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'Pilpelim Tzehubim', ser autista en un moshav

Miércoles 31 de Julio de 2013 19:26
 

'Pilpelim Tzehubim', ser autista en un moshav

Las ficciones israelíes están en auge, prueba de ello es el gran interés por parte de las diferentes cadenas estadounidenses para adaptar las series que triunfan en un país que solamente ronda los ocho millones de habitantes. Esto no sólo se debe a la muy buena relación que hay entre ambos países, sino también a que la televisión israelí apuesta por muchas ideas originales. Si hace pocos años HBO adaptaba 'BeTipul' ('In Treatment'), desde entonces no han dejado de llegar remakes como el fallido de 'Ramzor' ('Traffic Light') en Fox, el múltiple premiado de 'Hatufim' ('Homeland') en Showtime o una de las series más interesantes de la próxima temporada de CBS, 'Hostages' (cuya serie original israelí jamás llegó a materializarse). Una de esas series que estuvo a punto de ser adaptada, pero que parece que se quedó en el camino es 'Pilpelim Tzehubim', cuyos derechos adquirió la productora Lionsgate ('Mad Men', 'Nurse Jackie', 'Boss'...), pero tras lo cual, un año después no se ha vuelto ha saber nada. Es una lástima que esta ficción no vaya a llegar a un público masivo, pues es de las que tocan la fibra sensible. 'Pilpelim Tzehubim' -o "Pimientos Amarillos" si traducimos el título al español- nos muestra el giro que da la vida de una familia de campo cuando descubre que el hijo menor es autista.

Omri (Michael Zapesotsky) es un niño de cinco años muy feliz que vive pegado a unos cascos y se pasa todo el día escuchando música y hablando sobre ella; sus padres, Ayelet (Alma Zack) y Yaniv (Yossi Marshek), dueños de una plantación de pimientos amarillos y de un restaurante que está a punto de abrir sus puertas, creen que su hijo es un prodigio. Pero la llegada desde Tel Aviv de Abishay (Ori Pfeffer), el hermano de Ayelet, y de su pareja Yaeli (Michal Shtamler) al campo para hacerse cargo de la plantación y, de paso, superar una crisis sentimental -lo que viene siendo una infidelidad- da la vuelta a la historia. Yaeli, que es médico, tiene otra opinión, cree que el comportamiento de Omri se corresponde con el de un niño autista. Tras una incredulidad inicial por parte de los progenitores, la madre decidirá acudir a un especialista al verse superada por la forma de actuar de su hijo.

Meir (Yehuda Barkan), el abuelo de la familia, juega el papel del personaje que está descontento con el país, pues siente que el gobierno israelí ha dejado un poco abandonada a la población rural. Además de ello, también es el mediador y unificador que trata de arreglar todos los conflictos familiares, ya que por fin ha conseguido tener reunida a toda la familia en el moshav; todo esto mientras vive su segunda juventud. El punto adolescente lo pone Nati (Noa Friedman), la hermana mayor de Omri, una joven rebelde que sufrirá por amor.

¿Y qué sería de una serie sin los otros? Allí está el grupo de trabajadores tailandeses para añadir un punto cómico a la serie mientras comenta lo que sucede en ella. Pero los jornaleros orientales no se limitan a actuar de narradores de la historia, sino que sus diálogos también sirven para que veamos lo que sucede desde otro ángulo distinto al de la familia protagonista. Debido a la barrera lingüística que separa a los tailandeses de la familia, ambas partes deben comunicarse en inglés para tratar de entenderse, aunque en ocasiones ambas partes preferirían no entenderse en absoluto para no tener que afrontar los problemas.

Pero estos no son los únicos problemas de comunicación: un restaurante cuyas obras faraónicas no parecen terminar nunca, una pareja estancada que no consigue pasar página, un padre de familia incapaz de leer en inglés o una enemistad de la infancia son otras de las historias que sacuden a la familia. Un drama que trata sobre el diálogo y el entendimiento, pero que curiosamente no menciona al mundo árabe de manera directa en toda la serie.

A diferencia de otras ficciones que se desarrollan en grandes ciudades, el principal acierto es haber escogido un moshav del desierto de Aravá, un lugar agreste en el que un niño tan tierno y adorable como Omri brilla mucho más: el pequeño conseguirá sacarnos sonrisas y hacernos llorar con facilidad a lo largo de toda la temporada.

Este drama familiar sirve es también una buena oportunidad para expandir nuestros conocimientos culturales sobre el país, descubriendo un gran repertorio de música hebrea. Nos presentan a muchos grupos -de los cuales yo no tenía ni la remota idea de su existencia- como Monica Sex, Ariel Silver o Gazoz.

La serie, que consiguió en 2011 el premio de la Academia de la Televisión de Israel a la mejor serie dramática y al mejor guión dramático, cuenta con una temporada de trece capítulos y una segunda temporada todavía pendiente de estreno en su país de origen.

Otras series internacionales recomendadas por este blog:

Bron/Broen (Dinamarca y Suecia)

Hatufim (Israel)

The Cult (Nueva Zelanda)

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