Análisis, "Los Hombres de Paco", capítulo 99, "Algo tan sencillo como hacerte feliz"

Muchas cosas son las que pueden empujar a alguien al espectador a ver una serie de televisión una apacible noche. El humor más desternillante donde uno no puede parar de reír y la trama no sigue unas directrices fijas, pudiendo seguir el contexto de la misma sin problema alguno dos o tres capítulos más adelante..., la tensión donde uno está en vilo prácticamente la totalidad de la duración del episodio o gran parte de la misma, y luego al acabar está pensando en lo que puede quedar por venir en episodios venideros, teniendo que seguir la trama de una forma contínua, al verse una complejidad en la misma que requiere de varios episodios para ser resuelta..., o también querer ver tramas románticas de proporciones estratosféricas entremezcladas con el género predeterminado al que pueda ir dirigido la serie...

Pero hoy, en este día, estamos hablando de "Los Hombres de Paco", hoy, hablamos de una serie que puede aunar múltiples variantes de géneros sin que ello signifique verse comprometidos valores que hayan podido distinguir a una serie en el pasado, otorgándole diversos matices que la potencian aún más si cabe, y hace que cada capítulo sea diferente del resto. También es verdad que el determinado abuso de algunos componentes puede mermar la calidad de los episodios, convirtiéndolos en buenos, pero con reservas.

El episodio al que va dirigido el siguiente análisis data del emitido el 10 de Junio de 2009, un miércoles a las 22:00, de la serie de Antena 3 Televisión, Los Hombres de Paco .El episodio comienza con un resumen, un extenso resumen contando los hechos acontecidos en capítulos pasados, principalmente sobre el caso de la camorra italiana. Escasos minutos después de comenzar este resumen (aproximadamente unos 2 minutos) se produce el primer interludio de un capítulo, que ha empezado con mal pie, pero que por suerte, en mi humilde opinión, ha resultado ser un episodio que, sin llegar a la altura de "El efecto mascletá", si ha derivado en unas experiencias cuanto menos, gratificantes. Comienzo de esta forma, el análisis de este episodio.

Se ha observado en este capítulo un toque policial bastante más serio de lo que es habitual en esta serie, dejando en gran medida el humor en un segundo plano, centrándose más en lo que son las tramas policiales y algunos toques románticos, aunque esto no quiere decir ni muchísimo menos que el humor no haya existido. Y es que, de la mano sobre todo de Paco y Mariano, han llegado, una vez más, escenas de estos dos personajes que, enterrados en el desierto, en una situación límite como nunca o casi nunca se habían encontrado en la serie, han lucido unos momentos cómicos que han venido de perlas para un desarrollo del capítulo con mucha tensión de por medio.

Povedilla por su parte, fue procesado por primera vez en la comisaría, teniendo una interesante charla con Curtis sobre las posiciones en las que se debía colocar (y es que en estos episodios están ocurriendo cosas bastante innovadoras)y detrás de él, Aitor, que también era su primera vez de detenido.

Sara, que estaba por la zona, le dijo a Povedilla cuando salió de aquella sala que iba a cuidar a Aitor todos los días, para devolverle el favor que le había hecho este al cuidarla todo el tiempo que Lucas no ha podido estar con ella, al estar en el extranjero, cumpliendo sus sueños. La primera muestra de amor de Sara fue palpable, le pidió a Aitor que se colocara en diferentes posiciones para poder tomar fotos de él, mediante un dulce tono de voz, que alegró al becario y accedió a las peticiones de Sara. Acabaron incluso sacándose fotos mientras se besaban.

Paco y Mariano, por su parte, habían sido enterrados en el fondo de un desierto por los mafiosos italianos, enrabietados por la muerte de su compañero Fabriccio Capriati. A Paco y Mariano sólo se les veía la cabeza, ninguna parte más de su cuerpo estaba al descubierto.

Al líder de la banda no le bastaba con ver morir a los policías, quería ver como sufrían lentamente un dolor terrible, el mismo dolor que les había supuesto a ellos perder un compañero tan querido por ellos como lo era Fabriccio, ya que, metieron hurones debajo de la tierra para que les fueran devorando por dentro a Paco y Mariano sin ningún tipo de pudor.

Vittorio, el líder de los mafiosos, calculó el tiempo que tardarían los hurones en devorar a los policías, que según sus predicciones, acabarían a las 6 de la tarde. El sol de justicia dándoles en plena cabeza en una zona como aquella, se encargarían de deshidratarlos y terminar de rematarlos...

Blackman, personaje que ya había aparecido una vez en el episodio "Héroes y Ratones", ha entrado en escena en éste de una forma esplendorosa, haciendo ya una entrada por todo lo alto, al abordar al abogado de Aitor y levantarlo con una cuerda, manteniéndolo colgado, preguntándole donde estaba situado el objetivo, en plena sala principal de la comisaría.

La reacción de los agentes no se hizo esperar lo más mínimo, dieron el alto a Blackman, y le amenazaron con dispararle si no soltaba al abogado, hecho por el cual no tuvo más opción que soltar al abogado. Las palabras pronunciadas hacia Don Lorenzo por parte de Blackman después de que se viera obligado a dejar escapar a su presa, fueron contundentes: "Usted lo ha querido, Don Lorenzo, los malos ganan"

Los miembros de la camorra no eran novatos en el oficio, eran delincuentes muy a tener en cuenta y podían realizar actos vandálicos cuando uno menos se lo esperase y en el sitio que menos se esperase. Uno de sus hombres fue infiltrado en la comisaría de San Antonio, un hombre que simuló ser el abogado de Aitor Carrasco, este último detenido e interrogado por Trujillo, agente de Asuntos Internos. El topo resultó ser un profesional en las artes del asesinato y el ocultamiento de pruebas a las autoridades.

Los policías de hecho, no se percataron de la verdadera identidad de este sujeto hasta que las declaraciones de Blackman, al que primeramente Montoya tenía sometido a un interrogatorio, hasta que Don Lorenzo le tomó el relevo, a pesar de estar cesado, hicieron sospechar a los agentes, y unas posteriores pruebas halladas en la escena de un crimen, un degollamiento en uno de los baños de la comisaría, ratificaron las palabras de Blackman y, tras un intento de fuga del infiltrado, lograron detenerle.

El topo había sido responsable del envenenamiento de Aitor Carrasco, que estaba siendo tratado en los laboratorios y minuto a minuto que iba pasando se iba desvaneciendo la vida del joven policía. Sara le mostraba todo su apoyo en aquellos momentos tan difíciles y Silvia intentaba ganar tiempo en la medida de lo posible mientras descubría que clase de veneno tenía inoculado en el cuerpo, ya que habían muchas variantes y le era imposible dar con la correcta, y si no daba con la correcta no podía ponerle el antídoto correcto que lo contrarrestara. A su vez, si le ponía las diferentes clases de antídotos para multitud de posibilidades de venenos que podría tener Aitor en su organismo, se le sobrecargaría el corazón y moriría. Su única esperanza era sacarle la información del veneno al infiltrado y prácticamente no disponían de tiempo...

Don Lorenzo y Blackman arrinconaron al topo en la sala de tiro de la comisaría, ya que, aparte de no pertenecer ninguno de los dos a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, y agotárseles el tiempo rápidamente, debían de ingeniárselas con todo aquello que tuvieran a su alcance para poder salvar la vida de Aitor. Primero intentó intimidarle Don Lorenzo, amenazando con matarle con su pistola, con un gesto de rabia patente en su rostro, pero el topo no se dejó manipular tan fácilmente, sobre todo cuando Montoya entró en el despacho, y, cumpliendo su deber con la ley, ya que él no estaba cesado de la policía, ordenó que Don Lorenzo bajara su arma.

Pero aquella era una situación límite, los protocolos no servían de nada en un momento así, ya que si los llevaban a cabo, el topo estaría en prisión y, mientras tanto, Aitor habría muerto. El otro agente hallado muerto, perteneciente a Asuntos Internos, habría muerto en balde... Montoya acabó por abandonar la sala de tiro, pero ya la incomodidad con la que se sentía Don Lorenzo después de contar con la inoportuna presencia de Montoya allí, terminó de darle confianza al topo y decidir no contarles nada ni a él ni a Blackman. Pero este último tenía un as en la manga y es que conocía a ese hombre de bastante tiempo atrás. Llevaba siguiéndole la pista unos 3 años aproximadamente ,sabía como era en su vida cotidiana y sus procedimientos a la hora de actuar. De esta forma, logró indagar en los resquicios de humanidad del topo, aunque no lo suficiente como para que les dijera cual era el veneno que estaban buscando, así que Blackman tuvo que recurrir a métodos más violentos y levantó al topo como si de un muñeco se tratara, ahogándolo, metiéndole presión contínuamente, preguntándole a gritos cual era el veneno, pero el topo seguía sin dar ninguna clase de respuesta.

Pero 3 años investigando al topo, eran más que suficientes para descubrir qué haría en una situación como aquella, y en este caso, su obsesivo perfeccionamiento le delató. Con tal de que no descubriera nadie el veneno que había metido en el flujo sanguíneo de Aitor, lo llevaba guardado consigo, cosa de la que Blackman se percató tras haber estudiado minuciosamente su personalidad, aspecto del que pudo sacar partido. Blackman le arrancó la chaqueta al topo, descubriendo un vial del veneno guardado en su interior. Le hizo una cicatriz en la cara con un cutter y seguidamente le administró pequeñas dosis de veneno a través de la sangre, cosa que no gustó nada al topo, no quería morir de aquella manera, y finalmente, les dio el nombre del veneno tanto a Blackman, como a Don Lorenzo, que estaba presente en la sala de tiro, observando alucinado de lo que Blackman era capaz con tal de conseguir llegar hasta el fondo del asunto.

Blackman acabó convirtiéndose en el hombre que salvaría a Aitor Carrasco, con la inestimable ayuda del comisario (en estos momentos más bien ex-comisario) Don Lorenzo Castro. Pero no fue Aitor el único que estuvo en peligro, Paco y Mariano también estuvieron a punto de morir, ellos por la camorra italiana. Mientras los hurones iban yendo hacia donde se encontraban enterrados, una niña apareció frente a ellos.

No tenían muchas oportunidades de salir de allí con vida así que hicieron todo lo posible por retener a la niña, haciéndole preguntas sobre sus padres y sobre el lugar donde se encontraban. Esto propició unos cuantos momentos cómicos, sobre todo con Mariano y sus reacciones ante algunas de las cosas que decía la niña, como lo del huerto en el que no crecían hombres, tras lo que dijo que estaba aquel lugar plagado de momias (habían cabezas por allí cerca enterradas, como la de Paco y Mariano, pero en forma de calaveras), o lo de no querer ser la madre en el juego de las casitas, que idearon los inspectores para lograr retener a la niña lo máximo posible y ver si les podía sacar de allí.

Para empezar, lograron pedirle agua para no deshidratarse, alegando la excusa de que si la niña no les regaba, no crecerían , ya que ella deseaba que los hombres que plantaba su padre crecieran, como si se tratasen de plantas que usasen la fotosíntesis para alimentarse. Paco y Mariano aprovecharon el juego de las casitas para simular que pedían comida por encargo a algún restaurante, para que pudiesen comer todos y le pidieron que llamara la niña por teléfono móvil, pero el que tenía era de mentira.

No obstante, cuando Paco y Mariano le preguntaron si tenía otro, para su sorpresa, la respuesta de la niña al respecto fue positiva, y este sí que resultó ser de verdad. Paco y Mariano llamaron de incógnito a Curtis y Kike, sin que la niña lo supiese, para intentar darles su posición y que les rescataran del rapto de los italianos. La niña fue descubierta junto a Paco y Mariano por el líder de los mafiosos, Vittorio, que era su padre, y uno de sus hombres. Vittorio mandó a su hija lejos de allí y se dispuso, junto a su compañero, a matar a Paco y Mariano. Justo cuando parecía que allí llegaba su fin y que no podían hacer nada más por salvar sus vidas, llegaron Curtis, Kike y varios agentes más de policía en dos coches patrulla, deteniendo a los dos hombres, y sacando a Paco y Mariano del agónico fondo en el que estaban enterrados.

Las tramas románticas en esta ocasión vinieron representadas en primera plana por Aitor y Sara, que empiezan a simbolizar un amor de gran peso, aspecto que se ha visto puntualizado al verse Aitor en grave peligro por el veneno, mostrándose Sara en todo momento a su lado y diciéndole cuanto le quería, rompiendo los esquemas de mujer casada con tal de que Aitor se sintiera feliz a su lado, besándole sin importarle que Pepa y Silvia estuvieran allí presentes, aunque estas acciones de Sara no les enturbiaron lo más mínimo.

En la otra vertiente amorosa, Silvia pidió matrimonio a Pepa de una manera original y curiosa. Llamó a una consejera sobre vestidos de novia, que acudió a la comisaría a ayudar a Silvia, sin que en un primer momento lo supiera Pepa. Esta fue llevada por Silvia a la sala donde se reconocen a un grupo normalmente de 5 sospechosos, solo que en esta ocasión , a Pepa no le tocó identificar sospechosos, sino unos vestidos de novia que Silvia había colocado allí estratégicamente para sorprender a Pepa y lo consiguió sobradamente. La propuesta de matrimonio expuesta por Silvia fue aceptada de inmediato por Pepa, sin hacerse de rogar. Sólo queda por ver si finalmente se casan, que, con bastante probabilidad en posteriores capítulos, así será.

Las voces en off fueron producidas esta vez por Sara Miranda, y una vez más, fueron destacables. Últimamente se usa este recurso en muchos capítulos, en unos con más acierto que otros, y en este capítulo no ha llegado a ser usada con la maestría mostrada en el anterior episodio, tratando de eje central el destino, en la que la voz en off la representaba Paco Miranda, pero sí ha servido para asentar las bases por las que se rige el comportamiento de Sara en ésta época de su vida. Y lo que sí tendrá que hacer de un momento a otro es elegir a Aitor o a Lucas, ya que inevitablemente, después de esto, hará sufrir a uno de los dos, y hará el chico más feliz del mundo al otro. Uno tendrá una sonrisa radiante en su rostro, estando junto a la chica de sus sueños, el otro la mirada perdida y triste, enfundado en una soledad muy dolorosa...

En el tema de las interpretaciones en esta ocasión destaco a Asier Exteandía como Blackman y a Juan Diego como Don Lorenzo, ambos han estado a un nivel sublime, sobre todo en las escenas en la sala de tiro, que, para mi gusto, lo han bordado. A un nivel inferior pero también con una actuación de peso sobre sus espaldas, Paco Tous como Paco Miranda y Pepón Nieto como Mariano Moreno han realizado unas interpretaciones notorias, que en gran parte, han condensado el tinte cómico que le hacía falta al capítulo y que, si no llega a ser por ellos, no hubiera tenido, y sus interpretaciones, han ayudado mucho a esta circunstancia. Fernando Cayo como Trujillo también ha realizado una actuación destacable, aunque no al increíble nivel del capítulo anterior, aunque también hay que tener en cuenta que su nivel de aparición en este capítulo ha sido inferior al de la semana pasada, El efecto mascletá. En cuanto al resto de reparto de actores, nada que destacar de manera especial, salvo quizás Aitor Luna como Montoya, sorprendiéndome determinados gestos suyos, cuando estaba más del lado de la ley que el de la supervivencia cuando mantuvo aquella acalorada conversación con Don Lorenzo, su mejor interpretación en el capítulo la de esa escena según mi criterio.

Por lo general, este capítulo no me ha gustado tanto como el anterior, y esto ha sido motivado por varias razones. No ha resultado tan ricamente dinámico como el anterior, donde los hechos tenían lugar a una velocidad endiablada, y que entre uno y otro prácticamente no dejaban lugar ni a un respiro, ni tampoco tan cómico como demostraron varias situaciones del anterior como el momento de "Sólo papel" de Povedilla o las conversaciones de Paco y Mariano por ejemplo antes de realizar el intercambio por Nelson o también la acción de Mariano de disparar la bala y que rebotara por toda la corrala hasta alcanzar a Aitor, entre otras. En este capítulo predominó la tensión, el thriller policial llevado hasta los extremos más realistas y casi sin dejar cabida al humor, que hubo, aunque en cotas más bien tirando a bajas. La combinación de géneros fue un hecho que existió aunque en menor medida que en "El efecto mascletá" y eso se dejó ver en el episodio. Sin embargo, no ha habido abuso de tramas sentimentales, lo cual es motivo de alivio, puesto que no creo que la gente que quiera seguir esta serie, quiera seguir más bien una telenovela, y se dejan bien sentadas las bases que se seguirán en el capítulo 100, titulado Héroes, que será un especial de "Los Hombres de Paco" por haber llegado, en este camino tan largo y lleno de buenos momentos y no tan buenos también, a este punto donde no resulta nada fácil llegar.

Lo negativo de "Algo tan sencillo como hacerte feliz" me ha parecido, por ejemplo, el título del episodio. Esto, por supuesto, tiene una clara explicación. Los motivos por los que Sara quiere hacer a Aitor feliz, los comprendo perfectamente. Pero lo que resulta por momentos extraño, es que lo quiera hacer feliz a base de mostrarle un gran amor de pareja por su parte, cuando Sara está enamorada y casada con Lucas y según se puede ver, no han roto ni han tenido problemas serios de pareja ni nada similar, y su comportamiento con Aitor hasta me recuerda al que tenía con Lucas por momentos en el caso Káiser. Eso sí, el comportamiento de Aitor con Sara sí lo comprendo, él ha estado siempre enamorado de Sara y si ha tenido alguna oportunidad de conquistarla él en la mayoría de ocasiones ha tirado para delante, sin temores, sin miedo, sin angustia, como un auténtico valiente, aunque, en este caso, el título no sería aplicable a los sentimientos que muestra Aitor sino a los de Sara ya que en este episodio es ella quien dice que va a hacer feliz a Aitor y no viceversa. Destaco como otro punto negativo la escasa aparición de Povedilla que, en todo lo que llevamos de temporada, en este capítulo ha sido en el que menos ha aparecido de la misma, teniendo una intervención al principio y quedando relegado el resto del capítulo. Pero dejo el aspecto que más negativo me ha parecido del episodio para el final, y es la casi nula aparición de Nelson. Este personaje, después de haber sido salvado por Paco y Mariano heróicamente en el puente de hierro de Titulcia, debería de ser más aprovechado para aportar un toque de aire fresco a la comisaría, ya que se ha demostrado que es un personaje que, si lo explotan, puede dar mucho juego en los casos más disparatados. También puede pasar que, debido a la seriedad de este caso, Nelson no pueda contribuir a gran cosa, ya que, según se le ha visto actuar, al menos yo, he notado que se mueve más por los terrenos de la comedia que por los terrenos más tirando hacia casos de ámbito meramente profesional, en los que el humor brille por su ausencia o por su escasez.

Conclusión: se ha demostrado que la serie puede moverse por los entornos policiales de todo tipo sin provocar trastornos serios en el transcurso de los acontecimientos, sin embargo no siempre lo logra con la misma calidad. Algo tan sencillo como hacerte feliz es un episodio que, sin llegar a los índices de episodio revelación como si logró su predecesor, si logra transmitir buenas sensaciones de cara a un futuro, que también se presenta prometedor, y de cara a un presente, que ha cumplido con lo que ha prometido hasta ahora, con una resurrección en forma de tramas más intrigantes, manteniendo una tensión que ha sido menos intensa que en el anterior episodio, pero de igual modo, muy conseguida, dando una buena continuidad a los hechos de El efecto mascletá en un jugo bien batido.