Siempre he opinado que los peores episodios de El Príncipe son los multitrama, aquellos en los que no queda muy claro hacia dónde se encamina el interés argumental de la semana, con lo cual éste se difumina (bostezo) en favor de acciones secundarias que aportan poca luz al eje central. Además, cuando estas tramas secundarias transitan por el sendero de las relaciones amorosas, al menos en mí se produce una desconexión casi instantánea.
Pues bien, por suerte éste NO ha sido el caso. Tal vez porque ya sólo nos quedan tres dosis de intriga, los guionistas habrán considerado que es el momentro idóneo para dejar de dar vueltas y palos de ciego, y que la audiencia lo que quiere es avanzar hacia un final impactante, que nos deje con buen sabor de boca y con ganas de más (a poder ser, en otoño).
Sin llegar a ser uno de los mejores capítulos, y a pesar de los innecesarios rellenos, como mínimo podemos decir que El Elegido se ha centrado en dos líneas muy concretas: la yihad, y en menor medida, la comisaría. Creo que en ambas direcciones ha funcionado bastante bien. El episodio ha tenido suficientes buenos momentos, y un final que por enésima vez nos hace preguntar hacia dónde se encamina todo esto.
(A partir de aquí contiene SPOILERS del capítulo 10)
No hacía falta mucha perspicacia para adivinar que "el elegido" que da nombre al episodio no es otro que Driss, el extra que pasó a ser secundario, y que ahora ha tenido su mayor momento de gloria haciéndonos temer por su vida casi desde el arranque. Todo porque ha llegado un peligroso integrista al barrio de El Príncipe, con sus soflamas sobre el poder de Alá, y la sumisa y "necesaria" invisibilidad de la mujer... La polémica aparición de Fouad Al-Haled en una televisión local durante los primeros minutos del episodio genera una serie de movimientos que lo vertebran de principio a fin.
ENFRENTAMIENTO Y SECUESTRO EXPRÉSS
Está claro que Fouad no tiene intención de caerle bien al grueso de espectadores que seguimos la serie. Sus incendiarios discursos, su apariencia, su actitud, y sobretodo la misión que le trae a Ceuta son suficientes motivos para hacerle detestable. Su primer paso es visitar a la familia Ben Barek, que sigue centrada en la desesperada búsqueda de Abdessalam. Gracias al imán de la mezquita del barrio, Fouad accede a entrevistarse con Hassan y Faruq. La escena rebosa tensión y nos muestra dos mundos enfrentados, puesto que padre e hijo tienen una visión diferente sobre el respeto y el honor de la familia. Hassan representa la obediencia ciega a las costumbres, un hombre que sucumbe a los deberes de la sumisión. Faruq es el recelo y la rebeldía inconformista, un "joven" que antepone el respeto a su mamá por encima de los intereses propios...
Voy a suscribir literalmente una frase que pronuncia el personaje de Mati y que me gustó mucho. Después de observar cómo Faruq se enfrenta sin miedo al muyahidin radical para defender el honor y la necesidad de respuestas de su madre, la joven policía le suelta a Hakim: "Es la primera vez que Faruq me cae bien". Un mensaje un tanto infantiloide, pero que describe a la perfección una opinión que comparto. Quien sigue este blog, sabe del disgusto que me provoca el desaprovechamiento de un personaje como el de Rubén Cortada, que nos fue presentado como el gran antagonista, y cuya presencia ha llegado a ser innecesaria e incluso molesta en multitud de ocasiones.
Pues bien, en esta secuencia de tensión verbal con Fouad me ha gustado. Aunque poco más tarde, Faruq vuelve a las andadas del absurdo y lo inverosímil con esa especie de cutre-secuestro expréss con el que pretende amenzar a Morey para que deje de perseguir tirarse a su hermana. Amenazas vacías, miradas retadoras, y testosterona de hipermercado como menú del día. Muy poca cosa.
FOUAD AL-HALED ENTRA EN ESCENA PARA NO PASAR DESAPERCIBIDO
Volviendo a Fouad y su presencia en el barrio ceutí, pronto descubrimos que ha llegado para conocer a Driss y asegurarse de que realmente es "el elegido" de Alá para inmolarse en nombre de la yihad. Pero el joven le despierta suspicacias. Y una vez visto lo visto, podemos decir que con razón. Driss se sentía ilusionado con su nueva misión en la vida, aunque sin saltar (ni explotar por ahora) de alegría, se le notaba la emoción por formar parte de algo grande. Eso ha ido desapareciendo poco a poco mientras a su alrededor planeaban su inminente "viaje" al Paraíso.
Quizá para resaltar la importancia que adquiere su personaje, o para demostrar que ya no está metido en asuntos de crío ingenuo, en Pasar al otro lado (cap. 9) cambiaron su indumentaria, después de llevar puesta durante toda la serie la misma camiseta deportiva. El punto de inflexión para su cambio de vestuario fue el momento en que Driss se arrodilló a rezar junto a Omar. Tal vez fuese porque al club deportivo catalán y a su patrocinador árabe (Qatar Foundation), no les debió parecer apropiado que sus marcas se vieran relacionadas en modo alguno con el terrorismo islámico... En cualquier caso, al joven musulmán ahora le han vestido con una camisa lo bastante sobria, y le acompaña un nuevo peinado, que viene a decir: Esto ya no es un juego de niños.
SORPRESA Y DESENLACE TRÁGICO
Hacia la mitad del capítulo, asustado, el muchacho le acaba pidiendo ayuda a su "señorita" Fátima porque no quiere morir, y ella a su vez le pone en contacto con el CNI a través del súper héroe Morey. Pero en esta serie ni los buenos ni los malos son tontos del todo (tampoco son lo contrario). Unos porque en vez de poner rápidamente distancia entre Driss y el peligroso fanático Fouad, deciden utilizar al joven Driss como cebo para el pez grande. Y los otros porque Omar enseguida descubre que "el elegido" lleva una cámara oculta en algún botón de la sobria camisa. ¡Pedazo de cámara debe ser!, que el profesor del Centro Cívico la nota con un simple abrazo (o quizá es que le da un abrazo de oso).
Entonces, apenas un instante después, ocurre de pronto. Driss, y con él los espectadores, nos encontramos al fin cara a cara con el personaje más buscado de la serie: Abdessalam Ben Barek, el hermano de Fátima [que por cierto, en este capitulo está metida en prácticamente todos los fregados, siendo mencionada o directamente con su pesencia, acaparando tanta atención que acaba resultando más cargante de lo habitual]... Abdu aparece de la nada para arrodillarse junto a Driss y rezar a su lado. Una mirada de complicidad trata de servir para apaciguar las dudas y temores del "elegido", pero con eso no basta.
¿ACCIÓN TREPIDANTE EN EL PRÍNCIPE?
A partir del pequeño corte de la imagen que se sucede cuando la tapadera de Driss salta por los aires, se inician en paralelo una persecución y un tiroteo. No entraré a valorar las escenas trepidantes en la casa medio abandonada, si alguien quiere hacerlo le invito a ello. Por mi parte, me conformo con pensar que al haber arrancado como una serie de éxito, para la próxima temporada el presupuesto de El Príncipe será notablemente superior, y podrán rodar mejores secuencias de acción (no olvidemos que la primera temporada se rodó cuando nadie podía asegurar que sería el evento televisivo más visto del año en cuanto a ficción).
En cualquier caso, pareciendo de saldo o de súper producción, el resultado es el mismo: un enfrentamiento desequilibrado en cuanto a número de bajas. Omar y algún esbirro de Fouad mueren acribillados a balazos; la agente Cavajal resulta gravemente herida muerta por un disparo en la cabeza; y a Driss le lanzan desde un coche en marcha, en apariencia con pocas posibilidades de sobrevivir... Abdu, por su parte, huye en la moto (a saber hasta cuándo), a pesar de los gritos desesperados de su hermana.
Hablando de ella, empiezo a entender por qué entre Fátima y Morey no hay ninguna química. Una de las razones es que yéndole detrás al agente del CNI todo el día, la joven no ha hecho más que llevarse disgustos: primero Sara apuñalada mortalmente en sus narices; después Karim explotando al otro lado del cordón policial; y ahora más muertes, caos y destrucción a su alrededor... Lo del enamoramiento de Fátima parece masoquismo puro.
El otro arco argumental del episodio, el de la comisaría, no ha llegado a ninguna conclusión reseñable, aparte de que ahora Quílez, el que fuese mejor amigo de Fran hasta hace bien poco, parece ser el culpable de todos los males, lo que me lleva a pensar que en realidad es más inocente de lo que parece. El clásico juego de los opuestos de toda la vida, que es probable que acabe con la redención del grandullón... Pero como ese hilo de la madeja sin duda va a acaparar buena parte del siguiente capítulo (que llegará tras una semana de santo descanso), esperaremos hasta entonces para adentrarnos en sus recovecos, encarando ya sin frenos la recta final de la temporada.
Y sobretodo, esperando que esté a la altura de las expectativas.
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