Y por fin, se terminó la espera:
'House' ha vuelto. Y, haciendo honor a los antecedentes con más fuerza que nunca, regresa de una manera bastante pintoresca. La azarosa espera ha dado sus frutos, y la
premiere de la nueva tanda de capítulos ya está en las calles.
Allá por la 3ª temporada, el desgaste y la rutina comenzó a hacerse acusable, razón por la que el reparto se redefinió y la serie consiguió rejuvenecerse durante dos temporadas más. Ahora, antes de que la historia se repita, los guionistas han apostado por un planteamiento enteramente nuevo.
"Broken" no es un episodio a la antigua usanza, por lo que imagino que no será muy elogiado por el sector conservador del público. Más bien, se trata de una historia íntima, personal y privada, que nos presenta con más eficacia que nunca la figura de ese personaje que lleva por nombre Gregory House. Y como de costumbre, aquí estoy yo para ofrecer mi opinión.
Justo donde le dejamos...
La 6ª temporada de 'House' da comienzo con la potente, convulsa y rítmica escena de apertura que se puede apreciar sobre este par de líneas, que define y nos sitúa en el lugar de la acción. La ambientación de la historia relatada durante el doble episodio es sin duda uno de sus puntos fuertes: un escenario muy detallado, apoyado en una fotografía de tono cetrino que resulta idónea.
El pistoletazo de la nueva tanda de capítulos ha sido, ante todo y en primer lugar, un capítulo que rompe esquemas. En una serie que siempre se había delatado como némesis de la evolución, lo novedoso siempre es gratificante. Y "Broken" es muy gratificante. Sin ninguna delicadeza, la premiere de la 6ª temporada ha echado por tierra todas las ineludibles -al menos hasta ahora- bases sobre las que se habían cimentado los más de 100 capítulos que componen la dilatada trayectoria de la ficción médica. Eso sí (ya que de lo contrario esta evolución carecería de forma, sentido y finalidad), respetando ese espíritu reflexivo y existencial tan aromático que siempre ha desprendido la serie.
"Broken" no es una historia redonda, ni mucho menos, pero sí fácilmente asequible, con una construcción argumental muy pudiente y aun así autoconclusiva. El celibato de casos médicos no tiene por qué considerarse precisamente tal, ya que, si recordamos el fermentado eslogan con el que se promocionó este episodio, es el doctor quien se ha convertido en paciente. Y, francamente, tanto Hugh Laurie como Gregory House acaban de demostrar ser perfectamente capaces de desenvolverse con la misma facilidad ataviados con una bata blanca que con una camisa de fuerza.
En un principio, el doctor da por hecho que en el psiquiátrico goza de la misma posición acomodada que a la que se había acostumbrado en el hospital, haciendo gala de su moral estrictamente selecta y de su particular estilo para estudiar y analizar el mundo que le rodea. Pero "¡And he is black!" no es Cuddy, lección que aprende demasiado tarde, concluyendo finalmente que, fuera de esas cuatro paredes en las que su cinismo salva vidas, las personas no tienen por qué estar subyugadas a sus caprichos. Uno por uno, los personajes se suceden desfilando ante él para asestarle un mazado psicológico tras otro, trastocando su mentalidad hasta conseguir hacer tambalear su hasta entonces inquebrantable percepción del mundo. Le fuerzan a asumir que, aunque remota, existe la posibilidad de que todos sus pretensiones hasta la fecha han podido estar equivocadas. Y esa es una noción a la que de ningún modo puede hacer frente. Le rompen. A este hecho hace alusión el título del capítulo.
Y esto tiene como consecuencia que, sumido en la más absoluta embriaguez mental, ayude a una persona a avivar su imaginación -con consecuencias fatídicas-, en lugar de despejar la ecuación y espetarle la siempre incómoda realidad sin el menor atisbo de humanidad, como habría hecho en condiciones normales.
En cuanto a la comedia, ese humor ácido y peyorativo que siempre ha denotado 'House' se ha manifestado en su máximo exponente y de manera omnipresente durante la primera parte del episodio. Y aunque en realidad no fuese más que un salvoconducto para encauzar la historia hacia argumentos más sobrios en la segunda mitad, siempre es de agradecer.
Huelga decir que "Broken" es un episodio parco en personajes. Del reparto principal de 'House', tan solo Hugh Laurie y Robert Sean Leonard comparecen ante la cámara, y el segundo lo hace durante un intervalo de apenas un puñado de segundos. Puede deberse a razones esticistas, o tal vez a que los guionistas lo avalaron como apropiado, pero el caso es que, empíricamente o no, ha dado el resultado esperado. Capítulos como este no tienen por utilidad recordarnos quién es el protagonista de la serie, sino que más bien por qué lo es. Las vivencias del doctor cojo durante su reclusión en el centro psiquiátrico marcarán sin duda su personalidad -y su relación con el resto del elenco de personajes- durante lo restante de la temporada Y es que, en el momento en que House deja atrás las puertas del edificio y un autobús se detiene frente a él, es un hombre enteramente diferente al que Wilson abandonó allí semanas atrás. Y, aunque únicamente sea por eso, esta hora y 27 minutos de capítulo ya han merecido la pena.
En definitiva, el doble capítulo nos invita a pensar que House, por fin, está encaminado a evolucionar. La duda, establecida por la sonrisa de doble fijo que el doctor esboza para dar por concluida la premiere, estriba en hacia qué derredores desembocará esta evolución. ¿La reprimenda recibida le empujará a darle otra oportunidad a la vida, o por el contrario le animará a confinarse definitivamente en la suya propia? La mentalidad de House puede ser irritantemente infantil cuando se lo propone, así que podemos apostar por lo segundo. Pero, sea lo que sea, lo que sí es obvio es que este proceso no puede demorarse más. Si existe un momento propicio para que el doctor cojo cambie, es este.
Ya para terminar, os dejo a solas con el anuncio promocional del capítulo 6x03, donde aparentemente todo volverá a la normalidad y se recuperará el formato clásico. Aquí lo tenéis:
Promo 6x03 - "
Epic Fail":
Y esto es todo. Así que, como exclamarían los inolvidables inquilinos del psiquiátrico Mayfield para la ocasión, estoy orgulloso de vosotros, os deseo lo mejor... and I hope to never seeing you again! O, en su defecto, algo similar.