta que llegue ese momento en que la serie pierda la cabeza creativa, cabe afirmar que "Sleepy Hollow" es un muy apto objeto de divertimento y entretenimiento palomitero y desacomplejado, en el que la inequívoca química entre los protagonistas se alza como uno de los más destacados logros de la serie. Así pues, "Sleepy Hollow" y sus habitantes se alzan con un satisfactorio aprobado televidente crítico.
Los personajes, edulcorados en exceso, y estereotipados en decremento del ingenio, portan un carisma dulzón y empatizable que hace en pocos minutos lamentes la pronta pérdida de personajes como el sheriff y el cura del pueblo (e incluso el agente oriental). Todos ellos personajes con potencial y fuerza escénica que obviamente algún descerebrado (o descabezado) hizo salir demasiado pronto de escena. Y es que el viejo párroco tenía todos los elementos para añadir el viejo espíritu Hammer a una serie con muy buenas intenciones creativas.
Quizá demasiado profunda, quizá demasiado enrevesada, y seguramente demasiado pretenciosa, "Hannibal" se muestra como el personaje de homónimo nombre, demasiado extraña y siniestra como para resultar apetecible.
Es cierto que en lo escabroso y tétrico es donde Hannibal ("El silencio de los corderos") encuentra su más alto estado de gracia. Pero es también cierto que con toda una saga cinematográfica dedicada a tan peculiar chef, era de esperar encontrarnos ahora con un plato que, menos cocinado, presentase novedad al paladar. Quizá algo que incluyera ingredientes frescos y no recalentados; una ficción que no se sirviera de las películas existentes para elaborar sus guarniciones; un banquete que, en definitiva, tuviera algo que aportar a lo ya muy digerido por todos en pantalla grande.
Llegados a este punto de crítica, debo reconocer que no soy una gran seguidora del personaje, y que me acerco con más curiosidad que gusto a la serie. Pero más allá de la hervida atmósfera de misterio cocinada en escena, la serie se me antoja grotesca, virulenta y presuntuosamente indigesta. El problema: escenas contenidas y unos personajes desubicados.
Porque son demasiadas las semejanzas, descarados las obvias versiones de Gaby, Susan o Brie, e insolentemente "sexistas" e inocuas las existencias de las protagonistas, "Criadas y malvadas" resulta completamente intrascendental y perezosa en formas. Más cercana a un culebrón venezolano que a una serie de entretenimiento, la ficción necesita un buen lavado de imagen, así como reformas varias en la arquitectura de la trama si quiere perdurar, al menos, una temporada más. Pues ensuciar la memoria de las buenas chicas de Whisteria Lane con semejante patraña telenovelesca es, cuanto menos, una jugada guarra del marketing más sucio.
Una progresiva agonía de falta de respeto y dignidad hacia el más estrambótico de los personajes acompaña a Sheldon desde que éste conociera a Amy. Pero, ¿por qué recordar tan triste y desagradable acontecimiento ahora? Porque con el estreno de la nueva temporada de TBBT, el subproducto Sheldoniano se encuentra completamente despojado de entidad humana, habiendo sido prostituidos todos y cada uno de los elementos que convertían al personaje, y a la serie, en fórmula de éxito.
Adiós al humor inteligente, adiós al revolucionario cast de personajes, adiós a la genialidad... y hola a la desagradable copia de "Friends" que ahora resulta ser TBBT,. Ésta, subproducto del humor absurdo y repetitivo, cuyos bobalicones personajes producen más disgusto que divertimento. Por una muerte digna, TBBT debe cancelarse. Porque llegados a este punto, volver a mirar con respeto a Sheldon, Rajish, o Leonard no es posible.
Adiós, señor White. Walter White, más conocido como Heisenberg, se despide de la pequeña pantalla provocando un profundo e inconsolable sentimiento de amargor. Pues a pesar de la majestuosidad con la que White supo evolucionar, ha sido precisamente en la última de sus apariciones en la que W.W. se ha mostrado más terrible y trágicamente derruido.
Y es que éramos muchos los que anhelábamos un final feliz. O al menos digno para el "capo gringo", quien se había ganado a pulso, sino el respeto, si la comprensión de su familia y un muy merecido retiro en paz.
Pero por aquello de que pesa más la hipocresía que la razón, y a pesar de que era ficción y no realidad lo mostrado, Heisenberg acabó recibiendo lo que Vince Gilligan tan absurdamente califica de "justo merecido" según la hipócrita sociedad.
Ridículo Gilligan y su lamentable decisión demagoga, lo cierto es que el final de "Breaking Bad" ha resultado ser insatisfactorio. Pues justo o no, matar a uno de los más celebres personajes televisivos en nombre del bien común es traicionar a un personaje que lo ha dado todo en pro del divertimento.
Profundamente trágico, inquebrantable en su empeño de vivir y obstinado a conmover, Walter White es el último gran héroe americano, un hombre injustamente sacrificado en pro de la regla establecida, un personaje brutalmente auténtico e irremplazable, W.W.
Sé que son muchas preguntas planteadas. Pero hay más: ¿Por qué no matan a Alan para que éste deje de sufrir tanto, y al fin alcance la paz anhelada? ¿Por qué Jake, un personaje que comenzó siendo ingenios y gracioso, ha acabado transformado en un semi-fumado descerebrado y absurdo inútil? ¿Por qué se prescinde de la siempre punzante madre de Charlie en vez del cada vez más penosamente cansino Alan? ¿Por qué no pueden resistirse a incluir a una mujer desnuda en todos los capítulos? ¿Por qué tengo la sensación de que lo que empezó como una serie adulta sobre la reflexión, crítica y retrato de la mente masculina se ha transformado en una pseudo-intelectual versión de "Porkys" y "American Pie"? ¿Por qué nadie dice lo que todos sabemos, que la serie lleva desde la segunda temporada repitiendo una y otra vez el mismo capítulo?
Pero, sobre todo, ¿Por qué tengo la sensación de que "Dos hombres y medio" debería ser cancelada? Quizá porque el argumento de la serie parece centrarse en teta, culo, pis.
Lúcidamente brillante, y demencialmente crítica, la serie (injustamente infravalorada) abandonó la parrilla hace años, dejando huérfanos a miles de espectadores. Pero, y ¿por qué semejante tributo? Porque ahora nos encontramos con "The Middle", una paródica versión de "Malcolm", cuyo máximo interés reside en el divertimento que proporciona encontrar las similitudes entre ambas ficciones.
Idénticos roles, similares tramas, y hasta un cast y decorado descaradamente similar al primigenio revelan lo evidente, estamos ante un muy digno intento de plagio. Y aunque la serie posee altas probabilidades de entretenimiento, me pregunto por qué voy a dedicar tiempo a ver una copia pudiendo ver el original. Lo siento, pero me quedo con la disfuncional familia de Malcolm, mucho más divertida.
No obstante, y más allá de eso, la serie también destaca por recuperar una vieja fórmula ochentera de hablar directamente a cámara (recuérdense "Todo en un día" o "Annie Hall"). Ésta, simple pero eficaz técnica narrativa, ayuda a empatizar con el protagonista, quien se dirige a nosotros en todo momento, haciéndonos cómplices de su vergonzosa intimidad.
Chispeante y estimulante, "House of lies" presenta un único problema: ¿qué pasará cuando la presencia de Cheadle en escena canse? Que no habrá nada más que mostrar, porque como ya pasara en series como "House" o "Dexter", el protagonista se convierte en el auténtico divertimento escénico a observar.
Aunque el inicio del fin se anunció hace ya dos años, y los seguidores hemos tenido tiempo más que de sobra para asumir la sangrante pérdida, tengo que confesar que, aunque afectada, permanezco optimista ante las infinitas posibilidades que el genial desenlace ha dejado abiertas. Porque se está hablando mucho del carácter nefasto del fin. Y lo cierto es que no alcanzo a entender dónde está el supuesto problema. Porque si bien el último episodio carecía de la vibrante agitación acostumbrada en cada cierre de temporada, éste contaba con la indescriptible emoción de ver a un Dexter por primera vez afectado y quebrado por los sentimientos que su repentina humanidad le reportan.
¿Acaso no es esa la gran revolución de la temporada? ¿De verdad puede haber mayor efecto de choque que asistir segundo a segundo al fin de una era? ¿De verdad alguien imagina un final más épico que observar a Dexter adentrándose en la apocalíptica tormenta tropical Laura? Épico y majestuoso, Dex se entregó a la profunda oscuridad que su propio ser le reportaba, dejando desconsolada a una audiencia conocedora de la irremplazabilidad de la obra. Claro que este aparente letal acto sólo era la primera parte del final. Porque tras jugar maquiavélicamente con nuestros sentidos, el episodio reservaba una grata y electrizante sorpresa: Dexter vive, y según muestra en un portentoso y vibrante final, se encuentra a punto de estallar.
¿Cómo interpretar la última escena, pues? Como el aviso de una pronta vuelta al lado más oscuro de Morgan, quien aparece contenido, repleto de vida, enérgico, dinamitivo, y, sobre todo, altamente inestable. Así pues, y tras lo que yo considero una prueba personal del personaje para comprobar su capacidad de permanecer en la luz (y por tanto, volver con Hannah y Harry sin resultar un peligro para ellos), Dexter se presenta de nuevo ante nosotros tal y como hizo en el primer episodio de la serie, a solas con su oscuro pasajero, personaje que parece dispuesto a salir justo en el momento en el que la cámara se funde en negro. Así pues, see you, Dex.
Del mismo modo que si alguien hubiera apretado el replay, MF vuelve a repetir la misma fórmula de éxito: situaciones y bromas desgastadas por el uso del tiempo. Gags repetitivos, y personajes atrapados en los límites creativos de sus respectivos clichés.
Y así, sin novedades, sin evolución, sin riesgos, y ante todo sin diversión, una vez más MF vuelve a hacerse con una audiencia lobotomizada que, por alguna razón inexplicable, no termina de cansarse de ver a Phil pidiendo perdón a Claire. Y me pregunto yo, ¿estamos ante la tribu de los Pritchett o la de los Cocoon? Porque en ambos casos los personajes parecen congelados en el tiempo, permaneciendo inalterados al paso de los años. ¿Dejará Manny de ser algún día tan... "Norman Bates"-rarito?, ¿aportará algo a la trama el personaje de Haley?, y si no es así, ¿por qué no se deshacen de ella mandándola a alguna universidad o centro especial?
Y que nadie me mal interprete, no es que no disfrute viendo a Cam sumergido en algún delirante proyecto, o, más divertido aún, viendo perder la compostura a Mitchell-Agua fiestas. De hecho, incluso admito que encuentro delirante la forma en que Dylan refuerza lazos sentimentales con Phil. Pero es que la sensación de deja vù me invade cada vez más. Y ya no sé si la otra noche vi el estreno de la nueva temporada o de la primera.
Algunas preguntas y sugerencias: ¿Quién fue el genio que sacó de escena a Dylan, el bobalicón rockero y único personaje que permanece ajeno al acartonamiento genético que la presencia de los Pritchett ocasiona? Y, ¿por qué no incorporan con carácter definitivo a la genial Ellen Barkin, como excesiva villana inmobiliaria, cuando claramente es el personaje más interesante de los que ha aparecido en la serie?
Modern Family, una familia ya no tan moderna.
Todo ello pese a que en el momento de su estreno las expectativas depositadas en la ficción resultaban más utópicas que realistas. No obstante, y por devoción Marvel, estaba dispuesta a dejarme llevar por aquello que los hermanos Whedon (creadores) me hubieran preparado. Y así, entre la ilusión y el temor a la decepción, asistí conmovida a los primeros minutos del episodio.
Y, ¿por qué negarlo? La fórmula (típica del blockbuster) funciona. La rápida incursión en la realidad post-Vengadores, la pronta aparición de escenas de acción, la aparente presentación de nuevos héroes, y la primera presentación de los personajes, consigue avivar mi ya existente interés y entusiasmo desde el minuto cero.
Y así, sumergida de pleno en la historia, sentí como mi pupila se dilataba ante lo inesperado de lo mostrado. Secretos, mentiras, conspiraciones y un montón de preguntas sin responder se van acumulando minuto tras minuto, elevando la dosis de misticismo e intriga, y haciendo que "Agents of S.H.I.E.L.D." quizá no sea la gran serie que podría llegar a ser, pero sí la mejor serie que podríamos esperar hoy. Y es que, diseñada con el mismo cuidado y detalle que un filme, S.H.I.E.L.D. resuelve con éxito su primera misión. Todo ello en nombre del más puro divertimento y entretenimiento Marvel. ¡Que la disfruten!