Las frases dramáticas de Los Hombres de Paco regresan por última vez en la temporada, con la exposición de las del capítulo 104, el más dramático de toda la serie sin duda alguna, Todos los planes de Lucas Fernández. Este capítulo ha sido tal el destello de drama que ha dejado, que incluso ha derramado las lágrimas de muchos de sus espectadores, de una forma que la ficción difícilmente puede lograr con tanta contundencia, ya que las consecuencias para 4 de los personajes principales fue... la muerte... Empecemos con las frases dramáticas del desenlace...
La siguiente escena muestra, en el comienzo del episodio, a Pepa y Silvia, justo después de ser declaradas unidas en matrimonio, y todos los invitados allí presentes, entre los que se contaban Paco, Mariano, Aitor, Sara, Kike, Nelson, Povedilla, Montoya, Rita y Don Lorenzo, con una voz en off de Lucas Fernández...
Lucas: (voz en off) Decía John Lennon... que la vida es lo que te va sucediendo... mientras te empeñas en hacer otros planes. Y tenía razón (Pepa y Silvia se besaron debajo de un muérdago) Planeas tu matrimonio..., (un coche estaba llegando al lugar de celebración de la boda en aquellos instantes) la casa donde vivirás..., el colegio al que irán tus hijos. Planeas hasta el color que tendrá el puto sofá (la persona que conducía el coche, lo aparcó en un terreno cercano a donde se encontraban todos los invitados y las novias, que se encontraban en pleno beso. Los invitados, mientras tanto, aplaudían a la pareja) Pero los planes... son sólo un dibujo en una servilleta de papel. Y por mucho que te empeñes... (el hombre que iba en coche hacia la boda, tras aparcarlo, salió del mismo y se dirigió al asiento del pasajero, sacando una caja rectangular que había dentro) Al final tus planes le importan una mierda al resto del mundo. Y puedes ponerle cabeza..., corazón... o un taco de servilletas emborronadas con sueños. Que la vida... tiene otros planes para tí. (y con esto, y con el conjunto de hombres de la mafia napolitana situándose en posición para liquidar a los miembros de la comisaría de San Antonio, da comienzo el llamado "El desenlace"...)
Silvia y Pepa habían contraído matrimonio. Silvia lanzó su ramo de flores, que cogió al vuelo Rita, algo que hizo que muchos de los presentes rompieran a risas, y que Rita y Montoya se besaran. Pepa lanzó su ramo de flores y el ramo fue a parar a las manos de Paco, quien lanzó una mirada de duda, por su actual situación con la comandante del CNI, Marina Salgado, con la cual se había besado, y acababan de comenzar su relación. En ese momento unos petardos estallaron, y prácticamente todos los allí presentes se asustaron, pensando que les estaban disparando balas de verdad. Sara adivinó que Nelson había sido el causante de aquello, y en modo de broma, le fue a meter un golpe leve con la mano. Rita se pronunció acto seguido...
Rita: ¡Que hable la novia! (todo el mundo empezó a animar a Rita, gritando a coro "¡que hablen, que hablen!")
Pepa: No,no, que hable mi suegro, que fue el primero que nos vio juntas (refiriéndose al comisario, a Don Lorenzo) Sí,sí,sí (la gente comenzó a animar en esta ocasión a Pepa, para que Don Lorenzo hablara, gritando todos juntos "¡que hable, que hable!" una y otra vez)
Paco: Venga, vamos (animando él también a Don Lorenzo para que hablase. En ese momento, consultó la hora de su reloj) Mariano, ya hace dos horas que Lucas llegó a Barajas, ¿por qué no está aquí?
Mariano: Pues no lo sé, Paco. Pregúntaselo a Marina (dirigiéndose a Paco, con cierto resquemor hacia él, al haberle visto besándose con la Salgado)
Don Lorenzo: Yo fui el primero que las vi... debajo de una mesa, a las dos, ahí,... besándose en el... en la comunión de Sarita, y... (Sara lanzó una mirada hacia su abuelo como diciendo que qué fuerte era aquello) yo creo que eso me da a mí... la autoridad para decir, ¡vivan las no-vi-as! (pronunciando cada sílaba de la palabra "novias" con furor. Todo el mundo acompañó la expresión de Don Lorenzo con un "¡vivan!") Paco (le hizo un gesto con ambas manos para que acudiera al lugar donde estaba situado Don Lorenzo. Paco negó rápidamente con la cabeza) Venga. Paco (viendo que se quedaba quieto en el sitio, sin intención de ir hacia Don Lorenzo) Paco, es una orden. Sí,sí, tú también (Paco, finalmente, fue hacia Don Lorenzo y se dieron un abrazo)
Kike: (dirigiéndose a Nelson) Joder, como no se de prisa Curtis no llega ni al baile
Nelson: Hay una foto que veo que se está perdiendo ahora
Kike: Sí,sí,sí
Paco: Eh..., bueno, que yo ya como-como ya me conocéis pues yo no soy mucho de discursos, vamos, yo más bien soy de briefing y de dar órdenes. Bueno, ma-más o menos. (algunos se rieron ante este comentario de Paco, entre ellos Povedilla) Así que os ordeno que... que os queráis. Y (Kike, entre tanto, sacó una foto a Paco con el ramo de flores mientras daba su discurso) también os ordeno que disfrutéis de este día..., y sobre todo os ordeno que... que aprovechéis cada minuto... ,cada segundo... que estéis juntas. Y ya está, que yo no-yo no-yo no valgo para esto, venga, a mí no me, que no, que no, déjame, de verdad, (Silvia intentó motivar a Paco para que acabara el discurso, azotándole, mientras sonreía, y el resto de presentes vociferaron para que Paco dijera algunas palabras más, pero no sirvió de nada) ,que no sé terminar (en ese momento, todo el mundo se quedó observando en silencio hacia el lado contrario hacia el que miraba Paco, cosa que le llamó la atención, y se giró para ver que estaban observando con tanta meticulosidad. Era Lucas, acababa de llegar a la boda, y se aproximaba a los presentes...)
Lucas: Pelirroja. Cada vez tienes mejor gusto para elegir pareja. Enhorabuena (le entregó el paquete rectangular que había sacado del coche a Silvia. Esta se quedó extrañada de ver a Lucas allí)
Silvia: Lucas (algunos sabían que Lucas acudiría a la boda, como por ejemplo Paco, Mariano, Don Lorenzo y Aitor. Otros, como Silvia o Sara, no tenían ni la más remota idea de que fuera a regresar tan pronto)
Pepa: Lucas, ¿pero tú qué haces aquí? (Lucas saludó a Pepa con dos besos)
Silvia: No me habían dicho que venías (tras saludar a Pepa, Lucas dio dos besos de saludo también a Silvia) Pero si me lo hubieran dicho hubiera atrasado la boda (Lucas entregó, a Pepa, una de las cajas, la rectangular, y a Silvia le dio una de color gris, cuadrada)
Lucas: No, no, hoy es vuestro día. (se dio la vuelta para observar al resto de los presentes y fijó sus ojos en Sara, que era su mujer, y la sonrió, contento de verla. Sara se sorprendió de ver a Lucas allí, aunque en el fondo se alegró, y fue avanzando hacia él, a la vez que Lucas avanzaba hacia Sara... Ante la mirada de impotencia de Aitor, Lucas y Sara acabaron besándose en los labios, y, después de besarse, se abrazaron) ¿Tienes algo que hacer en los próximos 30 años? (le dijo, después del caluroso re-encuentro) Porque te voy a llenar la agenda, eh. Tengo una cosa que contarte (sonrió a Sara, entusiasmado)
Sara: Yo también tengo que contarte una cosa
Lucas: Hay tiempo (dijo, después de observar las reacciones de Aitor, y de Paco respectivamente)
Pepa: Lucas (sonrió, después de sacar un rifle de asalto que había guardado en una de las cajas, la rectangular, que Lucas había llevado allí como regalo de bodas a Pepa y Silvia), ¿a tí se te ha ido la olla o qué?
Lucas: ¿A que te mola?
Pepa: ¿Que si mola? (dijo, incrédula, pero alegre a su vez)
Silvia: Me encanta, Lucas (dijo, mientras mostraba uno de los regalos que había dentro de la caja que Lucas le entregó que era una pulsera plateada) Bueno, ¿qué? Que... ¿No tenéis hambre? Sí (todos los presentes estuvieron de acuerdo con Silvia en esa cuestión que planteó) El banquete está pagado, eh, ¿vamos?
Pepa: Venga (las novias se esforzaron por animar al personal a empezar con el banquete) ¡A comer! (poco a poco, las novias y los invitados fueron metiéndose dentro de la casa. Lucas guiñó un ojo a Sara, en señal de que todo estaba bien, y, el primero en meterse en la casa, ofuscado, fue Aitor...)
Tras entrar gran parte de la gente en la casa para celebrar el banquete de rigor, Lucas se quedó en el exterior, observando a Paco y Mariano. Hacía mucho tiempo que no se veían, y antes de irse Lucas a Carolina, ellos tres eran muy amigos...
Lucas: ¿Qué pasa? ¿No pilláis el móvil o qué, eh? (Paco y Mariano se miraron, y rieron ante las palabras de Lucas)
Paco: Que..., que...
Lucas: ¿Cómo va el equipo de remo? (dijo, tras sonreír a Lucas y Paco, haciendo entrever que no estaba enfadado con ellos por lo del móvil. Seguidamente, abrazó a Paco y Mariano)
Mariano: Bien..., como siempre..., remando (dijo, tras el abrazo)
Paco: Bueno, un poco más lentos porque... nos faltan 2 brazos,... pero remando, ¿verdad? (dirigiéndose a Mariano)
Mariano: Sí
Lucas: (miró a la casa donde estaba reunida la gente por un momento, luego volvió a dirigirse a sus amigos del alma, Paco y Mariano) Vamos (finalmente, se internaron en la casa, para que pudieran empezar con el banquete)
En la comisaría de San Antonio, Curtis, que estaba al cargo de la misma ahora que no estaban ni Don Lorenzo, ni Paco, ni Montoya, les daba instrucciones a algunos de los policías que estaban por la comisaría, mientras la testigo, Franscesca, estaba esperando sentada en una silla, para ser llamada a declarar...
Curtis: Bien, señores, en 10 minutos llega la jueza Brione de la comisión rogatoria a interrogar a Franscesca y no quiero sorpresas. Ni dios, repito, ni dios entra en esta comisaría sin validar la identidad, sin el cacheo pertinente y sin que sepamos hasta el puto número de empastes que lleva en la boca, ¿estamos? ¿¡Estamos?! (repitió, para que sus órdenes le quedaran claras a los agentes) Pues venga, andando (dijo, dando una palmada previamente. Los agentes se pusieron en movimiento a cumplir con sus respectivas tareas. Curtis, que dio las instrucciones desde aproximadamente la medianía de las escaleras centrales del vestíbulo, terminó de bajar las escaleras y, cuando puso rumbo hacia una parte de la comisaría, le llegó un mensaje a su teléfono móvil. Curtis sacó el móvil de su bolsillo y descubrió que le habían enviado un mensaje multimedia, mostrándose una foto que muestra a Lucas en la boda, y las novias, Pepa y Silvia, enfrente suyo... Blackman, de pronto, apareció detrás de Curtis, y empezó a hablarle...)
Blackman: Ha sido un error traer de nuevo a esa mujer a la comisaría
Curtis: (se guardó el móvil en el bolsillo y se giró para mirar a Blackman y conversar con él cara a cara) ¿Un error? ¿Te digo yo lo que es un error? Un error es ningunear al CNI, y un error es secuestrar (mientras tanto, a la testigo, Franscesca, le había llegado un mensaje a su teléfono móvil. Esta lo observó con preocupación) a la testigo protegida y llevársela a un cementerio, un error es tener abajo dos cadáveres en autopsias por los que yo voy a tener que pasar cuentas, ¡eso es un error!
Blackman: ¿Sabe qué hacían los nazis para (observó atentamente a la testigo, Francesca, como sabiendo lo que le pudiera estar rondando por la cabeza) doblegar a los prisioneros en el campo de concentración de Mattausen? Los encerraban junto a las mujeres que acababan de perder a sus hijos..., a sus maridos..., cuando por puro agotamiento dejaban de llorar y de gritar..., las sustituían por otras que acababan de sufrir la misma tragedia. A la semana el prisionero era frágil y vulnerable... como un recién nacido
Curtis: Que bonita historia (en tono irónico) Cojonudo, ¿y? (sin importarle la historia lo más mínimo)
Blackman: La camorra napolitana... (se acercó a Curtis, le miró directamente, para que no desviara su atención a otro punto) no ha llegado hasta aquí por tener más armas, o mejores hombres o más dinero que la policía, sino porque gestiona como nadie... el miedo. La jueza Brione tiene... familia, marido, hijos. Deme tres minutos a solas con ella... y sabré si es de fiar
Curtis: ¿Pero qué me estás...? (dijo, a toda velocidad) ¿Estás hablando de la jueza que lleva luchando más de 20 años contra la camorra italiana, pero qué...? (hizo un intento por controlarse, ya que estaba a punto de perder la poca paciencia que le quedaba) Blackman, me has salvado el pellejo, a mí y a la testigo protegida en ese cementerio, y te estoy enormemente agradecido, de verdad. Pero a partir de ahora juega el protocolo, los requerimientos judiciales y el puto código penal. Así que... otra vez... te agradezco los servicios prestados pero a partir de ahora me encargo yo (Curtis se marchó, dejando atrás a Blackman, al destino al que se dirigía originariamente)
Blackman: Muy bien. Me voy (se puso en camino hacia la dirección contraria a la que había tomado Curtis, y se encontró con la testigo, Franscesca...)
Franscesca: Gracias por todo (al percatarse de que lo que decía era destinado a Blackman, este se inclinó para dirigirle directamente unas palabras a Franscesca...)
Blackman: No es malo tener miedo. Lo malo es dejar que el miedo domine tu vida..., porque entonces no tendrás vida..., solo miedo (Curtis había retrocedido, y estaba observando a Blackman mientras hablaba con Francesca, por si intentaba hacer algo temerario)
En la bodega de la casa, Silvia es tratada por Pepa y Don Lorenzo por una herida de bala en el estómago, de la que no para de emanar sangre. Silvia, dado sus conocimientos médicos debido a su profesión de científica en la comisaría de San Antonio, intentaba averiguar la profundidad de la herida, en que sitio estaba anclada la bala de manera exacta, y, para ello, le tuvo que dar una serie de instrucciones a Don Lorenzo... Este trajo los productos que Silvia había solicitado en un recipiente redondo y no muy profundo...
Don Lorenzo: Pues esto... Esto ya está (dijo, dejando el recipiente en el suelo, a su alcance, y cerca de Silvia, para poder acceder fácilmente de ella al recipiente cuando lo necesitara)
Silvia: Vale
Don Lorenzo: Un segundo
Silvia: Pincha (Don Lorenzo sujetaba una jeringuilla con una combinación de medicamentos que Silvia le había dicho que realizase, para que actuara como un anestésico local)
Don Lorenzo: Te pincho, voy
Silvia: Sí (dijo, con dificultad. La herida le debilitaba el habla por momentos) Pincha.
Don Lorenzo: Con fuerza (le dijo a Silvia, para que resistiera el dolor)
Silvia: Pincha (esto lo dijo en un tono prácticamente imperceptible, sin energía)
Don Lorenzo: ¿Aquí? (dijo, mientras señalaba con la aguja de la jeringuilla el lugar donde iba a pinchar a Silvia, en una posición cercana a la herida)
Silvia: Sí (Don Lorenzo pinchó a Silvia con la jeringuilla en zonas próximas a la herida, incluyendo en una que estaba a centímetros escasos de la misma)
Don Lorenzo: ¿Te duele? (le dijo mientras le iba pinchando)
Silvia: No (dijo, renqueante)
Don Lorenzo: Ya (dijo, tras terminar de pinchar a Silvia)
Silvia: La bala está alojada en el epigastrio..., ha tocado el hígado y ha afectado a la aorta descendente
Don Lorenzo: De acuerdo
Silvia: Tienes que extraerla, sino... os vais a tener que comer la tarta de bodas sin mí
Don Lorenzo: Bueno, vamos a hacer todo lo posible, (dijo, Don Lorenzo, tras mirar por un instante a Pepa, preocupado) como que no, ¿qué hago ahora, hija?
Silvia: Ahora tienes que hacer una incisión de 5 centímetros horizontal
Don Lorenzo: Fuera (le dijo en un susurro a Pepa, para que quitara el paño de la herida de Silvia, para que Don Lorenzo pudiera hurgar en la misma, y realizar la incisión que le había pedido Silvia)
Silvia: Un poquito por debajo de la herida
Don Lorenzo: ¿Aquí? (dijo, señalando un punto a un lado de la herida, muy próximo a la misma)
Silvia: Sí (a Don Lorenzo le temblaba bastante el pulso y no era capaz de cortar por donde Silvia le había pedido) Ay, no (dijo, sintiendo un agudo dolor en la herida por un segundo)
Don Lorenzo: Espera, espera un segundo
Silvia: Papá. (le dijo, agarrándole la mano, para mantener estable su pulso) Papá. Papá (repitió, en vista de que se quedaba mirando Don Lorenzo entristecido a la herida, sopesando la posibilidad de que quizás su hija no se salvara...) Tranquilo, que lo vas a hacer muy bien. Eres el que mejor trinchaba el pavo en Navidad
Don Lorenzo: (asintió con la cabeza) Claro... Pero este pavo lo vamos a tener que... trinchar tú y yo juntos, eh
Silvia: No..., tú solo, papá... (dijo, jadeando del dolor) Creo que me voy a desmayar (dicho y hecho, Silvia se desmayó acto seguido de pronunciar estas palabras...)
Don Lorenzo: Silvia, Silvia (dijo, para intentar reanimarla pero no surtía efecto) Silvia, cariño, despierta, ¡Pepa! Silvia, por favor (Pepa no era capaz de hablar ni de moverse, estaba en shock al ver a Silvia tan malherida...)
En la casa en la que permanecían retenidos Paco y los demás por un abismal tiroteo contra la mafia napolitana, los hombres de Paco dispararon, intentando cubrir a Lucas y Aitor, que avanzaron unos metros y se apostaron en un terreno en el que su único refugio eran unas macetas con un muro bajo, tras el cual se escondieron de los disparos. Por otro lado, Povedilla, probando un trabuco que entre él, Nelson y Kike habían recargado, lo disparó y salió enfocado con éxito el disparo, pero impactando en un punto muy alejado de los mafiosos, e impulsando hacia atrás de tal manera a Povedilla, que le hizo volar por los aires, para finalmente acabar empotrado contra un borde de una mesa que tenía a su espalda, estrellándose contra la misma por la parte baja de la columna, paralizando sus piernas... Al situarse Lucas y Aitor en posición, la Salgado ordenó el alto el fuego, al considerar que ya estaban a cubierto. Mariano hizo caso omiso de las órdenes de la comandante del CNI y continuó disparando con su pistola a los mafiosos...
Paco: Joder, Mariano (pasando por debajo de una ventana para evitar que le alcanzaran las balas de los mafiosos) ¿No has escuchado a Marina, coño? (la Salgado lanzó un rifle de asalto a Montoya, ya que Paco, Mariano, Salgado, Montoya, Nelson y Rita se estaban turnando, para que los mafiosos pensaran que les estaban atacando desde todos los ángulos...)
Mariano: Sí la he escuchado, joder, Paco, claro que la he escuchado. A quien no le he escuchado ha sido a tí. No te he escuchado preguntarme si estaba herido, no te he escuchado preguntarme si tenía algún plan, y sobre todo no te he escuchado preguntarme qué me parecía que Marina viniera a esta puta boda, Paco. No te he escuchado (por otro lado, Rita, alarmada, se dirigió rápidamente a Povedilla, que estaba medio sentado en el suelo, paralizado de cintura para abajo...)
Rita: ¿Oye? Venga, hombre, levanta, ¿qué pasa?
Povedilla: No,no,no,no,no,no,no,no,no,no,no,no,no... (dijo, de forma precipitada)
Rita: ¿Qué pasa, tienes algo? (se arrodilló junto a él, preocupada por si tenía algo serio)
Povedilla: No,no,no,no,no,no, que... el e-el-el-el-el el esto, el retroceso de-de-del trabuco, que me he dado aquí un..., bueno, en la columna, po... lo que es la-la ciática bilateral y se me han quedado las piernas un poco pos... eh,... plastilina, pero-pero... (se quejó de un dolor que sintió del golpe en aquel momento) Una-una... esto es una... parálisis pasajera, eh, esto... esto-esto-estoy bien, estoy bien. ¡Eh, Nelson, Nelson, carga-cárgame bien el trabuco ahora que... ya le he pillao yo el-el-el...el repri! (girando su cabeza a duras penas hacia Nelson, ya que, al no poder mover la parte inferior de su cuerpo, no podía girarse para observarle)
Kike: Vamos a necesitar metralla más pequeña que las cucharillas de café no entran por aquí (le dijo Kike, que estaba junto a Nelson intentando coger munición para el trabuco en un estante de una pared)
Povedilla: E-e... Kike (sacó un objeto de debajo de su camisa, metiendo la mano por la parte posterior de la misma) mi-mira a ver si esto... (el objeto que había sacado era un anillo dorado) s-si e-esto entra (menguando el tono de su voz, ya que Rita estaba a su lado y no quería disgustarla con el tema del anillo. Kike cogió el anillo, que se lo tendió Povedilla, observó un momento a Rita por si acaso lanzaba alguna queja contra la decisión de Povedilla de entregarle el anillo a Kike para que lo usara como munición para el trabuco, y seguidamente fue hacia Nelson nuevamente, para intentar cargar el trabuco)
Rita: Kike, espera un momento (se sacó los pendientes que tenía en las orejas y el anillo de su dedo, entregándoselo todo a Kike, incluyendo cinta adhesiva) ¿Qué, cómo-cómo va... Montoya con el ese?
Rita: Nada, eso, un rasguñín de na (Montoya se dio cuenta de que estaba señalándole Povedilla con la cabeza, y miró hacia donde estaban charlando Rita y Povedilla por un momento)
Povedilla: Oye, que... Cada vez que he pensado mucho en qué diría al verte con otro hombre..., ¿sabes? Sin celos,(rió por un momento mientras decía "sin celos") si... sin rabia. Pero me alegro. Me alegro mucho por tí. (Rita asintió a Povedilla con la cabeza lentamente, en señal de que agradecía esas palabras de Povedilla) De verte feliz y... Y guapa (dijo, admirando su belleza) Pos vamos, estás... estás de... de toma pan y moja. (Rita echó a reír por un momento al oír esto de Povedilla) Pero oye, y el-y el Montoya... una perita en dulce el tío, te lo digo yo (Rita miró hacia Montoya, contenta, y este le devolvió la mirada por un momento) Que... que... (Rita y Povedilla se dieron la mano)
Rita: Bueno... me voy a por el alcohol..., pa curarle la... la herida a Montoya
Povedilla: Claro, claro
Rita: ¿Estás tú bien de verdad?
Povedilla: Sí,sí, yo estoy... vamos...
Rita: Venga (se levantó del lado de Povedilla, y este, para no preocuparla más de lo debido, dejó que fuera a buscar el alcohol para atender a Montoya, a pesar de que realmente bien no estaba, dado que no podía levantarse, aunque no tenía ninguna herida de bala, y eso le salvaba de correr peligro de muerte)
Povedilla: Eso-eso se puede infectar y... Vamos a ver si... (dijo, una vez que Rita se marchó del lado de Povedilla y ya no atisbaba a verla) poco a poco... (puso las manos sobre el suelo, tomó impulso y logró desplazarse lentamente a un lado, sin posibilidad de usar las piernas, poniendo toda su fuerza en los brazos...) Consigue salir , muy bien. Ole ahí muy bien, venga, vamos... (decía, en tono susurrante, para sí mismo, a medida que se iba desplazando...)
En el exterior de la casa, Lucas y Aitor se mantenían ocultos debajo del muro bajo de las macetas, resguardándose en la medida de lo posible de los disparos de la camorra napolitana, y sin tener posibilidad alguna de vencerlos ellos solos...
Lucas: Vaya mosqueo que tienen, coño (Aitor jadeaba, en señal de que prácticamente no podía respirar, y de agotamiento tras recorrer a sprint unos cuantos metros hasta llegar a la posición en la cual se encontraba junto a Lucas. Se desabrochó la corbata de la camisa que había llevado a la boda para poder canalizar mejor su respiración, e intentar quitarse de encima el excesivo calor que estaba soportando)
Aitor: Oye, Lucas... Una cosita... Que digo yo que... Que mucha CIA y mucha élite policial pero... te he visto un poquito lento, eh
Lucas: ¿Sí?
Aitor: Sí
Lucas: ¿Es que a lo mejor llego... tarde a todos los sitios últimamente? (Lucas asomó un poco su cabeza para vislumbrar a los mafiosos pero no le dio tiempo, ya que nada más asomarla, un disparo de uno de los mafiosos le obligó a refugiarse otra vez) A lo mejor no soy yo el que llega tarde, a lo mejor eres tú que va muy rápido
Aitor: A lo mejor corro lo mismo que tú cuando pruebas a todo el mundo y me decías que no estabas con Sara. He hecho lo mismo que hiciste tú, Lucas, lo mismo
Lucas: No, no es lo mismo (le dijo, mientras le dirigía una risa irónica)
Aitor: Sí
Lucas: No
Aitor: Sí, sí es lo mismo
Lucas: No es lo mismo, yo abro una puerta, veo que hay alguien y me doy la puta vuelta y me piro
Aitor: Ya... ¿Sabes qué? Que cuando yo abrí esa puerta..., Sara estaba completamente sola. Sola, Lucas, ¿dónde estabas tú? Dime, ¿dónde estabas tú?, tú estabas a tomar por el culo en la puta Carolina. Y otra cosa, cuando tú abres una puerta, nunca miras si hay alguien dentro, ¿no? (Aitor asomó su cabeza por encima de la maceta, pero un disparo repentino de un mafioso le obligó a refugiarse a toda prisa, antes de que la bala le hiriese o peor aún, le matase) ¡Mierda, coño!
Silvia permanecía en la bodega de la casa con una grave herida de bala en su estómago y estaba inconsciente. Don Lorenzo, que estaba a su lado, intentaba reanimarla, mientras Pepa estaba arrodillada, en estado de shock, incapaz de hablar o moverse, con las lágrimas a punto de surcarle los ojos...
Don Lorenzo: Silvia. Silvia, cariño, despierta. Pepa..., tráeme el amoniaco, está ahí. (Pepa no reaccionó la petición de Don Lorenzo) Silvia, cariño, despiértate, por favor (le dijo, en tono suplicante) Pepa... Mierda, ¿pero qué te pasa? (dijo, observando su rostro, y levantándose) ¿No me estás oyendo?, ayúdame (Pepa seguía quieta en el sitio, inmóvil) ¿Pepa? (se acercó a ella y la abrazó) Pepa, ¿qué te pasa? (la zarandeó, ya que seguía rígida, y mirando a Silvia desolada) ¡Por favor, ayúdame! (levantó a Pepa del suelo para ponerla en pie, ya que ella no se movía un centímetro) ¡Pepa! ¿Pero qué te pasa? Cuéntame. ¿Qué te pasa?
Pepa: (arrancó a llorar) No puedo. No puedo, de verdad, Don Lorenzo, que no puedo, se lo juro. Llevo desde los 15 años huyendo de todo lo que me hacía daño... Era muy fácil..., simplemente cogía mi coche y me iba a otra ciudad. Pero esta vez no... No puedo salir corriendo... Lo que más quiero en este mundo... está ahí desangrándose... y tengo miedo. No puedo levantarme y... acercarme a ella sin caerme, no puedo, no puedo... (dijo todo esto en medio de un llanto abrumador)
Don Lorenzo: Yo también tengo miedo. Nunca he estado... tan acojonado en mi puta vida como ahora (con voz susurrante, repleta de temor, de sufrimiento) Pero tú eres su chica... y yo soy su papá, ¿verdad? (Pepa asintió, realmente atemorizada) A por ella..., a por nuestra pelirroja... preferida... Y le vamos a pedir que nos diga... qué tenemos que hacer para sacarle esa puta bala de su cuerpo. Sí (dijo, mientras abrazaba a Pepa) Vale... Vale... Lo hacemos... (Pepa asintió con la cabeza, sacando fuerzas de flaqueza)
Silvia: Pepa (había despertado de su inconsciencia)
Don Lorenzo: Silvia (se giró inmediatamente hacia Silvia, aliviado de que despertara. Tanto Don Lorenzo como Pepa se arrodillaron junto a ella)
Mientras tanto, en la casa donde la mafia napolitana tenía acorralados a la gran mayoría de los componentes de la comisaría de San Antonio, Montoya se sentó en el suelo, apoyándose contra una mesa, aguantando un terrible dolor que estaba soportando. Poco a poco, con delicadeza, con una mano, fue destapando la parte izquierda de su chaqueta, dándose a conocer una herida en el costado de una bala de los mafiosos. Montoya tiró de la parte baja de una cortina de una de las ventanas que estaba situada al lado suyo, de forma que rajó una parte y la usó a modo de venda para intentar detener la hemorragia de la herida, metiéndosela por debajo tanto de la chaqueta, como de la camisa que tenía debajo de la chaqueta, desabrochándose algunos botones de la camisa para tal propósito. En ese momento llegó Rita con una botella de ron (o whisky o alguna clase de bebida alcoholizada similar), y un paño a atender a Montoya. Este, dándose cuenta de que Rita se estaba aproximando, se tapó con la chaqueta la herida, para que Rita no la viera, y por lo tanto, no preocuparla aún más de lo que ya lo estaba...
Rita: Ya estoy aquí (dejó el ron y el paño en el suelo y se sentó junto a Montoya) ¿Cómo estás, te duele mucho? (mirándole la herida que tenía en la pierna, la más superficial)
Montoya: No
Rita: Bueno, un pelín de alcohol... pa desinfectar, ¿vale? Vale, aquí voy (comunicó, tras mojar el paño en alcohol. Aplicó el paño mojado a la herida. A Montoya le escoció el alcohol en contacto con la herida) ¿Sabe lo que estaba pensando?
Montoya: ¿Qué?
Rita: Que me gustaría irme a la playa (Montoya rió, forzosamente por el dolor que estaba sintiendo. Rita también se rió por breves segundos) Dejar todos los informes en San Antonio... y que nos fuéramos a una playa... a una playa nudista
Montoya: A mí me cuesta mucho quitarme la corbata pero... Si alguien va a adornarse hasta arriba va a ser más de uno en uno ("va a ser más de uno en uno" o una expresión aproximada a esta utilizó) (Montoya se quedó observando a Rita, admirándola) ¿Sabes? (Rita dejó de atender la herida por unos instantes, poniendo especial atención a Montoya, ya que tenía el presentimiento de que lo que le tenía que decir era importante) Tengo la sensación de... de haber llegado tarde a todas partes. De haber cogido la circunvalación, que... nunca te lleva al centro de la ciudad
Rita: (sonrió a Montoya) No te preocupes. Todos los caminos llevan a Roma... cuando se tiene todo el tiempo del mundo (Montoya asintió lentamente con la cabeza a Rita, mientras le sonreía ligeramente, mirándola, feliz en su interior de tener a alguien como ella a su lado... Rita y Montoya en ese momento cruzaron sus frentes la una con la otra, dándose apoyo en aquellos momentos duros...)
En los exteriores de la casa, Lucas y Aitor continúan refugiados debajo de las macetas con los muros de piedra, para evitar que les alcancen los disparos de la camorra napolitana, que les tenían a tiro. Sara, desde detrás de un coche donde estaba escondida, podía ver a Lucas y Aitor, que estaban metidos en mitad de una discusión, tomando como tema principal a la propia Sara...
Lucas: ¿Tú sabes lo que yo hacía en la Carolina cada puto minuto, eh? Pensar en Sara, pensar en la vida que íbamos a tener juntos, eso es lo que hacía cada puto minuto
Aitor: ¿Te ha dicho Sara la vida que quiere ella? ¿Que quiere un chalet, que quiere un todoterreno, que quiere organizar cenas todos los sábados por la noche, eso te lo ha dicho a tí Sara?
Lucas: Lo que sé es que Sara quiere pasar el resto de su vida conmigo, eso es lo que sé
Aitor: Yo creo que tú no tienes ni puta idea de lo que quiere Sara (Lucas sonrió irónicamente, molestándole bastante aquel comentario de Aitor, girando su cabeza hacia el otro lado para evitar mirar a Aitor por unos segundos)
Lucas: ¿Me vas a decir tú lo que quiere Sara? (dijo, mirando nuevamente a Aitor, con aire rencoroso)
Aitor: Sí
Lucas: ¿Me vas a decir tú a quién quiere Sara, ¡me lo vas a decir tú, eh?!
Aitor: ¡Lo que no te voy a decir es que sienta haberme enamorado de ella porque no lo siento, Lucas! ¡Y que sepas que me voy a quedar aquí todo el puto día a ver a quien elige Sara, ¿te queda...? (Lucas, perdiendo los estribos, le metió un codazo en la cara a Aitor, callándolo en el acto. De esta forma, Aitor y Lucas comenzaron una pelea mientras estaban tumbados en el suelo, exponiéndose seriamente a que les alcanzara algún disparo de la camorra napolitana, aunque estos últimos, por mucho que lo intentaron, no tenían un buen ángulo de tiro al no haber salido completamente del escondite Aitor y Lucas, y sus disparos no alcanzaron a ninguno de los dos...)
Mariano había salido a negociar con la camorra napolitana. Todo el mundo consideraba que aquello era muy peligroso y que iban a matarle. Desde el exterior de la casa, Aitor, Lucas y Sara insistieron en que se metiera dentro de la casa, pero Mariano no hizo caso a nadie. Entonces Lucas, en medio de la desesperación y de pensar que uno de sus mejores amigos fuera a ser asesinado, echó a correr, saliendo inesperadamente de su escondite (debajo de la maceta rodeada de piedra) y yendo hacia donde se estaba dirigiendo Mariano, pero sin ningún éxito, ya que la camorra le estaba disparando continuamente, y un disparo acabó alcanzándole en la pierna... No tuvo más opción que refugiarse detrás de un coche que tenía al lado suyo, para evitar que le matasen, ya que había perdido toda posibilidad de correr, y por tanto, de ayudar a Mariano, ya que este estaba reacio a volver al interior de la casa, pero no podía moverse como él quisiera, y le estaba costando una eternidad esconderse. Aitor, poniendo en grave riesgo su integridad física, echó a correr hacia la posición en la que se encontraba Lucas, pero Sara logró entretener a los mafiosos lanzándoles un coctel molotov que ella misma había preparado, usando la gasolina del coche como líquido inflamable, y el mechero que normalmente usaba para encender tabaco, como mecha. Aitor de este modo, continuó dirigiéndose a la posición donde estaba Lucas, pero en ese momento se percató de que Sara estaba sola y desarmada, y, para que pudiera defenderse, le lanzó un rifle de asalto que portaba uno de los múltiples mafiosos que hasta el momento habían logrado liquidar los policías. Aitor fue hacia Lucas y tiró de él para lograr ubicarlo debajo del coche, mientras Sara cubría a los dos, disparando hacia donde estaban los mafiosos con el rifle de asalto que le acababa de lanzar Aitor. Este se agachó junto a Lucas...
Lucas: Joder...
Aitor: Escúchame, te voy a hacer un torniquete, ¿vale? (se quitó la corbata del cuello) A ver (usó la corbata para practicarle un torniquete en la pierna a Lucas, donde le habían herido. Lucas sonrió a Sara, que estaba en un coche contiguo al que estaban refugiados ellos) Una, dos, tres (al contar hasta tres, apretó la corbata, y seguidamente le fue haciendo un nudo para que no se soltara)
Lucas: ¿Sabes lo que más me gusta de Sara? Que aunque se quede dormida en la otra punta de la cama... siempre se despierta abrazada a tí (Aitor observó a Sara, intercambiando miradas entre ella y Lucas, bastante serio)
Aitor: ¿Y cuando... cuando sales de la ducha qué? ¿Qué te deja, un corazón dibujado en el vaho del espejo? (Lucas asintió con la cabeza)
Lucas: O un mensaje de mermelada en la tostada
Aitor: O cuando le... le cantan las plantas porque le has dicho que así son más felices y...
Aitor y Lucas al unísono: ...y florecen antes (se quedaron un rato mirándose entre sí, pareciendo que se comprendían mutuamente. Después, Lucas miró a Sara unos instantes...)
Lucas: ¿Sabes lo que más me jode de todo esto, Aitor? Que te entiendo. Que yo hubiese hecho lo mismo... hubiese hecho cualquier cosa por Sara
Aitor: Supongo que... (dijo, mientras miraba a Sara) que los dos la necesitamos, ¿no? Es como que... como que cuando estás con ella... sabes que nunca más te vas a volver a sentir solo. No sé, que-que-que todo es distinto y... y te sien-, no sé, te sientes...
Lucas: ...te sientes mejor persona (terminó la frase por Aitor, mientras pensaba en lo que había vivido en el pasado con Sara. Después de decir esto, la camorra napolitana abrió fuego intenso sobre la posición en la que estaban refugiados Aitor, Lucas y también Sara, en el otro coche, rompiendo cristales de varios de los coches...) En el maletero está el teléfono. Hay dos maletas negras, sácalas (Aitor fue rápidamente puerta trasera derecha del coche y la abrió, manteniéndose agachado para evitar ser herido o liquidado por la mafia napolitana)
Aitor: Vale, toma (le dijo a Lucas, entregándole una de las maletas negras que había sacado del coche. A continuación sacó la otra maleta, mientras Lucas sacaba de la primera un teléfono vía satélite, uno de los dispositivos con los que contaba al ser agente del CNI)
Lucas: Sub-inspector Lucas Fernández (poniendo el teléfono en funcionamiento), comisaría de San Antonio, ¿alguna unidad en línea? ¿Alguna unidad en línea? (repitió, en vista de que no había respuesta) Me cago en su puta madre (dijo, marcando algunas teclas del teléfono, sin lograr que diera señal)
Aitor: Venga, no me jodas (mencionó, sorprendido, mirando el rifle de asalto que había en una de las maletas. En la otra también había un rifle de asalto, junto con el teléfono vía satélite que Lucas había intentado utilizar para ponerse en comunicación con la comisaría de San Antonio)
Lucas: A mí no me raya el coche ni dios (Aitor echó una risotada al oír aquello de Lucas, y este también sonrió, plenamente confiado de que lograrían salir con vida de aquella encrucijada)
En la comisaría de San Antonio, tras dejar a la testigo Franscesca en la sala de interrogatorios junto a la jueza Brione, para que esta interrogara a la testigo, Curtis se dirigió al parking de la comisaría, para coger su coche y ponerse en camino hacia la boda de Pepa y Silvia, para la cual llegaba tarde, y no tenía ni idea del incidente que allí estaba teniendo lugar. Al montarse en el coche, Curtis vio a través de uno de los espejos retrovisores a Blackman, y, como alma que lleva el diablo, Curtis salíó del coche con la pistola en la mano, y apuntó a Blackman, muy cabreado con él, debido a que secuestró a la jueza Brione en el montacargas de la comisaría...
Curtis: Te dije que te alejases, que no te acercaras pero no, tú tenías que montar el puto numerito de circo, ¿verdad? Ponte de rodillas que te juro por mis huevos que te vas a pasar tres meses de preventiva en el talego. ¡Ponte de rodillas! (repitió, gritando, desesperado al ver que Blackman no le obedecía)
Blackman: Baje el arma, agente
Curtis: ¿Qué vas a hacer, me la vas a quitar, me vas a pegar dos tiros o qué?
Blackman: (negó con la cabeza) Yo nunca quise ser policía (Curtis echó una risotada irónica mientras miraba por un breve segundo hacia otro lado, pero enseguida volvió a mirar a Blackman mientras le apuntaba con la pistola, por si hacía algo para arrebatarle el arma) ¿Y sabes por qué? (Curtis permaneció a la escucha) Porque enseguida comprendí... que los malos siempre ganan. Que los malos no te dan el alto antes de disparar (en el interior de la comisaría, se vio a un agente rellenando un vaso de plástico con agua, y dirigiéndose a la sala de interrogatorios) Que los malos no necesitan una orden del juez para entrar en tu casa (el agente que llevaba el vaso pidió permiso a un agente que estaba allí vigilando para pasar al interior de la sala de interrogatorios y este se lo concedió) Ni te dejan hacer una última llamada (el agente fue hacia la testigo protegida, Franscesca, para entregarle el vaso de agua) Y en cambio ser policía es como ser... un perro de presa (sin previo aviso, Francesca le arrebató la pistola al agente que le había servido el agua, y apuntó a todos los allí presentes, pasando la pistola rápidamente de un agente a otro para que nadie se le acercara a quitarle el arma, ni le disparase) Con una cadena muy corta (varios agentes entraron en la sala de interrogatorios, apuntando a Franscesca con sus respectivas pistolas) Y yo agente... nunca he tenido cadenas (Franscesca abatió a la jueza Briona de dos disparos en el pecho)
Curtis: Estoy hasta los huevos. Hasta los mismísimos huevos de tus historias, super López (le quitó el seguro a su pistola, cuando, de pronto, un aviso llegó al coche K en el que Curtis iba a ir a la boda...)
Radio de la policía: Atención, se ha producido un 10-34 en la comisaría de San Antonio (Curtis no comprendía nada)
Curtis: ¿Qué ha pasado?
Blackman: Franscesca acaba de disparar a la jueza Brione (el agente que le había servido el agua unos momentos antes a Franscesca, le desabrochó algunos de los botones de la camisa a la jueza Brione, que yacía en el suelo, para ver que alcance tenían las heridas de bala de los disparos que Francesca le había propinado a la jueza Brione pero esta tenía puesto un chaleco antibalas y quedó ilesa. Blackman ya sabía que aquello iba a ocurrir, y le procuró un chaleco antibalas a la jueza Brione antes de que tuviera lugar el suceso...) Vosotros ofrecisteis a Francesca un piso protegido y escolta. Pero la camorra siempre tiene una oferta mejor. Todos tenemos miedo, agente (Blackman también supo el hecho de que a Franscesca le había llegado un mensaje comprometedor a su móvil, avisando de que algo grave le ocurriría a su familia si no seguían sus instrucciones...) A la oscuridad..., a la soledad, al dolor... A la pérdida. Pero podemos vivir con eso. La camorra maneja un miedo con el que no puedes vivir. Si Francesca ha apretado ese gatillo es porque el Gordo tiene a sus hijos (Francesca fue detenida y la sacaron de la sala de interrogatorios, no sin antes que esta pudiese ver que no había logrado su propósito, no había logrado matar a la jueza Brione, ya que se estaba recuperando de los impactos de bala en el chaleco en aquellos instantes, y había despertado de su inconsciencia. Curtis, por su parte, hizo un gesto negativo con la cabeza, asustado, incapaz de creerse lo que le estaba diciendo Blackman)
Curtis: Pero si los hijos de Franscesca están en un piso protegido y el Gordo es... (en ese momento se percató de algo y se detuvo...) ¿El gordo está aquí, en... en España? (dijo, cada vez más traumatizado. Blackman asintió con la cabeza)
Blackman: Y si se ha tomado tantas molestias, no es solamente para amenazar a Francesca. Ha venido a vengarse. A devolver... golpe... por golpe
Lucas y Aitor se encuentran en el lateral derecho de un coche, a cubierto de los disparos de la mafia napolitana. Sara, que está escondida de los disparos en un coche contiguo, tiene una perspectiva de la posición donde están Lucas y Aitor, y, a pesar de que no puede escucharles hablar, si puede verles. Lucas intentaba ponerse en contacto con la comisaría de San Antonio con un teléfono vía satélite, mientras Aitor preparaba los dos rifles de asalto que había sacado de dos maletas negras que Lucas había llevado allí, como medida de emergencia por si pasaba algo serio como aquella emboscada de la mafia napolitana a la boda de Pepa y Silvia...
Lucas: Sub-inspector Lucas Fernández, ¿me oye alguien? (Aitor le entregó uno de los rifles de asalto a Lucas, ya listo para ser utilizado) ¿Alguna unidad en línea?, me cago en su puta madre (el otro rifle de asalto lo cogió Aitor, de modo que ambos policías tenían un arma para defenderse en aquel momento. De pronto, cuando Lucas iba a volver a intentar establecer contacto con alguien por el teléfono vía satélite, oyó una interferencia al otro lado, como si alguien al otro lado de la línea estuviera intentando ponerse en contacto también) ¿Hay alguien ahí? (dijo, dirigiéndose al teléfono)
Sara: Aitor, Lucas, ¿me oís? (sujetaba un walkie-talkie y había logrado ponerse en contacto con Aitor y Lucas, ya que la señal se recibió en el teléfono vía satélite de Lucas)
Lucas: Sara, te oímos
Sara: ¿Estás bien? (preocupada por la herida de bala de su pierna)
Lucas: Estoy bien, estoy bien, tranquila. Me ha hecho un torniquete Aitor, tranquila, ¿vale?
Aitor: Sara, escúchame (el teléfono vía satélite tenía un radio de escucha bastante amplio, y Sara también podía escucharle a él) Todo va a salir bien. ¿Vale?
Sara: Vale (Sara miró tanto a Lucas como a Aitor durante unos segundos, segundos que para ellos se hicieron eternos...) Llevo muchos días pensando en-en... qué pasaría cuando llegase este momento. Y en qué sentiría cuando os tuviese a los dos delante. Lucas..., eres el amor de mi vida (Aitor, al escuchar esto, miró cabizbajo al suelo) Eres el que ha llenado mis días... (se vieron una serie de flashback que mostraron a Sara girando una bola del mundo para ver a que país se irían de vacaciones Lucas y Sara, cuando esta cumpliera la mayoría de edad, posteriormente en este misma escena, Lucas y Sara se besaron en los labios. El flashback mostró también otros momentos, como cuando Lucas y Sara estaban debajo de un diluvio y Sara estaba con los brazos abiertos frente a la lluvia, asomada al balcón de la corrala, y Lucas también estaba en el balcón de la corrala, junto a Sara, mirando a esta alegremente, muy feliz, mientras le caía gran parte de la lluvia a él también...) Con el que siempre he imaginado mi vida (otro flashback mostró a Sara, justo después de cantarle una canción a Lucas usando de instrumento musical una guitarra, mientras Lucas estaba muy emocionado, con las lágrimas a flor de piel, dado que Sara había tenido aquel detalle con él... Otra imagen del flashback mostró a Lucas y Sara besándose, en otra se mostró a Sara y Lucas en una iglesia dándose la mano, a punto de que tuviera lugar su unión sagrada en matrimonio...) Nunca pensé que pudiera querer a alguien que no fueses tú. Pero de repente llegas tú, Aitor (Aitor, que hace unos momentos miraba compungido al suelo, dirigió su mirada a Sara al ser mencionado por esta) Y me enseñas que la felicidad puede tener instantes... tan pequeños pero... tan intensos como la vida de una mariposa de Vietnam (Aitor sonrió a Sara) (una serie de flashback recordaron momentos entre Sara y Aitor, como el momento en el cual se conocieron, en el que Aitor le ofrecía una rosa a Sara, y esta estaba vestida con un traje de novia, o el momento en donde Sara admiraba aquella flor de Aitor pegada a un cuaderno donde Aitor había anclado todos aquellos momentos que significaron algo mágico para él con Sara... También se recordó el momento donde Aitor regaba a Sara con una manguera y esta daba vueltas alrededor, como si fuera lluvia que le estuviera cayendo encima, una suave, fresca y agradable lluvia... Otro momento recordado fue aquel en el que Aitor animó a Sara a salir adelante tras que fuera detenida, y plantó un beso en el cristal, como si se lo estuviera dando a la propia Sara en la frente... Otro momento que se recordó fue en el que Aitor le ponía el anillo a Sara, un anillo de mentira, pero como si fuese de compromiso, ya que estaban casándose, aunque aquella boda no era real. Aquella boda era el fruto del deseo de Aitor por verse casado con alguna chica, y el de Sara por ver que Aitor cumpliera sus sueños... Un momento más que fue recordado entre Sara y Aitor, fue uno en el que Sara estaba durmiendo en el sofá de su casa, y Aitor le acariciaba el pelo con dulzura, procurando no despertarla... El último momento que vino a la luz en este flashback, fue en el que Aitor y Sara se besaban en la sala de procesamiento de detenidos de la comisaría, delante de la cámara que se usaba para fichar a los detenidos, que en ese momento se utilizó para sacar fotos entre ellos dos...) Y que hay otra forma de querer (de pronto, la camorra napolitana tiroteó a Lucas, Sara y Aitor, pero al estar estos refugiados detrás de los coches, no hubo que lamentar desgracias entre ellos) Y ahora sé que os quiero a los dos (una serie de nuevos flashbacks mostraron a Lucas mirando a Sara mientras esbozaba una sonrisa, y esta devolvía la sonrisa a Lucas, y a Aitor mirando hacia atrás justo antes de conocer a Sara y entregarle el ramo de flores... Otra sucesión de flashbacks mostraron a Lucas paseando por la calle con Sara, seguro de sí mismo, a Aitor y Sara en un monte conversando, muy abrigados ya que era un lugar muy frío, a Sara rozando el cuello de Lucas delicadamente con su mano...) Y sé que querer no puede ser un error pero... (más flashbacks mostraron el momento en el que Sara pasó la mano por la cara de Aitor, manchándole de pintura, mientras Sara ayudaba a Aitor a pintar el garaje de la comisaría, a Sara y Lucas simulando que estaban esquiando en un paisaje nevado, a Sara y Aitor besándose en el patio de un convento de monjas, estando Sara disfrazada de monja...) Pero sé que tengo que elegir un camino porque no se puede ir a dos sitios a la vez (un nuevo recopilatorio de flashbacks mostraron a Sara y Lucas en el aeropuerto, tras su reencuentro, y tras ver que sus sueños estaban muy cerca de cumplirse, ya que estaban a punto de tomar un avión rumbo a Madagascar, el país que salió elegido en la bola del mundo tras que Sara la hiciese girar, a Sara abrazando a Aitor en los Cachis en medio de un concierto realizado por el grupo de Pignoise, a Sara y Lucas en la sala de tiro de la comisaría, alzándose Sara encima de Lucas, a Aitor y Sara en el parking de la comisaría, en una situación similar a la que estaban Sara y Lucas en la sala de tiro, con la salvedad de que en esta ocasión era Aitor quien tenía alzada a Sara y la tenía dando vueltas... Una última imagen del flashback mostró a Lucas guiñando un ojo a Sara desde el balcón de la corrala, mientras esta estaba en el patio de la misma, muy ilusionada...)
La situación se tornaba por momentos crítica en el interior de la casa... Nelson y Kike habían sido alcanzados por múltiples balas de la camorra napolitana, mientras se disponían a recoger un rifle de asalto que estaba a pocos metros de la casa... Nelson había muerto, Kike estaba muy malherido al borde de la muerte, y el estado de Silvia, en la bodega, tampoco era alentador... Esta última estaba siendo tratada por Pepa y Don Lorenzo, que cada vez se mostraban más preocupados por su condición. Pepa, con unas pinzas y otro instrumento para mantener abierta la herida de Silvia, intetó buscar la bala para extraerla pero no tenía éxito en su cometido...
Pepa: No veo nada, Silvia, ¿hacia dónde? (sin saber hacia donde dirigirse con las pinzas y el otro instrumento)
Silvia: La trayectoria es ascendente, Pepa, y un poquito a la derecha, profundiza un poco más y ahí la tienes. Venga, que estás muy cerca (dijo, en medio de una tos que denotaba el dolor que padecía. Don Lorenzo negó con la cabeza como diciéndole a Pepa que en la parte de la herida de Silvia donde estaba andando no había nada) Venga..., un poco más (Silvia estaba empezando a desfallecerse)
Pepa: Silvia... Silvia (intentando que no perdiera la consciencia)
Don Lorenzo: Si-Silvia... (dijo, moviéndole ligeramente la cabeza a un lado para que no se rindiera) ,cariño..., no-no me has dicho donde os vais de viaje de novias, a ver, cuéntame
Silvia: Primero... (dijo, con grandes dificultades para hablar, con tono agónico) vamos a ir Santiago de Chile
Don Lorenzo: ¿Qué más?
Silvia: Luego vamos a un barco... hasta una islita que se llama... Isla Santa Clara..., que está en medio del Pacífico. (miró a Pepa, sacando energía extra, resistiendo) Donde sólo hay leones de mar... y atardeceres. Y ahí nos vamos a quedar solas..., Pepa y yo. ¿Verdad, Pepa? (Pepa sonrió a Silvia y le asintió con la cabeza, intentando mostarse relajada ante las palabras de su prometida)
Pepa: Claro que sí (le dijo, con un tono dulce) (la situación en la casa era caótica. Kike se estaba muriendo en los brazos de Paco, y Rita estaba muy asustada, muy dolida por ver que se encontraba en ese estado. Fue hacia Montoya, a estar con él, ya que, además de ser novios, dado que Rita no sabía nada de la herida en su costado, quería estar a su lado para soportar juntos aquel sufrimiento que estaban padeciendo prácticamente todos los allí presentes, es decir, Paco, Salgado, Povedilla Montoya y la propia Rita... De vuelta a la bodega, Pepa continuaba inspeccionando la herida de Silvia, en busca de la bala que le habían disparado. Tras apartar un tejido...) ¡Ahí está! (había encontrado la bala finalmente) ¡La tengo!
Silvia: Pepa...
Pepa:Ya la veo (Silvia tosió)
Don Lorenzo: ¿Dónde? (le preguntó a Pepa)
Pepa: ¿La ves? (le preguntó a Silvia, mientras enfocaba el espejo de modo que intentó que Silvia pudiera ver la bala a través del mismo)
Silvia: La veo...
Pepa: Está ahí
Silvia: (no podía ver bien la bala) A la derecha, el intestino un poquito más a la derecha (el que Pepa estuviera manipulando la herida de Silvia le estaba provocando un dolor puntual a esta que estaba haciendo que en ocasiones lanzara pequeños gritos. Cuando observó la bala y vio donde estaba alojada exactamente, su expresión se tornó muy seria...)
Pepa: Ahí está. Sí
Silvia: No (dijo, deteniendo a Pepa en su impulso por sacar la bala) ¡No! ¡No la-no la cojas!
Pepa: ¿Cómo que no, Silvia?, si está ahí
Silvia: No...
Pepa: ¿Pero por qué, Silvia?, si la estoy viendo, si está...
Silvia: ¡Nooooo! (interrumpió a Pepa con un grito que se pudo oír por gran parte de la casa, incluyendo el lugar donde yacían Kike y Nelson... Silvia se echó a llorar, había perdido toda esperanza, estaba segura de que iba a morir, estaba segura de que no se podía hacer nada por su vida, de que era cuestión de tiempo que se desmayara, y esta vez, para siempre... Silvia negó con la cabeza a Pepa, y miró desolada tanto a Pepa como a Don Lorenzo...) Muchas gracias... Lo habéis hecho muy bien
Don Lorenzo: ¿Qué hago...? (dijo, intentando ver algo que se les pasara por alto para salvar a Silvia, absolutamente destrozado) ¿Qué hago...? Dios, hija... (pronunció, con un hilo de voz)
Silvia: Abrázame (Don Lorenzo inundó a su hija de besos en la frente y la abrazó como bien pudo, enderezándola un poco para ello... En la casa, Kike estaba definitivamente al borde de la muerte, incapaz de moverse o de hablar, mirando sonriente a Paco, mientras este le abrazaba, muy afectado, y Montoya, por su parte, besó a Rita en la frente, mientras esta lloraba, terriblemente triste por lo que estaba pasando...) ¿Te acuerdas cuando tenía... 5 años...? (le dijo en la bodega Silvia a su padre, a Don Lorenzo. Pepa miró a Silvia, atenta a lo que estaba diciendo) ¿Que nos cantabas a Lola y a mí aquella canción de Juan Gabriel?
Don Lorenzo: Sí (dijo, sin poder contener las lágrimas)
Silvia: Pepa... mi padre... siempre se enfadaba con nosotras... porque no queríamos ir a la cama (dijo, tremendamente triste) Pero luego venía y... y nos... y nos la cantaba (cada vez le costaba más hablar...) y... y (lanzó un quejido e hizo una mueca, estaba muy dolorida) y yo no me podía dormir... no lo había... Y nos dábamos... besos... (dijo, llorando sin parar... Luego tosió...) ¿Cómo era?
Don Lorenzo: Probablemente ya... (dijo, empezando a cantar la canción, tras un angustioso rato de silencio) de mí ya te has olvidado, y sin embargo yo... te seguiré esperando...
Silvia y Don Lorenzo al unísono: No me quiero ir...
Pepa, Silvia y Don Lorenzo al unísono: ...para ver si algún día..., que tú quieras volver..., me encuentres todavía...
Paco: (comenzó a cantar él también, en el lugar de la casa donde estaba junto a Kike...) Por eso aún estoy... en el lugar de siempre... en la misma ciudad...
Povedilla y Paco al unísono: ...y con la misma gente... (Povedilla estaba sentado sin poder mover sus piernas, en el mismo lugar donde estaban Paco, Montoya, Rita, la Salgado, y Kike y Nelson, este último ya muerto...)
Povedilla, Paco y Salgado al unísono: ...para que tú al volver...
Rita, Paco, Povedilla y Salgado al unísono: ...no encuentres nada extraño... y sea como ayer... y nunca más dejarnos...
Sara: Probablemente estoy... (empezando también a cantar. Sara estaba situada detrás de uno de los coches, en el exterior de la casa...) pidiendo demasiado...
Lucas y Sara al unísono: ,...se me olvidaba que... ya habíamos... terminado (Lucas y Aitor, también cantaron, refugiados detrás del coche contiguo al que estaba Sara... Estaban muy dolidos moralmente, y llorando...)
Aitor, Lucas y Sara al unísono: Que nunca olvidarás... que nunca me quisiste..., se me olvidó otra vez... que solo yo... te quise
Paco, Povedilla y Rita al unísono: Por eso aún estoy... en el lugar de siempre... (Kike cayó y finalmente, murió...) en la misma ciudad... y con la misma gente..., para que tú al volver... no cuentes nada extraño... (en ese momento, Montoya desplomó su cabeza contra el vacío... y murió...) Paco y Povedilla al unísono: ...y sea como ayer... (Rita había dejado de cantar, al ver que Montoya no se movía...) y nunca más dejarnos...
Rita: Gonzalo (dijo, moviéndole la cabeza, intentando que reaccionara) Gonzalo, joder... (le examinó el cuerpo y en ese momento descubrió la herida de bala que había ocultado a toda costa, y que le había costado la vida...)
Paco y Povedilla al unísono: Probablemente estoy... pidiendo demasiado...
Salgado y Povedilla al unísono: …se me olvidaba que... (Paco también había dejado de cantar, debido a la tremenda conmoción que sintió al ver que Kike y Montoya morían prácticamente al mismo tiempo...) …ya habíamos terminado... Que nunca volverás... que nunca me quisiste... se me olvidó otra vez... (Povedilla también lloraba desconsolado)
Paco, Povedilla y Salgado al unísono: ...que solo yo... te quise (Rita rompió a llorar sobre Montoya al descubrir que este estaba muerto...)
Pepa: Para que tú al volver...
Pepa y Don Lorenzo al unísono: ...no encuentres nada extraño... y sea como ayer... y nu... (Pepa y Don Lorenzo dejaron de cantar al darse cuenta de que Silvia estaba decayendo... Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, inerte, quedando dormida, pero esta vez... para siempre... Don Lorenzo y Pepa rompieron a llorar desconsolados, abrazando Pepa a Silvia...)
Pepa: No... (dijo, rota por el sufrimiento) ¡Nooooooooooooooo! (dijo, en un último alarido de impotencia...) (Don Lorenzo abrazó a Silvia, dolido como nunca lo había estado en su vida... Paco, por su parte, postró lentamente, con cuidado, a Kike en el suelo, viendo que ya estaba muerto y que, muy a su pesar, no podía hacer nada por él... De esta forma, Nelson y Kike salieron juntos en busca del rifle y murieron juntos, en acto de servicio...)
Don Lorenzo: Mi niña..., mi amor... (dijo, casi sin fuerza, sin energía, sin ganas...)
Lucas: Probablemente estoy... (continuando con la canción) pidiendo demasiado... se me olvidaba que... ya habíamos terminado...
Aitor: Que nunca volverás... que nunca me quisiste..., se me olvidó otra vez...
Sara: ...que sólo yo... te quise (con ello, Sara dio el toque final a la canción...)
La estampa final fue trágica, de 4 muertos, Silvia, Kike, Nelson y Montoya, en el asalto de la camorra napolitana... a la boda celebrada entre Pepa y Silvia... Así lo declara una voz en off a la que daba vida el padre de Michelle Jenner, Miguel Ángel Jenner, que en la serie resultaba desconocida...
(voz en off): Informe policial número 38/54/8. Sobre lo acontecido el día 15 de Julio del 2009, el agente Paco Miranda manifiesta que los cadáveres hallados en el salón, comedor y bodega... correspondían a los agentes en activo..., Silvia Castro. Gonzalo Montoya. Nelson Amadul. Y Enrique Gallardo. Y que sus muertes... fueron consecuencia de las heridas recibidas en el desarrollo del tiroteo descrito anteriormente. ¿Algo más que añadir? (dirigiéndose a Paco, que estaba sentado en una silla, en un fondo completamente negro, y vestido completamente de negro, en señal de luto)
Paco: Sí. Quisiera añadir algo a ese informe. Me gustaría que...
Nelson: Me gustaría que supiesen... que mereció la pena
Kike: Que la muerte nos encontró rodeados de amigos y... de la gente que nos quiere
Montoya: Y que si pudiese elegir un final... sería algo parecido a este
Silvia: Porque ahora sé... que seguir viviendo no es pasar las hojas de un calendario. Sino entender... que cada hoja de ese calendario es única...
Paco: Son únicas...
Silvia: …,e irrepetible.
Paco: ...e irrepetibles. Eso es todo (todos los agentes que habían hablado, es decir, Paco, Silvia, Montoya, Kike y Nelson estaban completamente vestidos de negro, no habían excepciones en su vestuario)
Esto es todo en las frases dramáticas, con las cuales esta semana, se ha alcanzado el mayor número de frases dramáticas expuestas nunca hasta el momento,y es que, el último capítulo de la temporada, merecía un homenaje así, un homenaje sobre todo a los fallecidos, un homenaje tanto a los actores que han dado vida a los personajes de Silvia, Kike, Nelson y Montoya, como a los propios personajes... Espero que hayan sido de su agrado... Con esto, el recorrido de las frases memorables llega a su fin, llegan a su fin muchas semanas, nada más y nada menos que 25, exponiendo estas frases, frases con las que ha sido depositado el humor, el sufrimiento, la entrega, el valor, la cobardía, la duda... todo un conjunto de sensaciones que acaban, como todo en esta vida... Y por ello y mucho más..., doy las gracias a "Los Hombres de Paco" por habernos proporcionado estos momentos, y doy las gracias también a todos aquellos que hayan seguido las frases memorables, porque sin su apoyo y seguimiento..., esto nunca podría haber salido adelante... A todos ellos..., gracias...
Saludos, paqueros/as
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