Prometo que intento ponerme en el lugar de Laura Matamoros, pero no llego a comprender tanta inquina y tanto rencor. Lo que pasó anoche fue una prueba más de la inmadurez de esta concursante, componente de su carácter que lleva manifestándose desde la primera semana de concurso. Ayer fue turno de los familiares. Ellos fueron los encargados de hacer los alegatos en nombre de los nominados de esta semana. Naturalmente, Makoke defendió la permanencia de Javier en el concurso. Lo emocionante fue que el discurso de la pareja de Kiko Matamoros fue emitido también dentro de la casa, al igual que el del padre de Alejandro y el del amigo de Charlotte aunque a decir verdad, Makoke fue bastante suave. Motivos y oportunidad tenía para haber convertido su discurso en una arma de doble efecto; por un lado podría haber defendido a su hijo y por otro podría haber aprovechado la situación para darle un zasca a Laura, concursante que sí ha aprovechado su paso por la casa para criticarla duramente. No solo no quiso ser cruel, sino que tampoco advirtió a su hijo de la obsesión que Laura padece en su contra.
No obstante, tampoco hizo falta que Makoke echara más leña al fuego, pues
Alejandro, concursante que gana enteros con rapidez,
abandonó por fin la postura del temeroso por las nominaciones para sacar la cara por su amigo y enfrentarse a Laura. Fue valiente e hizo lo que muchos esperábamos fuera. El míster se encargó de bajar de las nubes a Matamoros, y lo hizo con cordura y con sensatez a pesar de la tensión que mostraban ambos concursantes.
Y es que hasta los compañeros que llevan peloteándola desde el principio de esta edición se negaron ayer a pasar por el aro del cinismo. Julián Contreras advirtió a Laura diciéndole que se calmara, que parecía una psicópata. Tampoco sacó la cara por ella Rappel, aunque él lo soluciona todo con una lectura de cartas. No sabía yo que los astros cambiaran de posición a cada minuto, pues la frecuencia con la que Laura acude al vidente para resolver sus dudas resulta pasmosa. Y más alucinante es que se crea a pies juntillas lo que Rappel afirma ver en su baraja teniendo en cuenta que no ha dado ni una en un mes.
Lo cierto es que ayer Alejandro se ganó el cielo. Él es un claro ejemplo de lo que los amantes de este programa queremos ver, un concursante que evoluciona día a día y que da contenido sin proponérselo. Y lo consigue porque se deja llevar, porque acepta el transcurso natural del tiempo y a medida que pasan los días va adentrándose en el corazón de este formato. Algo que no hacen ni Rosa Benito ni Raquel Bollo. Ayer Belén Esteban repitió lo que aquí se dijo; sus compañeras de Sálvame resultan una total estafa para el espectador de Gran Hermano. Jordi González afirmó que ambas gozan de un caché jugoso, razón por la que precisamente deberían al menos responder a las obligaciones de un concursante, como por ejemplo posicionarse tras el nombre del nominado que desean que abandone la casa.
No solo no lo hacen sino que invitan a sus compañeros a no mojarse. Anoche Rosa, llegado el momento, tuvo la cara de proponer al resto de concursantes que se repartieran entre los tres candidatos a abandonar la casa, a lo que el súper cargado de razón les advirtió: 'a la audiencia no le gusta sentirse engañada'. No creo que las palabras de Floren cambien mucho una situación donde la desidia está más que presente. La única solución que se me antoja ante tal desequilibrio de interés por lo concursantes es la expulsión por parte de la audiencia en cuanto haya ocasión.