Un payaso en Eurovisión

Eurovisión sigue dando de que hablar. Pero este año no es la música, ni los estrafalarios vestuarios, ni el fracaso español, ni siquiera el famoso politiqueo en las votaciones. La atención se la ha llevado un espontáneo que ha decidido boicotear al representante español e intentar (que no conseguir) arruinar la preparación de varios meses y la ilusión de muchos que todavía creen en el festival.

Aunque por su cara, su pinta y sus movimientos algunos creímos que era un payaso circense más de los que formaban el cuerpo de baile de Daniel Diges y su \"Algo pequeñito\", al ver el barullo que se formaba en el escenario y su cara de personajillo estúpido, descubrimos que no formaba parte de la tan anunciada puesta en escena de España. Pese a las luces, el impresionante escenario, la perfección en la realización audiovisual, la preparación de los guiones de los presentadores y todo el montaje del show, la UER dejó subirse a un intruso al escenario. Tirón de orejas para la organización. Aunque, realmente, cualquier eurofan aparentemente inocente y entusiasmado podría saltar fácilmente e interrumpir al cantante de turno. Para eso existe la confianza y el orden (y Noruega, mal que nos pese, sabe bastante más de respeto que nosotros).

El propio Diges afirmaba en un pequeño corte que \"nos ha tocado a nosotros como le podría haber tocado a cualquiera\". Poca confianza me daba a mí esa afirmación. Si ha boicoteado justo cuando cantaba el español, algún motivo de fondo habría. ¿La defensa a Garzón? ¿La crisis económica? ¿Zapatero buscando apoyos europeos? No. Un independentista catalán. Que no es lo mismo que un catalán a secas. El catalán a secas es una persona normal, como un extremeño o un andaluz, que vive, trabaja y deja vivir. El independentista catalán, en este caso (hay otros más lógicos y racionales) es aquél que vive obsesionado por algo (el independentismo de la región catalana) y se cree que el resto del Universo vive tan preocupado como él por ese algo. De hecho, seguramente ese energúmeno creía que en Azerbayán, en Georgia o en Moldavia alguien conoce Cataluña o la barretina. Animado por esa mentalidad infantil y ombliguista, y aupado por los que, cómo él, se creen que con actuaciones de este calibre Cataluña va a conseguir la indepencia o demostrar el \"aquí estamos\", el tal Jimmy Jump, de nombre Jaume Marquet Clot, saltó a la palestra anunciando previamente su \"meritoria\" actuación.

\"La actitud catalana\" llevaba escrito sobre su roñosa camiseta. En Facebook ya había publicado sus fotos en Oslo y había advertido de que boicotearía a Diges. Y la organización, \"ná de ná\". Seguirían pensando que esta especie de ser humano es tan pacífica y adiestrada como los noruegos. ¿\"Actitud catalana\"? Más bien debería haber escrito \"Vergonya catalana\" (\"vergüenza catalana\"). La representación de la comunidad no podría haber sido más patética. Y lo peor es que Jimmy Jump (si tan independentista es, por qué no se pone un nombre en catalán: \"Jaumet Salt\", sería el equivalente, pero no suena tan bien) ha hecho de estas payasadas su modus vivendi: en 2004 asalto el Gran Premio de Montmeló de F1 y en 2005, en la final de la Eurocopa, invadió el campo de juego en el que competían Madrid y Barça. Además de irrumpir en la Champions, en desfiles de moda, etc. Y en muchas de las ocasiones, con la barretina y un bigote al más puro estilo Dalí. Y digo yo: este hombre debería lavarse la cara antes de imitar a Dalí. Esto no es surrealismo: es patetismo puro y duro.

Pero lo más patético es que irrumpir en un Festival seguiro por 120 millones de personas; obligar a la organización a repetir una actuación de tres minutos y poner en evidencia la seguridad de un evento internacional sólo supone una multa de... 1.800 euros. Para hacer una comparación, un anuncio de veinte segundos en un prime time de las Campanadas (el momento más caro del año) puede costar más de 60.000 euros. Y hacer el primo frente a 120 millones durante unos segundos y hacer perder otros tres minutos no llega ni a 300.000 de las antiguas pesetas.

Igual de lamentable es que en Facebook le sigan miles de personas de toda Europa, esos que se ríen del Festival y de España. Esos que no saben que con actuaciones como estas sólo acrecientan el odio hacia Cataluña de unos y la burla hacia España de otros (entre ellos, los extranjeros que nos siguen viendo como idiotas). Desde aquí propongo que seamos nosotros quienes boicoteemos a Jimmy Jump en su perfil de Facebook. Basta con entrar, darle a \"Me gusta\", dejar nuestro comentario y volver a darle a \"Ya no me gusta\". Y también propongo que se sepa distinguir entre lo que es Cataluña y los catalanes y actuaciones tan estúpidas y poco representativas como esta.

En fin, ya me he despachado agusto (y de paso he inaugurado el blog).