Laura Campos sigue concursando dentro de una contradicción constante. La participante no para de afirmar que no es merecedora del triunfo por el hecho de haber entrado mucho más tarde que sus rivales. Es un discurso rancio que ningún concursante que se precie debería manejar, pero aceptemos que tiene su lógica. Lo que no se entiende, es que a pesar de decir por activa y por pasiva que no debe ganar, muestre a la vez tanto empeño por desacreditar a su compañero
Rappel para así quitarle el tercer puesto.
Que Rappel siempre ha ido por las espaldas y que ha sido el autor de los comentarios más dañinos dentro de la casa es una realidad, pero no es del todo justo que las que le acompañaban en esa orquesta de chismoseos baratos le dejen ahora en la estacada para limpiar una imagen que a estas alturas, no tiene defensa alguna. Es lo que están haciendo las dos Lauras. Ambas se auto convencen de que Rappel no ha sido claro, como si ellas fueran ejemplo de sinceridad en este concurso. Las dos no paran de hablar para la cámara para desligar su concurso del de Rappel, aunque hay que reconocer que aunque este hecho se subraye más en esta recta final, lleva produciéndose desde casi el inicio del concurso.
Rappel siempre ha sido el apestado de su grupo, de hecho sufrió la nominación de Laura Matamoros y de Raquel Bollo hace ya unas cuantas semanas.
Sus compañeras nunca le han apreciado de verdad y lo han demostrado en momentos muy puntuales en los que un amigo o al menos un compañero leal debe dar la talla. Laura Matamoros se acercó a este concursante desde la primera semana de juego para poder disfrutar de distendidas lecturas de tarot, pero días después la hija de Matamoros reconocía no sentir ninguna ilusión ante la idea de llegar a la final de la mano del vidente.
Rosa y Raquel utilizaron al tarotista por una simple cuestión de números. Necesitaban una mayoría para la nominaciones. Así siempre lograban salvarse, y es algo que funcionó hasta que la audiencia tuvo la oportunidad de decidir el nombre de los nominados a través de la aplicación oficial del programa. Fue aquella la noche en la que los espectadores sacaron a Rosa a la palestra la que marcaría el final de una mayoría acomodada en un ambiente marcado por la tiranía y la hipocresía.
Lo que vengo a decir es que la situación de Rappel siempre ha sido la misma dentro del concurso. No ha sido querido por nadie. Es más, ha sido justamente Carlos Lozano el que ha estado en delicados momentos apoyando a este concursante; hecho paradójico que saca a relucir ese dicho tan popular que viene a decir que ni los buenos son tan buenos ni los malos son tan malos. Lo que vemos ahora es un reflejo de lo que ha sido siempre, de la soledad de un concursante que solo ha tenido compañía en los momentos en los que el odio hacia Carlos era compartido por todos. Instantes en los que solo imperaba la maldad, la envidia y el rencor. Unas emociones deplorables que unía a ese grupo mayoritario que se ha ido desvaneciendo semana a semana. Ahora, es Rappel la víctima de sus compañeras. De las mismas con las que hace una semana se hartaba de dimes y diretes contra Lozano. Curiosa estampa y cruel realidad para uno de los finalistas y personajes principales de esta edición. Porque a pesar de todo, Rappel, víctima de sus propios actos y malas decisiones, es más merecedor que Laura Campos de llegar a la final. Él al menos, sigue jugando al pedir votos a su favor. Campos, al pedir el voto para otra finalista solo mancha el formato que tantas alegrías nos da.