'Spartacus' vuelve más salvaje en su última temporada

Adulterio, orgías, violaciones, decapitaciones, matanzas y sangrías. Parecía que ya no podíamos ver nada más macabro en 'Spartacus', serie de Starz que recientemente ha estrenado en Estados Unidos su tercera y última temporada, pero los guionistas de la serie nos han sorprendido con una lapidación. Cierto es que en esta serie todo es falso, incluso los penes, que son en su mayoría prótesis, como revelaron los propios actores en los inicios de la serie, pero eso no hace que ver morir a pedradas a un esclavo acusado de traición no sea una escena bastante impactante.

Al margen de este brutal episodio, en esta temporada Spartacus (Liam McIntyre) ya ha montado un gran ejército de esclavos liberados, con los ex gladiadores Crixo (Manu Bennett), Gannicus (Dustin Clare) y Agron (Daniel Feuerriegel) como sus hombres de mayor confianza. Ya no hay batallitas, sino masacres -lo que se traduce en más sangre- y asaltos a ciudades, lo que deja un reguero de muertos romanos a medida que Spartacus, ya convertido en leyenda, avanza hacia un gran croma Roma. Durante este viaje, la legión comandada por el tracio va aumentando mucho en número, pero está un poco desintegrada, formada por gente de distintos territorios del Imperio Romano y, en su mayoría, antiguos esclavos, esclavas y niños sin ningún tipo de experiencia en combate, pero necesitados de comida, por lo que querer aglutinar a todos como unidad podría provocar la caída de Spartacus y de los suyos. Al escasear la comida, algunos de los miembros del poblado creen que la libertad prometida por Spartacus no es tan bonita como parecía, hasta el punto de creer que se vivía mejor en la esclavitud.

Además, durante su rebelión, Spartacus ya se ha dado cuenta de que no todos los romanos libres son iguales y que quizá su cruzada contra todos, incluidos civiles inocentes, no sea el mejor plan para tratar de derrotar al Imperio. Los ataques deberían ir dirigidos hacia los soldados y altos dirigentes del Imperio, no contra familias liberadas de clase baja. ¿Será esta posible misericordia de Spartacus la que ponga en peligro sus planes?

Quienes no terminan de convencerme son los nuevos romanos. El principal villano de esta temporada es Marco Craso (Simon Merrells), el hombre elegido por el Senado para terminar con Spartacus, un romano de bien que, a diferencia de otros, ha preferido entrenarse junto a gladiadores en el arte de la guerra. También hemos descubierto a un joven Julio César (Todd Lasance), quien se alía con Craso para derrotar a Spartacus, aquí César es un personaje chulo, engreído y mujeriego que se cree por encima del resto por el mero hecho de descender, según las leyendas, de dioses. Entre el resto de nuevos personajes destaca Tiberio (Christian Antidormi), hijo mayor de Marco Craso, un chico impulsivo que está muy acomodado en la buena vida y quien no acaba de comprender que su padre prefiera como mano derecha a Julio antes que a él, apuesto a que este pipiolo se llevará algún que otro susto en el campo de batalla. También jugarán un papel importante Kore (Jenna Lind), la esclava y amante de Craso, y Laeta (Anna Hutchison), una mujer romana que Spartacus decidirá tomar como rehén.

Echo en falta a grandes personajes maquiavélicos que formaron parte de la serie como Lucretia, Ilithyia, Batiato y Glabro, aunque por razones históricas muchos de estos personajes debían morir. Si siguen fieles a la historia, o lo que se dice de ella, a lo largo de esta temporada veremos caer a Crixo, Gannicus e incluso a su protagonista, Spartacus, quien presuntamente murió en batalla frente a Marco Craso en el año 71 AC.

Si bien es cierto que el contenido sexual ha sido rebajado un poco, en comparación a los años anteriores, en los dos capítulos que llevan emitidos, "La Guerra de los Condenados" me parece la temporada con más violencia física de toda la serie y, a la vez, la temporada con peor argumento. A pesar de ello, la serie ha conseguido seducir a la audiencia y superar con su estreno los datos de las dos anteriores temporadas, al reunir a más de 1.800.000 espectadores.

En cuanto a la estética, la serie sigue siendo la misma de siempre, luchas y escenas de sexo coreografiadas con música muy bien seleccionada para cada escena, un montaje visualmente muy atractivo, cromas a mansalva y grandes fallos de raccord como la arena en la frente de Tiberio, que aparece y desaparece en función del plano.

Espero que en las próximas entregas consiga subir el nivel de sus guiones y sea capaz de despedirse por todo lo alto, tal como sucedió en "Sangre y Arena" y en "Venganza".