Tenía muchísimas ganas de escribir por aquí. Gran Hermano ha vuelto. No hace ni un año que Sofía se proclamaba ganadora de GH16 y ya estamos pendientes de los nuevos concursantes que compartirán su vida durante los próximos meses con todos nosotros. La emoción en las redes podía palparse horas antes del estreno. Comentaba ayer por la tarde con un buen amigo, sobre la expectación e ilusión que nuestro programa favorito despierta. Ambos debatimos acerca de una pregunta formulada en la rueda de prensa por un periodista sobre los motivos de la cadena para programar tres prime time de Gran Hermano a la semana. Y es que hay muchos detractores de este formato que consideran excesivo, e incluso un insulto, que el programa se estire hasta en tres emisiones semanales. Igual se piensan todos estos, que solo hay trabajadores en la ficción. A lo mejor desconocen la cifra de personas que trabajan detrás de este programa y el número de familias que comen gracias al mismo, no obstante, creo que todos ellos pueden encontrar la respuesta a su pregunta en la masiva participación que Gran Hermano genera. Una implicación que se sigue repitiendo dieciséis años después, porque los fans de este programa, esperan el comienzo de cada edición con una ilusión difícil de encontrar ante el debut de cualquier otro género. Una expectativa y una fidelidad que termina traduciéndose en resultados, que es de lo que se trata.
El principio de GH17 fue un regalo para todos los amantes de este programa. Mercedes Milá logró sacarme alguna lagrimita, no lo voy a negar. Somos muchos los que hemos crecido con ella y será imposible olvidar la cantidad de buenos momentos que nos ha regalado.
El casting me gustó bastante, aunque hay que reconocer que este año no será el del buen rollo precisamente, pero de eso hablo más adelante. De momento, ya hay concursantes a los que no trago en absoluto. Anoche me quedé hasta las cinco de la madrugada viendo el directo, y tengo que admitir que Miguel me parece bastante insoportable. Intuyo que es el típico tío encantado de conocerse a sí mismo y al que le encanta escucharse continuamente. Se tiró bastante rato soltando un discurso de filosofía barata del que sus compañeros querían huir cuanto antes, o al menos es lo que a mí me pareció. Además, no entiendo en absoluto el rollo que se trae con la peluca. E incluso he llegado a pensar que el verdadero Miguel es el que se mostró en un primer momento en su vídeo de presentación, y que el que apareció después sin la peluca no existe en absoluto, respondiendo a un papel que le viene estupendamente para ganar adeptos. Creo que Miguel es superficial y frívolo, y si no me equivoco, apuesto a que se convertirá en uno de los odiados de esta edición. Por cierto, estuve observando el momento en el que se quita la peluca y a mi no me da la impresión de que esté calvo; más bien diría que se afeitó y que nos está intentando colar una trola. Puede pensar que la audiencia va a instalarse en un sinvivir hasta que decida decirle a sus compañeros que está ''calvo''. Si fuera inteligente, llegaría a la conclusión de que la alopecia no es un elemento que genere mucho misterio y que es más conveniente jugar a otra carta en un concurso como 'Gran Hermano'.
Otra que no se muy bien de qué va es Beatriz. Hay que admitir que esta concursante tiene elementos de participantes, todos ellos fusionados. Si mezclamos a Paula, ganadora de GH15, a Ylenia, diva máxima de GHVIP y a Amanda, reventada de GH16, blanco y en botella: nos encontramos con Bea, la que rompe cuellos y llama descarado a cualquier hombre que la mire por la calle. Su risa es insoportable, un poco más que la de Adara, la participante que baila salsa con su abuela, y su reacción al saberse concursante fue excesiva y poco creíble. Hay que decir que la chica viene con ganas de pringarse. De hecho, ya ha surgido la primera enemistad dentro de la casa, protagonizada por Bea y por Montse, la granjera. Según Bea, Montse no paró de tirarle pullitas durante las primeras horas de convivencia, por lo que si de ella dependiese, le daría los tres puntos de las nominaciones a la voz de ya. Veremos como avanza la cosa...
No obstante, lo bueno de estos concursantes que suelen fingir tanto durante las primeras horas, es que no suelen tardar mucho en descubrir sus verdaderas intenciones y eso es algo muy gratificante para los que solemos conectarnos con la casa durante varias horas al día.
Y la semana que viene tendremos que decir adiós a Meritxell o a Laura, con lo monas que son. Una lástima que tengamos que expulsar a una de las dos y no podamos librarnos de Pol, que ya podría haber entrado su hermano, ese sí es atractivo. La misma mala suerte corren Cris y Fernando. Ya lo dijo Jorge Javier, este año es el de ''tu momento'' y no ''vuestro momento'', por lo que no se podrá concursar en compañía. Es probable que por todo esto, Cris y Meri decidan forrar una carpeta express durante las próximas horas, a ver si así la audiencia se compadece y los deja en la casa. Digo esto porque anoche pude observarlos muy acaramelados, e incluso haciendo manitas. A mi particularmente, me da una pereza espantosa ponerme a pensar en carpetas; no es por nada, pero estoy de historias de amor un poco saturado. Yo este año quiero ver estrategias y juego del bueno, pero sobre todo quiero divertirme.
No puedo marcharme sin comentar otra de las grandes novedades de la edición: la vida extra. Cada concursante tuvo que escoger anoche una caja que no podrán abrir hasta que lleguen al plató como expulsados. Una vez allí, deberán descubrir el contenido de la caja y el que tenga suerte, volverá de inmediato a la casa para participar. No quiero imaginarme la idea de que esto se hubiera hecho el año pasado y hubiera sido Marina la privilegiada. Recemos para que la vida extra le haya tocado a alguien con algo de sal.
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