'Supervivientes 2010' a examen

Una vez concluida la última edición de 'Supervivientes' se puede hacer un balance de los aciertos y los desaciertos de la etapa. En primer lugar, hay que reconocer que empezó bastante floja y su recorrido ha sido más bien lento, con demasiados concursantes (en su mayoría 'famosos') de relleno y que pedían su expulsión en las primeras semanas, algo que ha ocurrido desde los inicios del concurso (siempre y cuando se ha hecho con gente medianamente conocida), pero eso se podría evitar haciendo que participaran más anónimos con ganas de vivir la experiencia, sobrevivir, y sobre todo, ganar o competir.

La edición número nosequé de SV empezó con la entrada de 10 semi-conocidos (por llamarlos de alguna forma) y 8 anónimos. Desde el primer momento los bandos estuvieron descaradamente definidos, pero no sólo fueros los propios concursantes los que optaron por separarse de otra manera, sino que desde el minuto cero (e incluso después de la unificación) el programa se empeñó en dividir a los dos bandos, tanto a la hora de sentarse en la cueva antes de nominar como una vez fuera, en el plató. Por otra parte, en varias ocasiones ambos grupos también compitieron en diversas pruebas, pese a estar unidos y conviviendo todos juntos y revueltos. Ese es un error que no deberían repetir en años posteriores, pero ya sabemos que a la 'organización' le encanta este tipo de rivalidad marcada por dos bandos (al igual que suele pasar en Gran Hermano).

Hablando de la supuesta organización, un año más han sido protagonistas con sus ridículas sanciones o sus broncas o rapapolvos a los concursantes. Lo peor de todo esto es que Jesús Vazquez se tire las 4 horas de programa anunciando una sanción para que al final les quiten una esterilla y un machete, o en su defecto les apague el fuego (ese que nunca han conseguido encender, a no ser que haya mecheros de por medio).

Desde el primer momento me he sentido mucho más identificado con el grupo de los anónimos y les he apoyado por su naturalidad y su poco afán de protagonismo en comparación con los famosetes. Lo siento, pero soy incapaz de llamar famosos o conocidos a una concursante chillona de otro reality, a un chulo-piscinas que va de listillo, a la sombra del tercer Moranco o a una modelo venida a menos, por nombrar algunos ejemplos. Por eso, y por muchas otras razones, me quedo con los anónimos y me alegro de que la final se la disputaran ellos tres, pese a que para mi gusto ahí faltaba Román, un concursante luchador, conciliador y con grandes posibilidades de vencer.

No puedo terminar este escrito sin nombrar a la pareja de presentadores de este año, Jesusito Vázquez y Eva González, hay que reconocer que en la distancia se intuía poco feeling entre ellos. Centrándonos en la figura de Jesús, el gallego ha estado en su línea, metiendo más cizaña que nunca entre los concursantes, para que saltaran chispas en directo y marcando, más si cabe, los dos bandos sobre los que he hablado anteriormente. El pobre Jesús ha ido decayendo en los últimos años y cualquier oportunidad es buena para sacar temas como el sexo o el morbo gratuito y facilón, algo que puede rozar el mal gusto en varias ocasiones. En cuanto a Eva, siempre ha sido una chica que me ha caído bien, su sonrisa, su simpatía y su belleza son bazas que juegan a su favor, pero ha demostrado que eso no es suficiente, ya que la joven se ha mostrado limitada en sus apariciones y parecía más un florero que una co-presentadora, algo que no ocurría con Mario Picazo. Y ya que estamos con los 'profesionales' del programa, no podemos dejar a un lado a la azafata Tatiana, un intento de ser Eva González pero más fea, por supuesto. Alguien debería decir a esta chica que la interpretación no es lo suyo y que es mejor que se limite a entregar el sobrecto sin abrir la boca, porque lo poco que ha dicho se ha visto sobreactuado y aprendido de memoria durante los últimos dos minutos (¿sería la 'organización' quién le chivaría esas frases tan forzadas?).

Para terminar, he de decir una vez más que me alegro del resultado del concurso, con todos los famosillos fuera de la final y con tres grandes luchadores y trabajadores disputándose el gran premio. Además, han demostrado no ser muebles y tanto María José como Parri o Deborah han dado qué hablar a lo largo de los 80 días en Nicaragua. Además, la victoria de MariJo ha servido para callar más de una boca, y como no, la mujer se lo ha merecido. Espero que el año que viene corrijan los errores que he considerado y mantengan el nivel de cásting de anónimos, entre otras cosas.