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Velvet: Isabel, Blanca y Emilio abren la veda contra los Márquez.

Miércoles 17 de Diciembre de 2014 03:00
 

Con la emisión del noveno capítulo, Antena 3 le da descanso por Navidades a la segunda temporada de Velvet, que anoche se despedía de nuestros televisores a un ritmo frenético con el que ya debe de ser el mejor episodio de su historia. El episodio se coronó haciendo saltar por los aires todas las tramas, y dejando la guinda del pastel para la recta final que veremos en enero.

El 2x09 destacó en todas sus tramas como digo, pero la que merece todos los honores es la de los grandes, la que protagonizan los tres veteranos de las Galerías: don Emilio, doña Blanca y doña Isabel. Sin duda alguna, juntos nos deleitaron con la mejor escena de toda la serie. Vayamos por partes.

El tiempo se le agota a Isabel, y consciente de ello, considera que ya es el momento oportuno para revelarle su verdad a Alberto: confesarle que es su madre y que no está muerta como así don Rafael y doña Gloria se encargaron de hacer creer tras su regreso a España desde Cuba.

Así las cosas, a punto está de confesárselo en una muy emotiva escena, cuando son interrumpidos por Ana, lo que provoca que se postergue la conversación. Sin embargo, Isabel sí acaba sincerándose ante ella, lo que desata un estado de indignación en la joven frente a su tío Emilio por haber callado siempre la verdad. Tan desacuerdo está Ana en que Alberto viva ajeno a la que es su verdad, que por poco se la cuenta, obviando en todo momento los ruegos de Isabel por decirle que en ningún caso le pertenece a ella tal revelación.

Por otro lado, doña Blanca, que ya conoce gracias a Isabel lo que realmente aconteció con Esteban Márquez y su abandono al saberla embarazada (él no supo de dicho estado encinta hasta muy tarde, por manipulación expresa de don Rafael) , decide dejarse ayudar y tomarle la palabra, de modo que se pone manos a la obra para encontrarlo.

La sorpresa llega cuando don Emilio se entera de los planes y finalmente desvela que don Esteban estuvo hace un año por las Galerías, intentando hacer negocio de nuevo con su hermano, pero que ante el fallido intento, volvió a marchar, no sin antes dejarle una tarjeta personal a don Emilio, por si cambiaba de parecer. Es así como doña Blanca y Esteban se ponen en contacto directo, a través de una llamada telefónica. Supuestamente acaban citándose personalmente en el 2x10, aunque debido a la importancia del personaje, me extraña que no se haya hecho pública la incorporación al reparto de ninguna otra figura de renombre. ¡Ojalá pronto tengamos noticias!

Es en ese punto de la trama donde se sitúa la escena en mayúsculas a la que me refiero cuando digo que merece todos los premios habidos y por haber. Los tres veteranos mantienen una conversación sobre el origen de todos sus problemas, sobre la maldad de don Rafael, sobre cómo arrastró a don Emilio y a la propia Isabel al fango, a la más absoluta tristeza y desespero, y sobre cómo hicieron tan infeliz también a doña Blanca.

Las dos mujeres con mucha templanza y seguridad, le "confeccionan" un traje a medida al difunto Rafael, que revolviéndose en la tumba debe estar, porque las palabras que resonaban a las puertas de sus habitaciones, no tenían desperdicio. Doña Blanca espetaba que ya era hora de hacerse con el timón y afrontar las verdades, que don Rafael no era nadie para entrometerse en su vida, mientras Isabel le pedía a don Emilio que abriera los ojos de una vez, que ellos no les deben absolutamente nada a los Márquez. Como resultado, Emilio, toma también posición final y, lleno de valor, lanza literalmente a la basura su infecciosa relación de amistad con Rafael. Simplemente, magistral el momento.

En lo que respecta a los talleres, la abundante clientela que apura las compras de última hora para la noche de reyes, obliga a que algunas modistas suban a tienda, estando entre ellas Rita, que se pasea radiante con su nuevo uniforme (Rita vendedora ya mismo, por favor). De su mano se desataba la trama cómica del episodio: el enredo de una mentira que monta a raíz de la llamada del sacerdote que debía casar a Pedro con Rosa Mari.

Margarita intenta evitar el matrimonio haciéndoles creer que ha caído enfermo el padre, pero de poco le sirve porque Rosa Mari se las ingenia para que otro sacerdote les una hasta la muerte justo al día siguiente (lo veremos en la próxima entrega). La otra cara de la moneda cómica la protagonizan Clara y Mateo junto con su hermano Lucas, a consecuencia del repentino interés de Clara por aprender a conducir y convertirse así en la transportista oficial de Philipp Ray.

Precisamente, Ana y De la Riva también tienen su diálogo personal. Después de un divertido y mutuo susto en los talleres, donde se sorprenden fisgoneando cada uno a lo suyo, Ana acaba confesándole que es ella la modista que se esconde tras "Philipp Ray", lo que provoca su más profunda admiración y una actitud congeniadora muy grande entre los dos. Por su lado, él le hace cómplice de la falta de inspiración que le atormenta para la inminente nueva temporada que se está gestando, y paradójicamente, le pone remedio al asunto recordando sus orígenes.

Y cambiando de tercio, el que también recibió varapalo y de los grandes fue el matrimonio de Alberto y Cristina. El primero porque le pilla por sorpresa que su verdadero amor se muestre tan feliz con el que es ahora es su actual novio, Carlos, pero sobre todo, que éste ya conozca el pasado entre ambos es lo que despierta cierto ambiente hostil. Ella, Cristina, porque en la cena de reyes que montan en casa, y a la que entre los invitados asisten Sara Ortega y su marido, le explotan los cuernos en la cara.

Bueno, a decir verdad, solo los más recientes, los de Alberto con Sara, de la mano del marido de ésta, un atractivo y afamado escultor extranjero, que inocentemente, cree que el matrimonio de Cristina es igual de liberal que el suyo, lo que acaba propiciando que meta la pata hasta el fondo. Evidentemente, Cristina no es de piedra y reacciona mediante un bofetón a Alberto, si bien no debe ser nada en comparación al que le dará cuando se entere de lo de Ana y del motivo por el que fue llevada frente al altar. Humillación máxima la que le espera.

Y así es como Velvet deja todo preparado para la traca final que se avecina en enero, cuatro capítulos restantes que prometen el oro y el moro, y que a juzgar por el avance, van a llevar a la serie a lo más alto de sus posibilidades. ¡Ya queda menos!

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