Hay personajes que se atiborran de polémica y acaban tan hinchados que, durante un tiempo, abarcan horas y horas de televisión, todo el mundo habla de ellos y se convierten en un filón para los medios, que los explotan hasta que baja el hinchazón, y entonces acaban siendo la sombra de lo que fueron, eso en el mejor de los casos. Me viene a la cabeza
Federico Jiménez Losantos, el
no-periodista que hizo del insulto y la descalificación su único argumento. En esta línea, es igualmente destacable el pedante, ridículo y resabido
Risto Mejide, de profesión, según él, creativo publicitario, aunque más bien de lo único que puede presumir es de formar parte de un espectáculo televisivo que, con toda seguridad, acabará enterrándole.
Como es bien sabido, la polémica hay que alimentarla. Cuando la gente se ha cansado de oir como criticas el físico de fulanita o la voz de menganito, es hora de pasar a asuntos mayores. Por eso, Risto no dudó en sembrar de homofobia la última edición de Operación Triunfo dirigiéndose a un concursante en los siguientes términos:
"cada vez abres más los ojos pero cierras más la boca, algo que no me extraña teniendo en cuenta lo que le gustan los orificios a algunos profesores de la Academia".
A veces pienso que la chulería, la prepotencia y ese ritintín barriobajero del barrio de Salamanca no es más que un ademán con el que el creativo publicitario ha labrado un personaje que está resultando rentable, no por mucho tiempo, eso sí. Claro que también cabe la posibilidad de que Risto sea un hijo de puta... no sería el primero ni el último que ha pisado un plató de televisión y al que se la ha puesto un micrófono para soltar burradas. Y, ahora, un programa enterito para su disfrute. A pesar de todo, el personaje, ficticio o no, acabará ocupando un espacio en la desmemoria colectiva de nuestra televisión: es lo que tiene no aportar absolutamente nada y caer en la zafiedad más absoluta.