Después, de estar hablando con Samuel, me fui a vestir, había convencido a Samuel, para que se viniera con nosotras a la cena, habíamos quedado en un restaurante cercano, pero como siempre iba a llegar tarde, Samuel me metía prisa.
- Victoria, cuando quedas a una hora, es aquí no en Canarias.
- Déjame, un momento que no tardo, además Laura, me conoce ya.
- Victoria....
- Si no me hubiera parado a hablar contigo.
- Sí, y claro ahora la culpa, mía.
- Ya estoy...
- Sí, pero hace 10 minutos debíamos estar en el restaurante.
- Corre.
En esos momentos, parecía que éramos algo más, que amigos, estábamos peleando como si fuéramos una pareja.
Salimos de la casa, mi madre se iba a ver a unas amigas, y mi padre y Belén iban a salir a comer por ahí.
Andando para ir al restaurante Samuel, me cogió la mano...
- Perdón, no quería molestarte –rápidamente, me quito su mano de la mía, a mí me gustaba que me llevara de la mano.
- No, no te preocupes...
- Por un momento, he pensado que éramos algo, no sé, es como si hubiera vuelto atrás en el tiempo, no sé, será mi cabeza.
- Samuel, lo siento, de verdad, me parece, que he sido muy injusta contigo, te quiero te amo, pero he sido muy egoísta, te trate muy mal, cuando estuviste en Madrid, yo te di a ti la libertad, para que te enrollaras con quién quisieras, pero...
- No te preocupes, yo contigo, también me he portado fatal. Perdón...
En ese momento llegamos al restaurante, allí ya estaban, Alberto y Laura, estaban muy distantes entre ellos como si hubieran estado peleando, a Laura, la veía descontenta.
- al lado-
- Los que venís muy alegres sois vosotros, ¿no?
- Y porque íbamos a estar mal Laura, somos dos personas maduras,, y si lo nuestro no ha podido ser, por distintas razones, no tenemos que estar enfadados, hemos quedado como amigos.
- Pues que suerte.
- -pedimos la comida- Victoria, podemos ir al baño.
- Claro.
- Victoria, no estoy bien con Alberto, cada vez lo veo más raro, peleamos mucho, es como si no me quisiera, como si hubiese dejado de amarme.
- No te preocupes, quizás sea un ciclo de la vida, cada vez está más raro, temo perderlo, pero algunas veces pienso y digo lo dejo, pero otras me da pena.
- Laura, Samuel me ha cogido de la mano, al venir, yo me he dejado, me ha gustado, me ha hecho pensar como si no nos hubiéramos separado nunca, no sé, pero pensándolo fríamente, me da pena, tengo la sensación ahora mismo como si hubiera engañado a Cristian, el no se lo merece, el es muy bueno conmigo, lo de Samuel y yo, es imposible, y mas con el embarazo, ahora es imposible.
- No te sientas mal, ¿no has hecho nada con él o sí?, al final, ¿estás embarazada, la prueba te ha dado positivo?
- No, nada pero es imposible. Si, ya es seguro, estoy embarazada, la segunda prueba que me hicieron dio positivo, por eso estoy aquí.
- Pues entonces lo tuyo y lo de Samuel, pasa a segundo lado.
- Si, al principio Samuel parecía que no le importaba, pero me lo encontré, llorando en su cuarto y hablamos, se va a Inglaterra, y todavía me sigue queriendo.
NARRA SAMUEL.
Las chicas se fueron al servicio. Me quede hablando con Alberto.
- Alberto ¿Qué te pasa? Últimamente te veo, mal.
- Mis padres se separan, lo estamos pasando fatal, y lo estoy pagando con Laura, no sé cómo reaccionar, me estoy portando fatal con en ella, pero no puedo estar feliz, estamos peleando muchísimo, no sé qué me pasa, pero al final lo acabo pagando con ella. Se lo quiero decir, pero no me atrevo, estoy mal, y nadie me apoya, ella lo haría, pero no sabe nada. Y tú, ¿Por qué venias tan contento?
- No debería, pero Victoria, y yo estamos muy bien, ella está embarazada de Cristian, pero hemos estado tonteando mucho, hasta la he cogido de la mano, al venir, para aquí...
Las chicas volvieron, nos lo pasamos muy bien, parecía una cena de parejitas, estábamos los 4, yo empecé a tocarla, le rozaba su mano, y le ponía mi mano sobre su muslo, ella no se resistía, lo que me parecía bueno, y me daba esperanzas, era como si el tiempo hubiese retrocedido, ella estaba receptiva, de hecho en dos o tres ocasiones, nos miramos fijamente y cómplices, nos entendíamos fenomenal.
NARRA VICTORIA.
Terminamos de comer, llegamos a casa, Samuel esta vez, me abrazo por el hombro, fuimos todo el camino agarrados, me gustaba, estar así con él, me parecía tan bonito. En casa no había nadie, todavía no habían llegado, subimos las escaleras, nos íbamos a ir cada uno para nuestro cuarto, pero en ese momento la pasión surgió, Samuel me beso, yo también lo bese, llegamos hasta su cuarto, nos empezamos a quitar la ropa, me empezó a besar por todo el cuerpo, pero al tocarme la barriga me acorde de Cristian.
- No Samuel, no sigas por favor, no puedo, de verdad no puedo, estaría engañando a Cristian y no puedo, perdón por favor perdóname, lo siento.
- Pero Victoria...
- Lo nuestro ya no puede ser, lo siento, perdón.
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