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Liz, una concursante indescifrable

Martes 29 de Diciembre de 2015 09:16
 

Ha llovido mucho desde aquella entrada de Liz en la décima edición de Gran Hermano. Este post sobre la dominicana me temo que ha de ser el que más aprieto me suponga, probablemente porque su carácter me ha resultado siempre indescifrable, así como su rebeldía normalmente impredecible. Justamente ahí estriba su encanto, junto con su atrayente verborrea, capaz de maravillar casi siempre con sus sorprendentes decisiones.

Si la capacidad que demostró Liz para poner la casa patas arriba en su edición fue algo que me atrajo de ella, no puedo olvidarme tampoco de su espontaneidad. Liz jugó a cara descubierta, diciendo siempre lo que sentía a pesar de las delicadas consecuencias que esto siempre acarrea. Esto quizá no fue lo más idóneo para su progreso en el concurso pero fue genial para todos los que seguimos esta edición minuto a minuto.

En Gran Hermano hay concursantes que se recrean en la casa y otros que juegan sobre todo en el confesionario, sala donde ponen de manifiesto todas sus virtudes. Liz hizo las dos cosas, convirtiéndose en mas de una ocasión en ese componente voluble capaz de poner la casa patas arriba, muy al estilo de otros concursantes de este formato. Ella siempre aprovechó las nominaciones para destacar, pues siempre logró desestabilizar los cálculos de sus compañeros tirando por tierra todos los vaticinios que surgían semanalmente.

En esta concursante, el mayor de sus éxitos se convierte en aquello capaz de despertar más suspicacia en mí. Ya dije antes que Liz es de las que puede poner todo patas arriba en un instante, sacando de paseo ese dramatismo que a ella tanto le gusta y hacerlo además sin limites. Esto tiene su parte positiva, ya que más de una vez puede servir de estimulo para la casa, pero también produce una desconfianza absoluta de no saber por donde va a tirar la modelo. Esta es la Liz que me asusta, la que puede alborotarlo todo no con una jugada maestra en el confesionario, sino con la más absoluta simpleza que puede servirle para originar una sacudida de grandes dimensiones.

A decir verdad, lo mejor de Liz en Gran Hermano fue precisamente su impulsividad en todo lo que hacía. Muy pocas veces se paró a reflexionar sobre lo que le gustaría o no al público. Mi visión de la modelo hasta el momento es la de aquella participante de hace ya unos años que logró colarse entre mis favoritos. Porque ella, a diferencia de muchos de sus compañeros de edición, sí llenó esa casa de vida y emoción. Su juego, inquietante y seductor, fue mucho más atractivo que el de sus competidores.

Lo que está claro es que ella no es de las que va únicamente para estar, convirtiéndose en una concursante pasiva ante lo que ocurra en la casa. Liz participará de forma activa, haciéndose con el protagonismo en mas de una ocasión. Ya lo hizo hace cinco años, ahora solo tiene que pulir los fallos de aquel entonces.

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