Miguel y Bea son de la misma condición

Que Adara se salvara por tres llamadas está causando estragos dentro de la casa. La noticia ha resultado ser toda una esperanza para el grupo mayoritario, que lucha incansablemente para deshacerse de su enemiga antes de la final de este concurso. No paran de repetir a cada momento lo que Clara le dijo a Adara en su despedida. En cada discusión, la azafata es acusada de hacerse la víctima, como si los que no la tragan no pasaran por el confesionario a soltar las cuatro lágrimas de turno para quejarse de una situación insostenible según ellos.

Es Miguel el que más esfuerzos está haciendo en su cruzada contra Adara. El domingo pasado durante los posicionamientos, el amigo de Clara no dudó a la hora de acusar a Adara de lo que él lleva haciendo durante todo el concurso. Que Miguel se queje y eche en cara a su rival que se haga la víctima es cuanto menos curioso si tenemos en cuenta que él ha empleado la pena y los momentos lacrimógenos para sobrevivir en el juego. Empezó haciéndolo cuando salió nominado por primera vez. Por aquel entonces, Miguel se quitaba el bisoñé y le mostraba a Clara su realidad. Lo hizo un sábado, un día antes del primer debate, programa en el que se discutía la primera expulsión a la que él y Pablo, enemigos íntimos, se enfrentarían días después.

Miguel es de esos concursantes incoherentes a los que uno no sabe por dónde pillar. No se si creerme al que está dentro de la casa o al que se presentó a los casting afirmando sentirse atraído por los hombres con pareja. No es esto último algo reprochable; el problema surge cuando admite que lo que más le pone es meterse en medio de una relación para ‘’reventarla’’. Es lo que hizo con la pareja formada por Adara y Pol, algo que él y sus amigos utilizaron para decir que ella estaba loca de unos celos que no tenían ninguna justificación. Si fue capaz de mentir en ese momento, no tengo porqué creerme todo lo que está diciendo ahora de su enemiga para que la audiencia decida expulsarla.

Miguel odia a Adara por lo mismo que lo hacen todos. Porque jamás se ha doblegado ante el poder mayoritario y no ha titubeado ante las dificultades. Siempre tuvo claro que no pasaría por el aro de Clara y Fernando, y tampoco tuvo problemas en enfrentarse a una amiga que la traicionaba a cada momento. Me refiero a la que volvió a la casa tras ser expulsada gracias a la caja que contenía la vida extra.

La concursante que volvió no ha cambiado en absoluto. Sigue vendiendo a sus amigas y su objetivo sigue siendo el mismo. Solo quiere quedar bien y escalar posiciones, y si para eso tiene que modificar actitudes y adaptarlas al gusto de Rodrigo y al del grupo dominante, lo hace. Bea no se moja y solo discute cuando sabe que con ello consigue quedar bien ante los ojos de los que más poder tienen en esa casa. Esta misma mañana ha decidido darle la razón a Simona y no ha tenido ningún problema en dejar con el culo al aire a sus amigas Meritxell y Adara. En realidad no es algo nuevo. Bea lleva haciendo uso de la traición mucho tiempo, sobre todo desde el club. Ese lugar que aparte de darles poder a sus inquilinos, también sirve como espejo para que el espectador pueda ver las verdaderas intenciones de los mismos. No son conscientes Adara y Meri de lo bien que les está viniendo no entrar en esa sala. Sus compañeros, lejos de afectarlas, están acercándolas a la simpatía de gran parte de la audiencia. Un público que no soporta la prepotencia y que suele posicionarse con los más débiles.

En el club, Bea ha nominado a sus amigas y ha preferido subir a Meri a la palestra que a Alain. Lo hizo el jueves pasado para salvar a Rodrigo. Podría haber elegido al francés pero optó por poner en peligro a su amiga. A la misma que hoy ha gritado y menospreciado delante de Simona, concursante mucho más querida por la mayoría que las otras dos indeseables a las que quieren echar a toda costa. Lo cierto es que Bea está enseñando la patita en esta recta final y a Adara eso le viene de lujo aunque ella no lo sepa.