¿Qué tendrá esta serie para que, aun con argumentos mediocres, guiones mal elaborados y personajes desestabilizados de los pies a la cabeza, consiga que cada miércoles, jueves en este caso, o el día que se tercie según la semana, nos arrastremos hasta el televisor para descubrir con qué nos sorprenderán en esta ocasión? Tras una prolongada meditación, creo conocer la respuesta:
el cariño. La capacidad de 'LHDP' de capturar y retener el cariño de sus seguidores es hoy por hoy el mayor arma de la que disponen los guionistas, un instrumento que aun así no están sabiendo emplear debidamente. Y es que si más de 2 millones de personas, simple y llanamente por cariño, aguardan cada semana con la esperanza de ver aquello por lo que esperan, lo mínimo que los responsables del producto podrían hacer es corresponderles con una mercancia que sacie sus paladares a lo largo de otros 7, 8 o los días que se tercien según la semana, y lamentablemente, no siempre es así...
Hablemos, entonces, de "Amores improbables", que es la expresión perfecta para definir la tirante relación que vive actualmente la serie en torno a la oferta y la demanda...
Afortunadamente, nos estamos recuperando paulatinamente del batacazo sufrido tras el impresionante 5x14: "
La inteligencia de San Antonio", y el listón vuelve a rozar una posición adecuada.
Con las raciones de protagonismo considerablemente niveladas, teniendo en cuenta a lo que estábamos acostumbrados, cada personaje se maneja ahora con suficiente diligencia en su campo. Siempre y cuando esto no implique compartir escena con Sara Miranda o Aitor Carrasco, cuando todas las reglas básicas y directrices fundamentales de 'LHDP' parecen desvanecerse repentinamente.
Una de las virtudes del color rojo es que destaca fácilmente sobre los demás...
No voy a ser yo quien defienda el declive en las audiencias y la trayectoria general de la serie que está propiciando la pareja de becarios, pues sinceramente, el ver al sensato Povedilla apelando a la locura e incitando al adulterio, o a don Lorenzo Castro, quién probablemente sea el mejor personaje, interpretado por el mejor actor (aunque los encargados del márkenting se empeñen en lo contrario), con el que cuenta la serie, ofreciendo su bendición al amante de su nieta, me ha provocado náuseas. No obstante, creo que más de uno se está dejando cegar por el radiante o repugnante, a gusto del consumidor, brillo que emana la pareja del momento, pues más allá de el ridículo que han supuesto en este y tantos otros capítulos, se debería valorar también al resto de personajes, los cuales son, o al menos así debería , sobre los que recae el peso de la esencia de 'Los hombres de Paco'.
Obviando las ocasiones en que lo hacen de la mano de su nuevo cabecilla, el dúo Paco-Mariano ha brillado con luz propia, regalándonos una metedura de pata del calibre de las más esperpénticas que han llevado a cabo a lo largo de la serie, y esto es decir mucho; Rita y Montoya, al igual que Curtis y Povedilla, cada uno en su jurisdicción, sensacionales de igual modo, con importantes adelantos en sus respectivas tramas personales, algo que siempre se agradece; y no se puede decir menos de Montoya y don Lorenzo, cuyos enfrentamientos por el liderazgo son uno de los pilares de la temporada, aunque por desgracia nunca trasciendan en nada mayor, al menos por ahora. Como contrapunto, la limitada aparición de Kike y la ausencia de Nelson, que delimita la tensión creada en torno a su secuestro.
La incorporación del inspector Trujillo, con una notable influencia de Escobar y Pacheco, todo hay que decirlo, puede ofrecer mucho juego a los capítulos venideros, y es que si algo se echaba en falta desde el Caso Káiser, eran secundarios con este potencial, pues aunque el caso cuenta además con sus correspondientes villanos (entre ellos un italiano interpretado por Mirko Luccareli, en torno a cuyo fichaje circuló a lo largo del pasado mes una interesante deducción conspiratoria), ninguno cuenta con el carisma y caracterización mínimo para ganarse un hueco en las opiniones de nadie.
Destacables las interpretaciones de Juan Diego (don Lorenzo), salvo en la escena salvajemente forzada, Pepón Nieto (Mariano), Paco Tous (Paco), Neus Sanz (Rita), que sobresale en una actuación soberbia, Carlos Santos (Povedilla) y Marián Aguilera (Silvia). Mención especial para Fernando Cayo como inspector Trujillo, cuya incorporación ha resultado un acierto, acompasada junto a otras colaboraciones estelares a lo largo de esta temporada, como Asier Etxandia, que al parecer reaparecerá en episodios futuros.
El vertiginoso adelanto de los 7 u 8 capítulos, aun por aclarar, restantes de la temporada habla por sí solo, y añade énfasis a la desesperación de los productores y la cadena por remontar las cifras de audiencia... y aun ofreciéndonos lo mejor de lo mejor, hay varios matices que no me convencen lo más mínimo, como el hecho de seleccionar a la pareja de becarios como narradores, cuyas reflexiones existenciales me dan grima. Pero en fin, me conformo con la prometedora estampa de Paco y Mariano enterrados en la arena y los roces entre don Lorenzo y Montoya, además de la reaparición de Blackman, que reforzará las tramas de "Héroes y ratones", que desde mi punto de vista resultaron demasiado levadizas. Lástima que entre las caras de Santiago Segura y Dani Martínez, para los que seguro tienen reservado un papel soberano, no incluyesen ninguna sorpresa con bigote y título en psicología.
Prometedoras, sí... pero eso no es nada nuevo...
Arguyen que nos hacen entrega de una ética segunda oportunidad (aun cuando quienes deberiamos ofrecérsela somos nosotros), bautizada paradigmáticamente como "Resurrección", lo cual resulta denigrante para aquellos que aun juzgábamos la serie desde un punto de vista optimista y pone de manifiesto que, en más de una ocasión, incluso ellos mismos han sentido remordimientos al visualizar su propio trabajo.