A CONTINUACIÓN EL VERDADERO AMMANN
Celda 211 fue su primer filme y como se suele decir fue llegar y besar el santo, ya que, consiguió el Goya al actor revelación y dicha película también arrasó.
Ammann estudió interpretación en Argentina y España, y ha trabajado muy duro pero sin perspectivas claras. Acerca de su paso por Celda 211 recuerda: "Cuando llegué a Celda 211 de Daniel Monzón, fue todo un aprendizaje comprimido, un día a día repleto de enseñanzas. Me di cuenta de lo que tienes que trabajar para componer un personaje". La película fue todo un éxito, no solo por los premios recibidos, sino por la gran acogida del público.
"He reflexionado mucho sobre todo. Ha sido demasiado. Pasar de no hacer nada a estar enredado en cuatro películas en año y medio o dos... Ahora he parado y he dicho que no a algunos proyectos, porque tengo necesidad de reencontrarme, de volver al estudio, al laboratorio. Me apetece acercarme al personaje con tiempo, porque las prisas son enemigas de arte..." Se siente muy agradecido por los premios (Goya y Unión de Actores). "Hay una parte del ego de uno que se regocija, pero el ego puede ser un gran enemigo, y los premios pueden ser un arma de doble filo. Te puedes llegar a creerte muy especial y ponerte por encima de los otros. Un premio solo tiene que servir para seguir creciendo". No piensa renunciar a sus otras facetas, personales o artísticas. "La música es importantísima. No solo porque me guste, sino porque es necesaria para la interpretación. En mi grupo toco guitarra, vientos, hago coros; tenemos un italiano, Alessandro Terranova, que canta, y Mario Rebollo, también actor, toca el piano. La idea es armar un lugar multidisciplinario que tres días a la semana esté abierto a todos nuestros amigos con proyectos teatrales y que puedan usarlo gratuitamente".
El personaje de funcionario de prisiones en Celda 211 le catapultó a una fama que le ha proporcionado su primer papel protagonista en Lope, del director brasileño Andrucha Waddington. Para preparar su personaje en Celda 211 habló con miembros del cuerpo y con ex reclusos. No fue así en el caso de Lope de Vega, en la personal mirada sobre el Fénix de los Ingenios de Andrucha, que se estrenó este viernes. "Leí biografías, leí un libro que habla sólo de las mujeres que tuvieron mas espacio en su vida, que le dieron hijos, que mantuvo relaciones mas estables, la mayoría actrices o relacionadas con el teatro, como Elena Osorio. Lope era de cuidado, de amantes por todos los lados".
Aún no había terminado de rodar Celda 211cuando le llamaron para esta superproducción a la que llegó con la lengua fuera. "Pregunté a Andrucha qué quería contar. Y me decía: 'Quiero que nos despeguemos de la presión de hacer Lope de Vega'. Se han comprimido varios años de su vida en el de la ficción de una película. La idea era centrarla en el despertar de un chaval al amor, a su vocación, a la intrepidez. Alguien que tiene la cabeza disparada, a conciencia de su talento y una confianza loca". Lope escribió: "No sabría vivir sin gozarlo"...
El actor simpático y revoltoso por naturaleza, ha tratado, inconscientemente, de seguir sus pasos. "Mi adolescencia fue contrastada con mucho amor en casa y mucha violencia en la calle. Y siempre he sido muy callejero. A los 11 años mi madre me acompañaba a baile, pero con un miedo horroroso...Luego con 14 años me escapaba, quería saber qué sentía un chico de la calle".
Pese a tener en la actualidad una relación estable, se reconoce casi tan mujeriego como su personaje.
Sus proyectos son concretos: "El año que viene una película con Jorge Dorado, su primer largo, que será un thriller psicológico, y luego otra en Chile, también una ópera prima, de Geraldine Guardia".
En un mundo alborotado, cifra su esperanza en la coherencia, "en seguir haciendo lo que siento, pienso y digo que voy a hacer. Lo mejor que podríamos hacer como sociedad y donde me gustaría que se acercase la juventud es a cuestionarse todo. Asumirse uno y asumir que puede estar equivocándose. Los errores no son definitivos y ayudan a crecer. Si no te equivocas, no aprendes.
Y después de hacer Lope, empiezas a entender al hombre del Siglo de Oro, que eran militares pero escribían sonetos...Te arranco la cabeza o te escribo un soneto o te hago el amor con palabras...todo una locura, sangre, pasión, sexo. !Con cuánto honor, con cuanta pasión vivió su vida Lope, y qué vacíos estamos nosotros, qué faltos de ardor, de sangre caliente, de ideales¡".
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