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Hasta siempre, 'Glee' | Análisis de la serie musical que marcó un antes y un después

Domingo 22 de Marzo de 2015 19:19
 

El pasado viernes, en un especial de dos horas, se emitían en Estados Unidos los dos últimos capítulos de la sexta y última temporada de Glee. Un momento importante para la televisión si tenemos en cuenta lo que en su día significó Glee.

Seis años han pasado del piloto de la serie que arrasó en audiencias. Y lo hizo por su novedosa presentación, porque aunque a priori el argumento podría recordar a una continuación en serie de 'High school Musical', tan sólo un capítulo bastó para que el público se diese cuenta que Glee se alejaba bastante del convencionalismo de una tv movie de Disney Channel. Glee estaba mucho más cerca a la realidad de lo que ha estado cualquier musical. Para empezar, por la forma de realización de sus actuaciones; los protagonistas no cantaban espontáneamente (o al menos al principio de la serio), sino que si cantaban, lo hacían porque se disponían a hacerlo, actuando para que les aplaudiesen, interpretando canciones famosas de otros artistas, como en cualquier coro se haría.

Ese, sin embargo, es un aspecto menor en comparación con las altas dosis de realismo que Glee encubría bajo una aparente imagen de comedia musical de instituto en cada capítulo: una ácida crítica bajo un marco de humor relataba los problemas de unos chavales que están en el último peldaño de la "popularidad", que sufren acoso por ser homosexuales o ir en silla de ruedas, o que se tienen que resguardar en una falsa imagen para no sufrir los daños colaterales de la jerarquía de los institutos. Y todo ello sin perder el toque emocional que en todo buen musical debe haber. A través de las enseñanzas del genial Profesor Will Schuester, la figura responsable de que todos los problemas tuvieran solución, Glee transmitía a los alumnos y a los espectadores unos valores nuevos con cada trama. Y eso es lo que ha hecho a Glee una serie especial, el querer sobrepasar la pantalla y decirle a los espectadores que "ser parte de algo especial te hace especial".

Y no solo queda para el recuerdo el gran Señor Schuester, convertido en una versión renovada de aquel Robbie Williams en 'En club de los poetas muertos'; Glee puede estar satisfecha de tener unos de los personajes más emblemáticos de la televisión. Empezando por Rachel Berry, interpretada por una siempre magnífica Lea Michele, en la que casi siempre ha recaído el peso de la serie y que lo ha mostrado todo, haciéndose tan odiosa como adorable. Kurt, la diva Mercedes,la alocada Britanny, la mala Santana... Incluso personajes que en algún momento flaquearon se recuerdan con bastante cariño, como Sam Evans, o Queen Fabray y su alter ego Kitty. El entrañable Finn Hudson, cuya desaparición provocó un gran revés en la serie del que costó mucho salir. Secundarios, como la ex mujer de Will, Terry, o Emma y su problema con la suciedad. Y como olvidar, a la enorme Sue Sylvester, una antagonista de la talla de Cruella Devil, quizá uno de los personajes más indispensables para que las tramas tuviesen un carácter más de película.

Decía Javier Ambrossi, codirector de la obra La Llamada, el musical más fresco y divertido de las últimas temporadas, que Glee era "como la vida misma, irregular. Pero valorar lo bueno a pesar de lo malo es justo". Glee no siempre ha sido igual de buena, y es cierto. Después de una casi perfecta primera temporada, la serie se fue por otros derroteros en momentos de la segunda, para bajar el nivel en la tercera, y empezar una caída libre que culminaría en la quinta temporada, con capítulos que mejor no recordar. Ha habido tramas que se han quedado a mitad, personajes que han desaparecido de la noche a la mañana, y momentos que han rozado lo absurdo (para mal). Sin embargo, la serie se ha despedido por todo lo alto, con una sexta temporada inmejorable, y unos dos últimos capítulos que no han dejado nada en el tintero, cerrando (casi) todas las tramas, con saltos temporales tan en la línea disparatada de esta última temporada como emotivos. Y una "performance" final, que al más fan le habrá provocado una lágrima.

Glee no se ha ido por la puerta de atrás. A pesar de haber pasado de 12 millones de espectadores en su momento de mayor auge a tan solo 2 y poco en su despedida, y de una temporada de 22 capítulos a tan solo 13, la serie ha sido hasta el final fiel a su espíritu, y recalco, en los últimos capítulos, ha estado tan genial como en su día fue. Y por eso, Glee siempre será recordada.

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