Scream. Regla nº1 de las adaptaciones tv's: no jodas a la original.

Con una frase muy similar cierra 'Scream 4' ("Regla nº1 de los remakes: ¡no jodas a la original!"). En esta ocasión, nos referimos la adaptación en serie que debutaba la pasada noche del martes de la mano de MTV, un estreno que tenía una prueba muy complicada de pasar, pues son muchos los fans de Ghostface que recibían con alegría esta noticia, pero a su vez, los mejores críticos que la pueden catapultar a lo más alto, o todo lo contrario, hacerle la cruz y la raya a una mancha irreversible en la reputación de la franquicia.

Para los más impacientes, y de un fiel defensor de la saga hasta sus últimos días, diré que al menos por el momento, la cosa no pinta tan mal como parecía. Podría haber sido peor. Mi postura, sin embargo, ha de quedar clara: la serie como tributo a las películas es un insulto, jamás de los jamases podría llegar a igualarlas.

Si esto lo asimilamos, como serie de entretenimiento con diversos guiños a la saga, es disfrutable, pero muy en el fondo, y si soy sincero, pienso que es innecesario. Para ver algo así, ya tenemos 'Pretty Little Liars', y de paso nos ahorramos esa mancha de la que vengo hablando.

En cualquier caso, la serie presenta una historia aceptable desde el punto de vista narrativo, con reminiscencias a la de los films, escenas y planos que recuerdan muchísimo a los de la cinta madre, y personajes incluso definidos en algunos casos de una manera tremendamente parecida a 'Scream' (1996). Es fácil reconocer a los asesinos de Billy y Stu, por ejemplo.

Otro aspecto que me ha gustado bastante, son las referencias a series de tv de terror, tal como en las películas lo hacían de las cintas, o esas frases de guion en las que intenta reírse de sí misma la serie, tal como en las películas lo hacían del género slasher y los remakes, aunque con muchísima más gracia, por supuesto.

El episodio piloto arranca con la muerte de Nina (Bella Thorne), de la que se dijo que sería una reinterpretación a forma de homenaje de la brillante secuencia de 15 minutos que acaba con la vida de Casey Becker (Drew Barrymore). Ni por asomo. Se hubieran ahorrado estas palabras y no estaría yo ahora escribiendo estas líneas. Ojo, que no está mal, pero como comento, es una ofensa que se atrevan a establecer comparaciones como estas.

Ni las actuaciones están al mismo nivel –que tampoco se esperaba, por otra parte-, ni el juego que dieron Ghostface y Casey, con la tensión en auge conforme pasaban los minutos hasta su culmen, tienen algo si quiera que ver. El tema de la máscara, ya es otro asunto, en el que no me voy a extender, pero que viene a reforzar la idea de que esto no era necesario. Es horrible.

Y es que, en definitiva, no es tarea fácil contentar a una legión de fans de una de las sagas más emblemáticas y recordadas, que tuvo el honor de reinventar el género de terror cuando ya estaba obsoleto. Es inevitable juzgarla a mala sangre, pero es a lo que se arriesgaban los creadores con esta pericia televisiva, y sino, que le hubieran dado otro nombre. Dicho lo cual, seguiré viéndola porque no puedo mirar hacia otra parte, pero tanto yo como quienes se animen con ella, habrán de aprender a dejar a un lado las comparaciones, que sabemos cómo son. Solo queda esperar porque el resultado final conforme siga avanzando la temporada, no decaiga en lo más absurdo y ridículo.