La reina de GHVIP: Belén Esteban

Faltan pocos días para la final y España sigue estando dividida entre los que aman y entre los que odian a Belén Esteban. Yo ni la amo ni la odio, simplemente la juzgo como concursante. Nunca he admirado a Belén Esteban ni he sido especial seguidor de su trayectoria televisiva. Mis opiniones pertenecen exclusivamente a lo que concierne a su paso por este reality. Muchos me han acusado de ser palmero de Belén para ganarme el aplauso fácil. Nada más lejos de la realidad, ya que me hubiera sido mucho más cómodo criticarla e ir a favor de la gran corriente existente en las redes sociales que la repudian. No me he dejado influenciar en ningún caso ni por los que apasionadamente defienden su figura ni por los que la critican haga lo que haga.

Si he defendido y defiendo a Belén Esteban para que se convierta en la ganadora de Gran Hermano Vip, es porque, por mucho que les pese a algunos, y les resulte complicado de comprender, me ha ido conquistando día a día, pues con toda la multitud de defectos que se le imputan, no deja de ser la persona que más pasión ha puesto en esta aventura y como no, también ha sido la concursante que más se ha expuesto, desnudándose ante el espectador en sus mejores y peores momentos. Belén ha dado todo lo bueno y todo lo malo que lleva dentro, como la vida misma, sin perder nunca un atisbo de realidad; algo que será muy difícil de superar en próximas ediciones, pues es muy complicado que alguien logre despertar sentimientos tan contradictorios como la ternura, la antipatía y la incomprensión, y es que eso solo puede conseguirlo un grande. Como aficionado a la telerealidad, me descubro ante ella. No me queda otro remedio.

Sería una injusticia restarles méritos a Belén como concursante, pues se ha convertido en la protagonista indiscutible de esta historia. Y es que la princesa del pueblo ha dado tanto, sabiendo tanto de la televisión y siendo conocedora de las consecuencias que podían pasarla factura, sin las necesidades económicas de otros y mucho menos de notoriedad, para bien y para mal en muchos casos, ha sido real. Nos ha dado momentos televisivos impagables y eso, todos los que amamos verdaderamente este género, debemos agradecérselo. Y es que siendo sensatos, Belén no cuenta con unos contrincantes que resulten atractivos de cara a una final. Bien distinto hubiera sido si esta concursante estuviese compitiendo en estos momentos contra excompañeros como Víctor Sandoval o Ylenia, que al igual que ella han cumplido con la máxima de este concurso: entretenernos. Belén se ha dado por completo, tanto a la audiencia como a sus compañeros. Nunca ha escondido sus debilidades ni sus defectos, ni tampoco ha querido presumir ni recalcar sus virtudes, a diferencia de alguno de sus rivales, como por ejemplo Coman.

Aunque muchos consideren exageradas sus reacciones ante momentos clave de este concurso, no debemos obviar la intensidad de Belén Esteban, y es que ella es excesiva, siempre lo ha sido. Eso no lo hemos descubierto ahora, y es probablemente ese exceso de intensidad, al que no estábamos acostumbrados a contemplar durante tantas horas, lo que ha hecho que muchos espectadores hayan deseado verla en la calle. No obstante, ella ha logrado salvarse, siempre al limite, como al limite se ha encontrado en muchas situaciones a lo largo de su vida: no podría ser de otra manera tratándose de ella.

No se dan cuenta los compañeros que la critican, que esa parte de la audiencia que sigue a Belén, no espera que ésta sea reeducada. A los que les gusta, les gusta Belén por como es en su totalidad: defectos incluidos, porque todo va en el pack.

Solamente decir, que yo me siento verdaderamente encantado de haberla podido conocer, gracias a Gran Hermano y como no, a su generosidad, cualidad que nadie puede discutirla.