La realidad es que Clara, aunque sea por tres llamadas, está donde se merece. Ha sido dictadora y cruel. Ha manejado a sus compañeros mediante el chantaje y la manipulación y ha campado a sus anchas desde el principio a pesar del dolor ajeno. Ha sido tóxica y nociva y ha dado juego y espectáculo a costa del sufrimiento de los demás. No quería amigos, solo súbditos que obedecieran órdenes. Empleados a los que castigar cuando las cosas no salían como ella quería. Acusó a Adara de querer una carpeta a toda costa cuando ella hizo lo propio con Fernando. Durante su última semana, vendió a su rival como víctima cuando fue ella la que no paró de llorar en el confesionario a todas horas. Reprochaba los errores que ella cometía y presumía de una experiencia de vida que no aplicaba en ningún momento. Se creía por encima del bien y del mal y se aprovechaba del miedo que despertaba en sus 'amigos', los mismos que por un poco de afecto y reconocimiento de su ama, cumplían con las directrices pertinentes atacando a una Adara agotada. Pudo con todos excepto con Bárbara, a la que acusó de mala madre y a la que calificó de gentuza. Llegó a poner en duda la profesionalidad de esta concursante y se atrevió a elucubrar sobre el origen de sus empresas. Tampoco mostró reparo alguno en decir que Meritxell era una guarra a la que le olían los sobacos y los pies. Permitió que su compañero Rodrigo cogiera la ropa interior de Meri y la oliera para a continuación ridiculizarla.
Clara ha salido por mentirosa e hipócrita, por acusar a Adara y Bárbara de robar cuando era ella la que escondía el pollo y la leche. Decía que sus compañeras no se esforzaban en las pruebas cuando ella en la de los zombies, alteró una poción echándoles sal en el agua. Le recriminó a Adara su mal vocabulario y que le llamara agresiva pero fue ella la que le dijo que le gustaba comérselas de dos en dos, sin llegar a pensar en que su compañera tenía familia fuera que podía sentirse afectada por dichos insultos. Y así podría tirarme hasta mañana, pero prefiero hablar de otras cosas y celebrar que Clara está fuera.
Habrá muchos que para no apreciar el triunfo de Adara utilizarán el argumento basado en las tres llamadas de diferencia. Si vamos por ese camino, también es justo aclarar que Clara solo se ha salvado de una nominación mientras que Adara superó anoche la quinta. Es de los que quedan concursando, la que más veces se ha expuesto a la decisión del público con todo lo que eso conlleva. Porque no sufre el mismo desgaste una persona que sale nominada semanalmente a otros que se mantienen al margen jugando desde un lugar mucho más cómodo. Me refiero a Bea, Miguel y Rodrigo, que ayer decidieron perder la poca dignidad que les quedaba al negarle a la audiencia el privilegio de salvar a un nominado. Demuestran que tienen un miedo atroz a la voluntad de los dueños de este juego, que son los espectadores. Bea volvió a demostrar una capacidad innata para traicionar sin que se note. Sin que se note dentro, digo. Podría haber evitado que Rodrigo saliera nominado sin tener que perjudicar a su amiga Meritxell. Hubiera sido suficiente con darle sus tres puntos a Alain. Si lo hubiera hecho, Rodrigo hubiera adoptado la misma determinación al nominar después de su novia y Miguel tres cuartos de lo mismo, pero la realidad fue bien distinta; Bea le dio sus tres puntos a Meritxell, su amiga dentro de la casa.
Es una lástima que haya una buena parte de la audiencia que no se está percatando del doble juego de esta concursante. Beatriz lleva jugando a varias bandas desde el principio de este programa, siendo su único interés salvarse el culo. Empiezo a pensar que su cariño por los demás es igual de limitado que su historia con Rodrigo. Ambos, sabedores de la popularidad de la que goza una carpeta en este formato, dosifican de mutuo acuerdo cada paso que dan entre esas paredes sin que el resto les importe lo más mínimo.
Criticar los fallos de Adara resulta fácil desde la barrera de la cama, lugar preferido de Rodrigo. Fue espeluznante escucharle de madrugada decir que Adara se tira todo el día en una habitación. Que lo diga él, en tono de queja, es de de chiste. Rodrigo lleva viviendo este concurso desde el colchón y por mucho que le pese es un personaje secundario en esta historia. Ni su relación con Bea, impostada se mire por donde se mire, ha logrado situarle en primera división. Probablemente por este motivo aprecio más a Miguel como concursante, porque a pesar de su teatrillo del peluquín, ha echado los restos para sobrevivir en este concurso. Miguel ha sido protagonista de una de las tramas principales de esta edición gracias a su historia con Pol, que nos hubiéramos perdido si Pablo no hubiera salido en primer lugar. Rodrigo en cambio, no ha sido ni será imprescindible, pues su concurso se limita a criticar a Adara durante las veinticuatro horas del día. Ejercicio que se ha convertido en costumbre en una casa que probablemente será más libre ahora que Clara no está para hacer de mujer totalitaria.
Porque esto va a llegando a su fin amigos. Ha sido una edición muy intensa, de las buenas, de las mejores diría yo. Por eso se me está haciendo tan corta, porque la estoy disfrutando como un enano. Aun recuerdo cuando Bárbara se salvó de su primera nominación frente a Candelas como si fuera ayer. Recuerdo como el destino de Adara empezó a torcerse cuando Pol salió expulsado precisamente por los votos de muchos de sus seguidores. El final está cerca, y afortunadamente Clara no podrá vivirlo. No lo merecía. Ni ha sido buena concursante ni ha sabido leer este concurso. Tampoco supo perder, aunque no me esperaba otra cosa. No pudo evitar destilar odio hasta el final y atacar directamente a Adara desde plató. No se da cuenta que así beneficia a su enemiga, pero me niego a volver a hablar de la torpeza de unos concursantes que curiosamente no paran de repetir ser seguidores de este concurso. Choca que lo sean pues no lo demuestran al cometer fallos tan garrafales y al jugar sin un mínimo de inteligencia.
Agradecimientos a @ElenaPons por la segunda ilustración.
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