Así es el verdadero Alain

El ambiente en la casa resulta agotador. Afortunadamente, el súper llamó ayer por la mañana a los concursantes al confesionario, donde estuvieron una hora. Supongo que las imágenes podremos verlas el próximo jueves, aunque es evidente que el programa ha ejercido ese necesario papel de mediador al que hace referencia David Cano en su blog. Es fundamental que se calmen los ánimos antes de que la sangre llegue al río, aunque sería inútil no reconocer que esta recta final está sirviendo para que algunos concursantes se quiten la careta sin ningún pudor. El desenlace está cerca y algunos están perdiendo las opciones que tenían de hacerse con el maletín. Miguel es uno de ellos. Después de sus interpretaciones y su historia con el bisoñé no está dispuesto a dejar que su enemiga llegue mucho más lejos. La información de la diferencia de tres llamadas entre Clara y la azafata ha hecho mucho daño. Es evidente que desde que Miguel y sus amigos son conocedores de este dato, están apretando el globo con intención de que estalle a cada momento. Lo peor es que lo están consiguiendo porque Adara no sabe jugar con la cabeza fría. Si supiera relativizar las cosas no caería en las provocaciones de cuatro personas que no tienen ningún peso en su vida y a las que va a perder de vista en menos de un mes.

Debería ser consciente del peligro al que se enfrenta y del que se lleva salvando por los pelos desde hace semanas. Adara se mete en un fango peligroso que quizás termine por ahogarla de manera definitiva el próximo jueves. La verdad es que tiene todas las papeletas. No le viene bien enfrentarse con Alain, concursante invisible que tiene algo de notoriedad gracias a la que sus amigos llaman niñata de veinte años. Es una lástima pero es así; la gente no levanta un teléfono para expulsar a un concursante no provoca ni frío ni calor. A él solo le votaran los fieles de Adara que quieren salvar a su favorita, porque saben que es la única opción para conseguirlo, pero hay que admitir que en esta última nominación Adara se enfrenta contra sus detractores y contra los seguidores de Bea, la otra posible ganadora de esta edición. La situación para la amiga de Meri es más que complicada y todo apunta a que su destino se decidirá el jueves durante la gala. Será importante la actitud de Bárbara y sus palabras resultarán decisivas, pues no podemos obviar el hecho de que ella ha sido la cómplice de Adara en toda esta historia. Adara sigue, virtualmente viva, porque a parte de sus seguidores, cuenta con los que tenía Bárbara cuando concursaba. Adara ha heredado esos apoyos, y pueden ser ellos los que tras escuchar a la rubia el jueves doblen esfuerzos para sacar a Alain y llevar a la madrileña a la recta final.

Admito que la del próximo jueves es la gala más esperada al menos para mi. Muero de ganas por escuchar a Bárbara, símbolo indiscutible de esta edición de culto. La noche puede ser redonda si Adara se salva. No sería justo que una de las protagonistas indiscutibles de esta temporada pierda la oportunidad de llegar a la recta final frente a un concursante tan tibio como Alain.

El francés siempre ha estado escondido permaneciendo en un segundo plano. Ha sido injusto y siempre ha visto el mal en las personas que a él no le interesaban. Jamás ha reparado en el daño que han hecho sus amigos, curiosamente los responsables de que él haya salido nominado continuamente. No le ha dado la oportunidad a Adara en ningún momento simplemente porque no le convenía que la mayoría se pusiera en su contra. Alain siempre ha buscado la comodidad a pesar de que por ella tuviera que desentenderse de multitud de injusticias. Su voz tranquila y ese discurso repetitivo basado en la necesidad de paz y sosiego no borran que Alain haya hecho oídos sordos a los comentarios crueles que su grupo ha hecho durante más de dos meses. Aquelarres contra la chica con la que ha compartido juegos bajo las sábanas. Complots continuados de los que él ha disfrutado siendo el primero en participar. Alain aparenta algo que realmente no es, aunque de eso solo se darán cuenta los espectadores que se fijen en decisivos detalles, pues la maldad de Alain ha sido sutil pero no por eso menos dañina y menos censurable.