Meritxell, despreciada y vapuleada

Lo que le están haciendo a Meritxell no tiene nombre. Ni ella misma intuye la magnitud de la situación a la que se enfrenta, es lo que tiene opinar diferente en una casa que se rige por el totalitarismo más absoluto. La verdad es que Meritxell es una concursante que no ha gozado de suficiente aprecio ni por sus compañeros ni tampoco por la audiencia. Siempre ha estado en un segundo plano salvo en las dos primeras semanas, cuando emprendió una lucha acérrima contra Fernando debido al famoso punto en las nominaciones. Es justo reconocer que fue ella la primera que descubrió la verdadera personalidad de uno de los concursantes más nocivos de la historia de este programa. Meri se adelantó a buena parte de la audiencia, aunque en estos momentos no es consciente de las malas artes que sus compañeros están empleando contra ella. Y no se lo imagina porque todos los que están traicionándola se esconden tras la cobardía actuando a las espaldas de la damnificada.

A Meritxell la están ninguneando de mala manera sin pararse a pensar que aquí se ve absolutamente todo.

Puede ser que Meri no haya sido de las favoritas, pero cualquier seguidor de este formato con un mínimo de sentido común preferirá ver a esta concursante alzándose con el triunfo antes que a cualquiera de los verdugos que la humilla sin cesar. Esta situación lleva produciéndose desde hace varias semanas. Imposible olvidarse de la patética escena en la que Bea tira la ropa de Mertixell al suelo. Más vergonzosa si tenemos en cuenta que la chonija presume ser amiga de la persona a la que traiciona constantemente. Es evidente que Bea buscaba ser el centro de atención de un Rodrigo que destaca por su soberbia y mala leche. Demostró que su propia personalidad y su conversación carecen del más mínimo interés pues necesitó humillar a su supuesta amiga para que su enamorado y el resto de la tribu a la que pertenece le hicieran un poco de caso. Durante la madrugada del pasado sábado, la escena se repitió de nuevo con Bea entre los protagonistas. También la ropa de la propia Meritxell fue objeto de burlas constantes. Rodrigo, Bea, Miguel, Clara y Fernando ataron la ropa interior de Meritxell a sus espaldas y saltaron a la comba con ella. No contentos con eso, protagonizaron una conversación absolutamente denigrante que debería ser castigada por la audiencia votante de este programa en cuanto tuviese ocasión. Rodrigo, ese concursante que se pasa la mayor parte del día en la cama y que vive en una preocupación constante por la repercusión que pueda estar teniendo su relación con Bea en el exterior se atrevió a decir que la ropa interior de Meritxell estaba manchada. Literalmente dijo otras cosas que me niego a repetir por buen gusto, pero tratándose de ropa interior y de suciedad todos podemos imaginarnos a lo que me refiero.

Rodrigo demostró carecer de esa educación de la que presume en su vídeo de presentación y que lleva reivindicando durante todo el concurso. Fernando mostró una vez más su cara más desagradable, adherida a una maldad tajante. Miguel reafirmó su falta de personalidad y su costumbre de seguir a los líderes del corral como oveja que sigue al pastor, y Bea volvió a destacar por ser más falsa que auténtica, aunque ella se crea única y original. Porque la chonija nunca ha sido amiga de Meritxell, como tampoco lo fue de Adara en su día. Difícil obviar la noche en la que Bárbara, Adara y Bea entraron al club. Esta última nunca se mojaba y siempre cargó la responsabilidad en los hombros de sus compañeras para no tener que mojarse. Lo hizo semanas después con Clara y lo repitió mientras todos se reían de Meritxell. Bea se adhiere al grupo con poder como un piojo al pelo limpio de un niño. Su único objetivo es el de sobrevivir aunque para ello tenga que pisar y humillar a las que considera sus amigas.

Es una lástima que gran parte de la audiencia no sea consciente aún de lo que están haciendo con Meri, aunque eso va a cambiar irremediablemente. Meritxell ganará la partida a todos esos que la desprecian injustamente. A todos los que hacen uso de la humillación para destacar. Porque al fin y al cabo, los que necesitan machacar al débil son los acomplejados que hacen de este mundo un lugar peor, y todos ellos terminan pagando. Vaya si terminan pagando.