Aunque Bárbara y Adara no sean conscientes de ello, lo que pasó anoche es lo mejor que podía ocurrirles. Lo he dicho en infinidad de ocasiones, la audiencia siempre apoya al débil, y ellas dos están en estos momentos menos fuertes que nunca. Tras la expulsión de Pol y la repesca de Fernando, hay una mayoría absoluta que domina la casa frente a una minoría que vive sus horas más bajas. Son ocho contra dos, un hecho que determinará las futuras decisiones y reacciones ante la adversidad.
Me hubiera gustado ver a Alain expulsado y a Pablo volviendo en la casa. Creo que el hombre genéticamente perfecto ha evolucionado mucho más que el francés, que permanece tibio a expensas de lo que ordena una Clara estancada en la amargura más absoluta. Alain no tiene criterio propio y no aporta nada como concursante. No se moja y no parece dispuesto a guardarle lealtad a Meritxell. Esta madrugada, Fernando le aconsejaba en clave que se alejara de ella. Me juego el cuello a que Alain seguirá los consejos del mejor amigo de Clara sin pararse a pensar ni por un momento en los sentimientos de la única persona que le lleva respetando y admirando desde las primeras semanas de convivencia. Alain no se casa con nadie y a pesar de la apariencia de hombre sensible que quiere vender a toda costa, demuestra que la realidad de su esencia es bien distinta. No ha mostrado ningún titubeo en su traición a Bárbara ni tampoco siente dolor por el sufrimiento ajeno. Permanece callado y solo habla para para hacer honor a los deseos de sus líderes, Clara hasta el momento y me aventuro a afirmar que Fernando a partir de ahora.
No se si el veneno de Fernando durará mucho en esta segunda ocasión. Es probable que sea expulsado más pronto que tarde y no por la audiencia precisamente. Tiene tantas ganas de volver a intoxicar todo que es probable que su auto control desaparezca y caiga en la tentación de dar información del exterior. Una información distorsionada, claro está. No tardó ni diez minutos tras la despedida de Jorge Javier en meterse en la habitación para practicar junto a Clara su deporte favorito: despellejar. Les hacen un tremendo favor a sus enemigas. Mientras ellas se esfuerzan por recomponerse ellos pierden puntos ante una audiencia que ha demostrado estar dividida entre dos grupos. Si hubiera sido Pablo el repescado, mucho me temo que Bárbara se hubiera crecido y el gofrero hubiera perdido los papeles frente a Miguel. Ese panorama hubiera influido negativamente en la carrera de fondo de Bárbara y Adara, que se encuentran en el punto de mira de sus compañeros y también de buena parte de la audiencia. Al perder a Pol y en cierta manera a Pablo, no caerán en el error de la prepotencia, muy castigado en Gran Hermano.
Me gustó Pol en su entrevista. Debo admitir que me inspiró ternura y no se puede negar que estuvo elegante en su despedida con Adara desde plató. Podría haberse dejado llevar por los comentarios y opiniones de familiares pero no quiso perjudicar a la que hasta ahora ha sido su pareja dentro del concurso. No han estado acertados los familiares de ninguno de los dos. No deberían haber hecho campaña contra ninguno, ni la madre de Pol contra Adara hace dos semanas en el debate ni la tía de Adara contra Pol estos días. No han respetado la decisión de sus representados y hubiera sido mejor permanecer en silencio, si bien es verdad que la que empezó esta guerra innecesaria fue la madre del expulsado de anoche. No obstante, serán los protagonistas de esta historia los que deban tomar una decisión en el futuro sin que nadie intervenga.
Me despido recordando para mi uno de los mejores momentos de la noche, cuando Jorge Javier ofreció comida y tintes para la semana a cambio de que sacaran los productos que tenían escondidos. Curiosamente, los que tenían comida secuestrada son los que llevan desde el comienzo de concurso acusando a Bárbara y a Adara de ladronas. Se empiezan a caer las caretas por fin.
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