Que
Aritz lleva siguiendo el rollo a Han desde hace mes y medio es tan evidente como que ahora intenta limpiar su imagen sin conseguirlo. El vasco no hace más que contradecirse en unos días que están resultando ser su verdadera perdición. No cae en la cuenta de que sus palabras son las que le están condenando en todos los aspectos al destapar unas
artimañas que hoy están a la vista de todos los que en su día creyeron en él.
Y es que no tiene mucho sentido que una persona que dice no haber visto este programa, se preocupe e insista reiteradamente en cómo debe estar el programa editando los videos de su relación con Han. Solamente alguien que sabe de qué va esto cae en la cuenta de lo que supone seleccionar unas imágenes para posteriormente montarlas y emitirlas. El problema no es que Aritz esté preocupado por lo que ha hecho o ha dejado de hacer. El verdadero brete surge cuando el vasco intenta echarle toda la mierda a Han en un intento desesperado de salir airoso de una situación en la que él ha participado.
Lo
rastrero e
innoble de
Aritz es que intenta hacerles creer a sus compañeros y también a la audiencia en esa idea que señala a
Han como único responsable de que el programa emita unos videos que reflejan más una relación de pareja que de amigos. El vasco ha optado por la vía del cobarde desleal, aprovechándose de alguien que sí tiene unos sentimientos por él para así intentar lavar una imagen que el mismo se ha ganado.
Si no quería Aritz que sacaran vídeos magreándose con el chino, no debería haberse magreado con el chino, tan sencillo como eso, pero la verdad es que le venía muy bien al del sombrero contar con sus puntos y con los de Han de cara a las nominaciones. Y claro, tampoco contaba con que la situación se le fuera a ir de las manos.
A este problema se le suma el de su intolerancia extrema. No solo no ha sido lo suficientemente adulto para afrontar una situación en la que no es él el único perjudicado sino que sigue siendo autoritario y caprichoso en la convivencia. Dentro de esa casa se vive como en una dictadura con él a la cabeza. Él decide lo que se debe cocinar y lo comprar y que es prescindible. También se cree con el derecho de reprimir a una compañera e incluso a amenazarla con dejarla sin cenar por cometer fallos en la prueba. Aritz se ha erigido como juez y señor de esa casa y sorprendentemente cuenta con el apoyo de todos sus compañeros. No sería extraño que el tipo del sombrero llegara a la semifinal sin siquiera haberse expuesto a las nominaciones. La semana pasada solo obtuvo un punto y encima se le dio Marta con la excusa de que pensaba que no modificaría la lista final de nominados.
Tampoco le ayuda la compañía de Marina. Esta última se ha agarrado al vasco y no le suelta. Tras la expulsión de Kike, la mamá de Juanito encontró en Aritz ese hueco que dejó la expulsión del médico. Marina es celosa y acaparadora. Su afán por controlar las emociones de sus compañeros crece cada día. Las relaciones que crea no son del todo sanas, y es que a ella le gusta degustar los sinsabores que sufren sus más allegados. El lunes por la noche, Marina disfrutaba de la situación que se creó entre Aritz y Han. Se sentía victoriosa ante una ruptura en la que ella intervino. Ella es aún una pieza fundamental en este juego. Sus malas artes son las que terminarán de mostrarnos a ese Aritz que no conocíamos pero que algunos intuíamos.